Si beber es malo, beber solo es peor
Hacerlo en solitario en la adolescencia anticipa problemas en la edad adulta.
Un nuevo estudio de la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, Pensilvania, EE UU) ha evidenciado que beber solo durante la adolescencia y la adultez temprana aumenta considerablemente el riesgo de trastorno por consumo de alcohol (AUD) más adelante en la vida.
Para llevar a cabo este estudio se pidió a cerca de 4.500 adolescentes –todos ellos de 18 años– que respondieran encuestas en las que les preguntaban sobre sus patrones de consumo de alcohol y si lo hacían cuando estaban solos. Luego, estos participantes fueron seguidos durante 17 años, brindando información sobre su consumo de alcohol y bebiendo solos en la edad adulta joven –a los 23 y 24 años– e informando síntomas de trastorno por consumo de alcohol en la edad adulta –35 años–. Los resultados mostraron que los adolescentes y adultos jóvenes que informaron haber bebido solos tenían un mayor riesgo de desarrollar síntomas de este trastorno en la edad adulta, en comparación con sus pares que solo bebían en entornos sociales.
“La mayoría de los jóvenes que beben lo hacen con otros en entornos sociales, pero una minoría sustancial de jóvenes beben solos. Beber en solitario es un factor de riesgo sólido para el futuro trastorno por consumo de alcohol”, dijo la autora principal, Kasey Creswell, profesora asociada de Psicología en la Universidad Carnegie Mellon.
Asimismo, el equipo controló una serie de factores de riesgo tempranos bien establecidos para los problemas con el alcohol, como el consumo excesivo y el consumo frecuente. Así, descubrió que las probabilidades de tener síntomas de AUD a los 35 años eran un 35% más altas para los adolescentes que bebían solos y un 60% mayores para los adultos jóvenes que bebían solos, en comparación con los bebedores sociales.
Las adolescentes que bebían solas parecían tener un riesgo particular de desarrollar futuros problemas con el alcohol en la edad adulta. A esto se le añade que, alrededor del 25% de los adolescentes y el 40% de los adultos jóvenes informaron de que bebían solos. Estos hallazgos sugieren que las intervenciones dirigidas pueden ser útiles para educar e informar a estos grupos, especialmente a las mujeres jóvenes, sobre los riesgos del consumo de alcohol en solitario para prevenir el desarrollo de trastorno por consumo de alcohol en el futuro.