Decir sí cuando queremos decir no: ¿por qué ocurre?
¿Decir sí cuando queremos decir no? Aunque suene contradictorio, muchos lo hacemos. Pero, ¿por qué?
A muchos nos ha ocurrido: decir sí, cuando en realidad queríamos decir no. Pero, ¿por qué hacemos esto? ¿Qué nos pasa? ¿Es que somos incapaces de expresar nuestros verdaderos deseos? En este artículo intentaremos responder a la cuestión de: por qué decir sí cuando queremos decir no. Detrás de esta paradoja encontramos diferentes causas que tienen que ver con la asertividad.
Andre Salter (1940) definió el concepto de asertividad como un rasgo de personalidad. Concretamente, la definió como ‘la expresión de los derechos y sentimientos personales’. En otras palabras, la asertividad incluye la capacidad de decir «no» cuando realmente queremos decir que no.
De las investigaciones de Salter se podía extraer la siguiente conclusión: las circunstancias influyen en la probabilidad de que nos mostremos asertivos. Lo que no impide que haya personas con una mayor tendencia a la asertividad o que esta habilidad no se pueda aprender.
Así, la asertividad incluye defender nuestros derechos y nuestras necesidades y tener la capacidad de expresar nuestros deseos con sinceridad, sin dañar ni herir a nadie, de forma educada, pero contundente. En palabras del lenguaje cotidiano, implica no dejar «pisotearnos» sin perder la razón empleando formas poco adecuadas.
¿Por qué somos asertivos solo en ciertas ocasiones o ante determinadas personas? ¿Qué es lo que hace que no seamos asertivos, es decir, que tendamos a decir sí cuando queremos decir no? Intentemos arrojar un poco de luz a estas cuestiones a través del siguiente artículo.
Decir sí cuando queremos decir no: ¿por qué ocurre?
Como hemos visto, la resolución de esta pregunta tiene mucho que ver con la asertividad. Pero, ¿qué es lo que hace que no expresemos lo que realmente queremos ante determinadas situaciones? Veamos los factores que pueden explicarlo:
Falta de asertividad
Hay personas que tienen facilidad para expresar sus opiniones y deseos de forma libre, clara y sincera, y que cuando se ven presionadas para algo que no desean hacer, sencillamente dicen «no». Sin embargo, las personas que no tienen esta habilidad de forma natural, o que no lo han trabajado tanto, tienden a decir sí cuando quieren decir no.
Se podría decir que esta es la gran causa que englobaría las siguientes explicaciones, ya que somos poco asertivos por alguna razón, como veremos a continuación. Detrás de esto se esconden: miedos, inseguridades, falta de autoestima… ¡Vamos a verlo!
Miedo al qué dirán o pensarán
Cuando nos importa excesivamente la opinión de los demás, tendemos a aceptar cosas que en realidad no deseamos. En cierta manera, tememos que nos juzgarán si no opinamos igual que los demás, o que quedaremos mal, o que nos criticarán, etc.
Esto se puede cambiar, trabajando sobre todo en nuestra autoestima y potenciando nuestra capacidad para ser quien realmente queremos ser. La realidad es que, sin una buena autoestima, da igual lo que piensen o digan de nosotros los demás, porque siempre necesitaremos más; ¡no olvides que el amor propio es el único que nos acompañará siempre!
Búsqueda de aceptación
¿A quién no le ha pasado? Ha acabado aceptando situaciones (desde simples hasta complejas) que no le encajaban o no le apetecían para obtener a cambio la aprobación de los demás.
Hasta cierto punto, el querer gustar a los demás es un acto natural; buscamos sentirnos aceptados y queridos, porque somos seres sociales. Es decir, que no solo buscamos el agrado de los demás cuando decimos que sí a algo que no queremos, sino que también buscamos su aceptación.
El psicólogo Abraham Maslow (1908-1970) ya hablaba de esto cuando intentó definir las necesidades humanas a través de su pirámide jerárquica. Maslow nos habla de dos eslabones que tienen que ver con lo comentado: la necesidad de afiliación y de reconocimiento. El sentimiento de afiliación lo conseguimos a través de la amistad y el afecto, entre otros, y el de reconocimiento, a través de la confianza, el autorreconocimiento, etc.
Volviendo al punto anterior, si lo pensamos racionalmente, las personas que nos quieran realmente serán aquellas que nos acepten tal y como somos, no las que intuyen que estamos haciendo un «papelón». Además que, de sobra sabemos que es literalmente imposible gustarle a todo el mundo (¡y tampoco lo necesitamos para estar bien!). Si ya nos gustamos nosotros, ¿Para qué necesitamos más?
Miedo a no saber justificar el «no»
Muchas veces, creemos erróneamente que el hecho de no saber justificar un «no» significa que debamos decir un «sí». Y esto no es así; habrá veces que no sabremos exactamente por qué algo en concreto no nos apetece, y eso no significa que debamos aceptarlo.
Debemos escucharnos y, sencillamente, si no queremos algo en un determinado momento, optar por declinar la propuesta.
Inseguridades y miedo a defraudar
Otra de las posibles causas por las que tendemos a decir sí cuando queremos decir no, y relacionada con las anteriores, es la existencia de inseguridades en uno mismo. Cuando no tenemos claro lo que queremos, o no nos aceptamos del todo, es más probable que dudemos de las cosas… En relación con esto, hay una frase: «Quien no sabe lo que quiere, no entiende lo que encuentra».
Por otro lado, cuando no estamos seguros de nosotros mismos, tienden a aparecer los sentimientos de culpa tras un «no». ¿Se habrá ofendido la persona? ¿Se sentirá mal si le digo que no? Y por ello, cometemos el error de aceptar cosas que no queremos realmente, por el miedo a defraudar.
Decir sí cuando queremos decir no: breve reflexión
Como hemos visto, detrás de esta acción se esconden varias razones. Lo que está claro es que es más probable que caigamos en el acto de complacer a los demás diciendo sí a propuestas que en realidad no queremos, cuando nuestra autoestima está tocada o no nos sentimos suficientemente fuertes.
En este sentido, la clave está en conocernos y en encontrar nuestro propio camino, ya que de esta forma nos veremos más capaces de ser asertivos y de expresar libremente nuestras opiniones.
¡El autoconocimiento deja poco espacio para las dudas! Y este proceso, por suerte o por desgracia, dura toda la vida. Traza tu propio camino, abre los ojos al aprendizaje y verás como poco a poco los sí solo son sí cuando son de verdad.