¿REALIZAR ESTUDIOS O SABER PREGUNTAR?

Artículo de Jaume Funes.
Ahora. 6 de mayo de 2012.
Fuente: www.sobredrogues.net
Si queremos conocer de manera útil que pasa en las vidas adolescentes, conviene saber conjugar cinco verbos: mirar, ver, observar, escuchar y preguntar. Este último quedó pendiente de explicación, aunque advierto que quizás era el más difícil de practicar. Frecuentemente, los psicólogos decimos a los padres que deben hablar con sus hijos. Tutores y tutoras piden saber cómo se hace una entrevista con adolescentes. Médicos y enfermeras no acaban de encontrar la forma de cumplimentar los protocolos previstos. El problema es que, si se quiere obtener alguna información útil, no vale cualquier forma de preguntar.
Por eso recordamos a los padres que hay que practicar primero los otros cuatro verbos y hablar y preguntar en el momento oportuno, habitualmente el más inoportuno para nosotros. No se trata de agendas sino de aprovechar cuando parecen dispuestos a decir algo. La hora de tutoría individual es a menudo un encuentro de despacho en el que, pocos minutos después de empezar, no se sabe qué preguntar y acumulamos todo un repertorio de monosílabos como respuesta. Así, ponemos de relieve que hay que aprovechar los intersticios, los tiempos perdidos, la relación cotidiana de final de clase, de pasillos, de excursiones.
Saber realmente qué contestan
Cuando aparecen por las consultas obtenemos respuestas inevitables. El problema es atribuir al mismo valor, saber el significado de lo que contestan. Responder que beben sólo alguna cerveza no es equivalente a bebedor moderado o incipiente. Puede haber bebido globalmente poco pero todo en una tarde. Tenemos que llenar la historia clínica a partir de lo que conoce una enfermera en la escuela hablando con ellos y su grupo.
En todos los casos, cuando debemos preguntarnos, hay que seguir unas reglas . Destacaré algunas. De entrada, debemos esperar el momento. Lo que nos dice el hijo cuando llega tarde es la moto que ha inventado en el camino a casa. Al día siguiente, cuando ya piense que todo está olvidado, la información facilitada será más válida. Si queremos saber, además de interrogar, debemos explicar nuestras preocupaciones. Responden más cuando se dedican a tranquilizarnos, cuando sienten que compartimos información. A veces se trata de deducir. No hay que preguntarse si fuman porros. Basta preguntando qué hacen sus amigos. No hay una lista predeterminada de preguntas. Hay que ordenar interrogantes a partir de la observación previa. La adolescencia también tiene sus claves interrogativas.

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