Las dificultades sexuales que puedes experimentar si consumes drogas
Los efectos están lejos de proporcionar una experiencia afrodísiaca e influyen de manera muy negativa en el apetito y el rendimiento sexual.
Muchas personas, sobre todo adolescentes, parten de la conjetura o la ‘fantasía’ de que el uso de drogas está ligado a una mayor estimulación y rendimiento sexual. Pero la realidad es que esta fantasía se queda solo en eso, en un mero reflejo mental. Deben saber, que los aparentes e iniciales ‘beneficios eróticos’ de las drogas esconden un dramático fin de la erótica. De hecho, se convierten en potenciales enemigas.
En primer lugar, cabe mencionar que la mayoría de ellas, al ser sustancias que cambian nuestro estado de ánimo, pueden afectar negativamente en la percepción e intensidad de nuestro deseo erótico en el plano físico y/o emocional. De ahí se derivan todos los demás, tanto en hombres como en mujeres, aunque depende de varios factores como la frecuencia de consumo o su prolongación en el tiempo. A continuación, detallamos los efectos negativos más comunes en esta relación fatal.
EFECTOS NEGATIVOS DE LAS DROGAS SOBRE LA SEXUALIDAD
- Disminución de las hormonas masculinas (testosterona)
El uso de drogas, alcohol y tabaco producen exceso de prolactina en el organismo, hormona que bloquea la producción de testosterona en el varón, provocando la reducción de hasta el 50 por ciento, en la generación de esta hormona masculina.
- Disminución en la producción de espermatozoides
Un consumo habitual de drogas, por ejemplo de la más común, la marihuana, dificulta la fertilización natural de óvulo ya que los espermatozoides se mueven con mayor dificultad, la cantidad y el estado de estos también disminuye. En cuanto a drogas más fuertes (la cocaína, el éxtasis o la heroína) puede llegar provocar las disfunciones sexuales masculinas y dañar el material hereditario de los gametos.
- Falta de deseo sexual
Su uso esporádico puede incrementar las sensaciones corporales, pero su uso habitual provoca disfunción eréctil y priapismo (erección dolorosa y permanente), así como una importante pérdida del deseo sexual.
Además, algunas drogas han demostrado ser un potente anestésico local, reduciendo la sensibilidad genital y provocando el desinterés por el sexo. Este mismo desinterés puede causarlo la propia adicción, necesitando más el ‘chute’ de la droga en concreto que el proveniente de otro tipo de placer o estímulo.
- Retraso en la eyaculación
En los hombres, el efecto inicial más común de la heroína y otras sustancias es la inhibición del orgasmo/ eyaculación; más tarde, puede provocar un descenso del deseo sexual y la respuesta sexual. Personas con eyaculación precoz pueden notar un retraso en la eyaculación a dosis pequeñas, pero la erección desaparece a dosis más altas.
- Disfunción sexual
Tanto el alcohol como otras sustancias, pueden alterar el comportamiento convencional facilitando la pérdida de control de algunas emociones y la desinhibición de conductas que se habían aprendido a controlar en sociedad. En este sentido, se puede pensar que el impulso sexual es mayor, pero si el consumo es excesivo puede tornarse en todo lo contrario.
Tras los momentos de euforia aparecen los de depresión y su uso prolongado puede producir un deterioro del sistema nervioso central que conduce a una mengua importante de la función sexual.
De esta forma, puede facilitar la exposición del impulso sexual, pero como también inhibe partes del sistema nervioso autónomo implicadas en la erección, dificulta que ésta se alcance y en consecuencia también la penetración y el coito. También pueden producirse dificultades en la lubricación genital y en la excitación.
- Disminuye las intensidades físicas y del orgasmo
El alcohol difumina las sensaciones físicas y en la mujer dificulta el orgasmo; y en el hombre tras las primeras copas hay un incremento temporal y aparente del deseo sexual y la sociabilidad. Sin embargo, si continúa bebiendo, las funciones de la erección y eyaculación se deterioran sistemáticamente en relación proporcional a la dosis de alcohol, hasta el punto de disfunción total. Asimismo, el alcohol debilita la eficacia masturbatoria y disminuye el goce y la intensidad del orgasmo en ambos sexos.
Esta peculiaridad puede dificultar o frenar el inicio de la respuesta genital, lo que en ocasiones puede derivar en dificultades para la erección y eyaculación en hombres y en falta de lubricación en mujeres.