SE ACABA EL TURISMO DEL PORRO
En Maastricht, ciudad fronteriza, los habitantes se han cansado del comportamiento de la marea de turistas belgas, franceses y alemanes que acuden a comprar marihuana y hachís.
Aunque no lo parezca, en este tema en Holanda también existen límites. La venta de las llamadas “drogas blandas” está tolerada, pero en cantidades limitadas: un máximo de 5 gr. de cannabis por persona y día, y en los establecimientos no pueden acumular más de 500 gr. Y estos límites peligraban en Maastrich por la avalancha de turistas.
Según el Abogado General del Tribunal de Justicia de la UE, Yves Bot, “los estupefacientes, incluído el cannabis, no son una mercancía como las demás y su vente escapa a las libertades de circulación garantizadas por el Derecho de la Unión, puesto que su comercialización es ilícita”. Sólo las drogas de uso médico están protegidas por las reglas comunitarias.
En los últimos años el número de coffee shops ha bajado. En 1997 existían 1.200, y en 2003 se contabilizaban 754. Ahora, los dueños de estos locales y el Ministerio de Justicia, planean vetar la entrada a las personas que no estén registradas en Holanda, convirtiendolos en clubes privados y evitando de esa manera la entrada de turistas que visitan el país para consumir marihuana.
Por otro lado, también se teme que estas normas creen más problemas y lleven a los compradores al mercado ilegal. La solución, dicen algunos, legalizarlo. En Holanda no tienen miedo a ello, a pesar de su política tolerante en este tema, la juventud holandesa consume mucha menos marihuana que en otros países; concretamente, ocupa el décimotercer lugar entre 23 naciones europeas, detrás de países como España, Italia y la República Checa, que duplican la cifra holandesa.