SER JOVEN, DEVENIR PARADO

Primero no tenían adolescencia. Eran chicos de barrio que a los 14 años pasaban a ser jóvenes obreros, aprendices de la explotación en pocas semanas de taller. Después, con las grandes crisis industriales de los 80, descubrieron que tenían adolescencia pero no tenían trabajo. Era un nuevo tiempo para estar en la calle y no saber qué hacer hasta que la ocupación pusiera fin a su estado. El siglo XXI nació con adolescencia obligatoria y una juventud estudiosa que, de modo diverso, en un momento u otro encontraba empleo y sentido a la vida. Pero, superada la primera década, nos encontramos con larga adolescencia y juventud indefinida, destinada a ser poco menos que eternamente parada.

Escribo el mismo día que el Parlamento habla de los jóvenes parados. Todavía no he oído los lamentos políticamente correctos que, seguro, se pronunciarán y espero que, entre todos, hagan alguna propuesta sensata y aplicable. Pero, ¿qué significa ser adolescente sin pensar en el trabajo? ¿Ser joven construyéndose sin referencias a un empleo que ordene la vida? ¿Qué significa vivir en presente negativo sin pensar en un futuro en negro?

 

¿Qué estructura la identidad?

Las crisis económicas anteriores consiguieron que el eje para la construcción personal dejara de ser el trabajo. El ocio, las relaciones, las actividades compartidas pasaron a estructurar la identidad. La precariedad y la explotación consiguieron que desapareciera la cultura del trabajo. Ir al trabajo pasaba a ser una simple forma de obtener dinero para disfrutar de momentos y situaciones. Pocos jóvenes tenían la sensación de que les aportaba algo más. Sin embargo, mientras eran la parte más importante de la sociedad, aunque podían protestar, poner en crisis el sistema. ¿Y ahora?, ¿qué pueden hacer cuando no tienen trabajo, trabajan en precariedad esclavista y son una minoría social?.

Si esta sociedad de grandes quiere hacer algo para sus ciudadanos jóvenes no basta reducir la cifra de paro. Debe pensar cómo tener adolescencia con experiencias formativas diversas más allá de la rigidez escolar. Cómo tener juventud con experiencias prácticas de aplicación de lo que saben en la vida real, experiencias laborales humanizadoras alternadas con las experiencias formativas. Jóvenes ocupados con retribuciones destinadas a pasarlo bien ya hacer planes. Posibilitar vidas en que ser joven signifique poder emanciparse y decidir sobre la propia vida y que tenga algún sentido.

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