¿En qué etapas de la vida es más dañino consumir alcohol?
Durante la adolescencia, a partir de los 65 años y en el periodo de gestación, según un nuevo estudio.
Se sabe que el consumo de alcohol provoca daños en la salud cerebral, pero hasta ahora no se había estudiado en qué edades o momentos de la vida es más nocivo. Una nueva investigación, publicada en la revista The British Medical Journal, evidencia que hay tres periodos críticos: la gestación (desde la concepción hasta el nacimiento), la adolescencia tardía (15-19 años) y la edad adulta mayor (más de 65 años).
En el primer caso, el de las mujeres embarazadas, las cifras globales indican que un 10% de ellas consumen alcohol durante este periodo, con tasas considerablemente más altas en los países europeos que el promedio mundial. De entre todos los efectos negativos de esta práctica, el más grave es que un consumo excesivo puede causar un trastorno del espectro alcohólico fetal, asociado con una reducción generalizada del volumen cerebral y el deterioro cognitivo. La recomendación en el periodo de gestación es no tomar nada de alcohol, ya que hacerlo de modo bajo o moderado está significativamente relacionado con peores resultados psicológicos y de comportamiento en la descendencia.
Otro de los aspectos que los investigadores han destacado es que las tendencias demográficas pueden agravar el efecto del consumo de alcohol en la salud cerebral. Por ejemplo, las mujeres tienen ahora las mismas probabilidades que los hombres de beber alcohol y sufrir daños relacionados con el alcohol, y se prevé que el consumo mundial aumente aún más en el próximo decenio.
Adolescencia y mayores de 65 años
En lo que respecta a la adolescencia, según las estadísticas, más del 20% de los jóvenes europeos entre 15 y 19 años declaran haber bebido en exceso al menos ocasionalmente (definido como 60 g de etanol en una sola ocasión). En España, la última Encuesta Europea sobre Alcohol y otras Drogas ( ESPAD 2019), publicada por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, muestra que el 17% de los adolescentes de 15 y 16 años se suele emborrachar.
La evidencia muestra que la transición al consumo compulsivo de alcohol en esta etapa de la vida se asocia con un volumen cerebral reducido, un desarrollo más deficiente de la materia blanca (fundamental para el funcionamiento eficiente del cerebro) y deficiencias de pequeñas a moderadas en una serie de funciones cognitivas.
Por otro lado, aunque los trastornos por consumo de alcohol son relativamente raros en los mayores, los autores señalan que se ha demostrado que incluso el consumo moderado de alcohol está relacionado con una pérdida pequeña pero significativa de volumen cerebral en la mediana edad, aunque se necesitan más estudios para comprobar si estos cambios estructurales se traducen en un deterioro funcional.
Pandemia y consumo de alcohol
La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 ha disparado el consumo de alcohol en los países desarrollados. Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica han registrado un aumento de hasta el 45%, según un informe del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina. El estrés, la angustia y la incertidumbre provocado por los confinamientos parecen haber sido los detonantes de este incremento, dado que, según explica una investigación publicada en The Lancet y realizada por un grupo de especialistas de la Facultad de Psicología de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido): “el estrés es un factor de riesgo importante para la aparición y el mantenimiento del abuso de alcohol. Por ejemplo, el consumo crónico de alcohol da como resultado neuroadaptaciones en las vías del estrés y la recompensa, que conducen a ejes hipotalámicos hipofisarios adrenocorticales y adrenomedulares simpáticos disfuncionales, caracterizados por desregulación de la respuesta del cortisol y déficits en la regulación emocional”.