¿Por qué a la cerveza pequeña se la llama zurito?
El torero cordobés Gabriel de la Haba ‘Zurito’ sirvió de referente para bautizar en los años 60 la medida más corta de cerveza.
En Twitter además de agrias discusiones y memes hipervirales hay cosas que valen mucho la pena. Entre sus muchas genialidades está la cuenta New New York Times, que se dedica a reseñar todas las palabras que el periódico neoyorkino emplea por primera vez. Neologismos, voces dialectales o en idiomas distintos al inglés componen una lista permanentemente actualizada en la cual –y para jolgorio de los tuiteros vascos– suelen aparecer de vez en cuando palabras en euskera como txistorra, txapela o bertsolaritza e incluso entrañables expresiones en ‘euskañol’ como aprovechategui y amarrategui. Aunque en EL CORREO no dispongamos de esta sofisticada herramienta (en realidad, un script informático que rastrea continuamente la web del diario y la compara con su archivo histórico), gracias a la hemeroteca digital sí que podemos buscar en qué fecha los redactores utilizaron por primera vez una determinada frase o palabra.
El zurito hizo por ejemplo su aparición estelar en estas páginas el 18 de agosto de 1982. Anteayer, como quien dice, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día es un término muy común y de uso habitual. Pues resulta que el zurito no sólo es moderno, sino que además su etimología nada tiene que ver con zuri (blanco en euskera) ni con el níveo color de la espuma de cerveza. El zurito es la medida cervecera más pequeña que se puede pedir en nuestros bares, equivalente al pote o chato de vino y a una cantidad de bebida que ronda entre los 100 y los 150 mililitros. Ahora a nadie le llama la atención, pero hubo tiempos en los que los hosteleros no entendían a qué se referían los jóvenes que solicitaban un zurito.
-¿Un qué?
-Un zurito, por favor.
-¿Y eso qué demontres es?
Vino de Gipuzkoa
El zurito era cosa de modernos, de chavales conocedores de la última novedad bebible. La moda vino desde Gipuzkoa en la segunda mitad de los años 60 e hizo furor entre una generación menos aficionada al vino que sus padres o abuelos. A los txikiteros clásicos la idea de potear a base de cerveza (¡y encima pequeña!) les pareció un despropósito, una irreverencia impropia de hombres decentes y apta únicamente para pipiolos provocadores. A los hosteleros, sin embargo, les acabó seduciendo: el zurito abrió las puertas de los bares a un nuevo tipo de público con nuevas formas de consumir.
Hay quien cree que la tardía aparición del zurito está relacionada con que en aquella época se bebía la cerveza exclusivamente en botellín, formato cuyo tamaño más pequeño era de un quinto (200 ml). Esta teoría es más falsa que una moneda de tres euros, porque ya en 1945 e incluso antes hubo en Euskadi bares con cerveza de grifo en los que se podía tirar la cantidad de bebida que se quisiera. Lo que no había era costumbre de txikitear a base de cebada.
El origen del apodo
La implantación regional del trago corto de cerveza (conocido en otros sitios como ‘corto’ a secas o ‘penalti’) se la debemos a un hombre al que me temo que en vida no se le rindieron los honores merecidos. Carlos Pérez Garrido, alias ‘Txarli’, falleció el 23 de febrero de 2018 en San Sebastián a los ochenta años de edad dejando seis hijos y una profunda huella txikitera. Fue él quien a mediados de los 60, harto del vino peleón que tanto disfrutaba el resto de su cuadrilla, comenzó a pedir en los bares de la Parte Vieja donostiarra media caña o un mini de cerveza. Primero convirtió a unos cuantos miembros más de su cuadrilla al culto por la malta; luego consiguió que su amigo Patxi Alcorta, dueño del bar Irutxulo (calle Puerto, 9), les sirviera el trago sin poner ni un pero.
Pérez y Alcorta tenían en común su pertenencia a la peña taurina Zurito, bautizada en honor del torero cordobés Gabriel de la Haba Vargas. A finales del siglo XIX el primer Zurito, abuelo de Gabriel, recibió ese apodo por lucir aún en sus primeras corridas unas marcas pálidas en torno a sus ojos. Su familia había intentado que se dedicara a la fragua en vez de a los toros y las señales que le dejaban las gafas de soldar se parecían a los círculos blancos que rodean los ojos de las palomas zuritas. Aquel mote taurino acabó dando nombre a una peña donostiarra y, de paso, al trago corto de cerveza que sus socios bebían en el Irutxulo.