Las 6 lesiones más comunes derivadas de practicar sexo
Sucede con más frecuencia de la imaginada, afectando a una de cada tres personas adultas.
Seguro que más de una persona de las 3.798.000 que vieron el episodio 15 de la temporada 8 de ‘La que se avecina’, «Una vejación de juju, una furia furibunda y una frente con gotelé» se identificaron como Judith al golpearse la frente contra la pared y quedarle marcado el gotelé. Otro ejemplo ocurre en ‘Anatomía de Grey’, temporada 5, episodio 13, cuando Mark Sloan y Lexie Grey mantienen relaciones sexuales en el cuarto de descanso del personal, se oye un grito de dolor y Mark Sloan se fractura el pene.
Son representaciones de lo que seguro, ocurre al menos una vez en la vida. Así lo demuestran los datos del portal ‘Meetville’, plataforma de citas en línea, que indican que una de cada tres personas adultas se lesiona practicando sexo, sucediendo con mayor frecuencia de la que se puede imaginar, tal y como muestran las siguientes 6 lesiones más comunes derivadas de practicar sexo:
1- GOLPES Y HEMATOMAS
Son pocas las personas que pueden presumir de no haber caído de la cama o pegado contra la pared durante una relación sexual. Los choques contra mobiliario y las caídas suponen casi la mitad de las lesiones derivadas de practicar sexo.
2- DOLORES
También son frecuentes como por ejemplo el mandibular, que afecta a ambos sexos y proviene de realizar felaciones, y el cervical, resultante del ‘cunnilingus’, según afirma el fisioterapeuta José A. Arroyo.
El dolor de muñecas se origina cuando se apoya el peso del cuerpo sobre ellas, produciéndose una hiperextensión de la articulación de esta. También es posible sufrir dolor en el piramidal, un músculo que va desde el sacro a la cabeza del fémur, siendo un rotador de la cadera. Otro dolor extendido es el lumbar, generado al no adoptar las posturas corporales adecuadas.
Además, según Platanomelón, sex shop online español, alrededor del 60% de las mujeres en España tiene dolor en la vagina por falta de excitación, juego erótico, lubricación o estrés, entre otras causas.
Cuando nos dejamos llevar por la pasión y el deseo, entra en juego la endorfina, hormona producida durante el sexo y encargada de generar felicidad, que actúa también como analgésico natural, capaz de bloquear y elevar el umbral del dolor. Esto provoca que la gran mayoría de personas no perciban las molestias durante la excitación del momento, pero poco después comiencen a surgir estas.
Así ocurre con la dispareunia, lesión habitual durante el coito vaginal. También conocida como coitalgia, supone una irritación vaginal que, en ocasiones, puede alargarse en el tiempo provocando un profundo malestar.
3- RASPONES Y QUEMADURAS
Surgen cuando la piel sufre fricción contra diversos tejidos y superficies.
4- LESIONES MUSCULARES Y ARTICULARES
Contracturas, esguinces o dislocaciones son resultado de venirse arriba (nunca mejor dicho) y practicar posturas y acrobacias sexuales de la talla del ‘Circo del Sol’. En este caso, si alguna zona se empieza a hinchar, es recomendable aplicar hielo y dejar reposar la parte afectada.
5- FRACTURAS
En cuanto a estas, la lesión más común en hombres es la ruptura de prepucio, que produce dolor y sangrado. Las ‘micro fracturas’ de pene también ocurren, aunque en ocasiones no son percibidas por el hombre, mientras que si estas son realmente graves puede llegar a oírse hasta un ‘chasquido’, similar al sonido producido al descorchar una botella. Aunque por lo general no requiere cirugía, esta lesión puede llegar a ser muy dolorosa. Pero que no cunda el pánico, sólo afecta a 1,36 de cada 100.000 varones y resulta irónico, porque, aunque se denomine así, en realidad no se trata de una fractura, ya que el pene no tiene hueso.
6- INFECCIONES
Las relaciones sexuales también aumentan las probabilidades de padecer infecciones de orina como la cistitis, puesto que favorecen la entrada de bacterias. Son las mujeres jóvenes, de entre 20 y 40 años de edad, las que cuentan con un mayor riesgo de contraer este tipo de infección.
Para evitar cualquier tipo de lesión, el mejor remedio es practicar sexo seguro, concepto que no sólo se refiere a la protección frente a las enfermedades de transmisión sexual o la prevención de embarazos no deseados, sino también para evitar posibles lesiones físicas.
Más vale prevenir que curar. Recordar los límites de cada persona en cuanto a sus capacidades físicas, así como medir las consecuencias, a pesar de la intensidad y la pasión del momento, pueden evitar daños posteriores como calambres, tirones musculares o incluso esguinces.
Es importante dejarse llevar por el ardor, pero sin poner en riesgo la integridad física de quien participa en esta práctica. La información ayuda a la prevención y en el caso de que ocurra cualquier tipo de lesión, la detección temprana es decisiva para un tratamiento correcto. Sólo así se pueden evitar futuras secuelas, para seguir disfrutando de esta práctica tan deseada a la que le dedicamos aproximadamente 117 días de nuestras vidas.