¿Se puede tener alergia al cannabis, incluso sin haberlo probado?
El incremento del consumo del cannabis y sus derivados, como la marihuana o el hachís, y la proliferación de su cultivo en los últimos años, está haciendo aumentar el número de reacciones alérgicas a este opiáceo en las consultas de alergología.
Además, la alergia al cannabis no sólo se produce entre los consumidores habituales de esta sustancia, sino también en pacientes que nunca han probado esta sustancia.
Según los datos facilitados por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, un 8,1% de los pacientes que acuden a la consulta por motivos alérgicos presentan sensibilización al cannabis, en especial los hombres y los pacientes más jóvenes. Entre los consumidores de cannabis el porcentaje de los pacientes sensibles a esta sustancia se eleva hasta el 14.6%.
SÍNTOMAS DE LA ALERGIA AL CANNABIS
Los síntomas de la alergia al cannabis dependen de la forma en la que se consuma el estupefaciente (inhalado, ingerido, fumado…) aunque son similares a los que produce cualquier otra sustancia alérgena. La reacción al polen de la marihuana es prácticamente igual a la del polen del olivo: moqueo, estornudos, lagrimeo…
El comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología ha llegado a detectar en Andalucía incrementos puntuales de los niveles del polen en esta comunidad, pólenes que son arrastrados por los vientos del Sahara a través del Estrecho de Gibraltar.
“Cuando una persona alérgica al cannabis, lo inhala, puede provocarle afectación respiratoria con episodios de rinoconjuntivitis y/o asma bronquial”, explica el doctor García Abujeta, especialista en Alergología del Hospital Marina Baixa de Alicante.
Pero no sólo inhalar el polen puede provocar alergia. Tocar una planta de marihuana o cualquier producto derivado de ella puede producir urticaria o dermatitis de contacto. Y esto no ocurre sólo entre los consumidores ya que «también puede afectar a profesionales relacionados como policías, forenses, o microbiólogos donde se analiza la sustancia requisada”, detalla García Abujeta.
Además, el consumo de productos preparados a base cannabis (dulces, bebidas, piruletas…) se puede traducir en problemas intestinales e incluso reacciones anafilácticas.
TRATAMIENTO
En cuanto al tratamiento que se les aplica a las personas alérgicas al cannabis tras sufrir un shock anafiláctico, los especialistas afirman que siguen el mismo protocolo que si se tratase de una reacción alérgica como consecuencia de un alérgeno tradicional.
“Lo único diferente sería la recomendación a los pacientes sobre la deshabituación de su consumo para así evitar nuevos episodios de mayor intensidad y hasta riesgo de muerte en caso de anafilaxia”, alertó el alergólogo.
¿CÓMO SON LAS PRUEBAS DE ALERGIA AL CANNABIS?
Inicialmente, cuando se descubrió que el cannabis también podía provocar reacciones alérgicas se realizaban pruebas de roce con hachís o marihuana en la piel de los pacientes.
Más tarde, se utilizó la técnica del «prick-prick», que consistía en «puncionar las hojas de marihuana y, a continuación, la misma aguja, se introducía en la piel del paciente que se sospechaba que tenía alergia a esa sustancia».
Afortunadamente las cosas han evolucionado y «actualmente disponemos de extractos de marihuana para estudios sobre la sensibilidad a este componente, aunque no se utilizan de forma rutinaria en los pacientes que visitan la consulta”, detalla el especialista en alergias.
También en un laboratorio se puede detectar la sensibilización a la marihuana a través de pruebas de inmunoglobulina específica (IgE) que valoran como tal a la marihuana o a alguna de sus proteínas consideradas como alergénicas.
La proteína del cannabis más conocida y analizada es una proteína transportadora de lípidos (LTP).
Aunque el doctor García Abujeta aclara que “su presencia no indica siempre la existencia de alergia a la marihuana, sino que existe sensibilización a esta proteína que es común a otras proteínas transportadoras de lípidos no específicas encontradas en otros alimentos vegetales como frutas (melocotones, plátanos, kiwis…), frutos secos (cacahuetes, avellanas…), cereales (trigo), látex o tabaco”, concluyó el doctor.