Investigadores catalanes han identificado un mecanismo por el que el cannabis afecta a la capacidad que tienen las neuronas de responder frente a estímulos, modificando sus conexiones, y que es necesaria para procesos como el aprendizaje y la memoria, tras analizar sus efectos en ratones.

El estudio, publicado en la revista Biochemical Pharmacology y liderado por el investigador de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona Andrés Ozaita, ha mostrado cómo el principal componente psicoactivo del cannabis afecta a la maquinaria necesaria para mantener el balance de proteínas en el hipocampo, han explicado los investigadores en un comunicado.

Se analizaron las proteínas del hipocampo que presentaban alteraciones tres horas después de administrarse a los roedores una dosis amnésica del principal componente psicoactivo del cannabis, el tetrahidrocannabinol (THC).

Posteriormente vieron que estas proteínas estaban relacionadas con el proteasoma, que es un complejo proteico que se encarga de la degradación de las proteínas que no son necesarias, o están dañadas, facilitando su continuo recambio.

FUENTE: www.20minutos.es

El deterioro mental perceptible en los alcohólicos tiene poco que ver con esa asentada leyenda urbana.

Huelga decir que de ninguna manera estamos respaldando el consumo de alcohol. El alcohol daña casi todos los órganos vitales de nuestro cuerpo. Pero solo para dejar de lado esta leyenda urbana, el alcohol no ha matado ni mata neuronas. El alcohol afecta más bien a las conexiones neuronales del cerebelo, zona de la que dependen el aprendizaje y la coordinación motora. Pero, como se puede comprobar en las autopsias, los encéfalos de los abstemios y los adictos a la botella tienen el mismo número de neuronas. Es su calidad, no la cantidad, lo que sufre con las borracheras.

¿De dónde procede este mito?

El mito que afirma que el alcohol mata las células cerebrales se remonta a tiempos lejanos y, sobre todo, está relacionado con la aprobación de la 18ª Enmienda en Estados Unidos, cuando el movimiento de la Templanza comenzó a difundir el rumor de que el consumo de alcohol mataba nuestras valiosas neuronas.

Debido a la lentitud del movimiento, la dificultad para hablar y simplemente la torpeza de los borrachos, este rumor fue ampliamente aceptado como un hecho y se extendió como un reguero de pólvora. De hecho, no fue hasta 1993, exactamente 60 años después de la derogación de la Ley de Prohibición, que la ciencia finalmente pudo concluir sin ninguna duda que el alcohol no mataba las neuronas. Básicamente los investigadores compararon las neuronas de los alcohólicos con los no bebedores y no encontraron diferencias notables.


Según José Manuel Moltó, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), ‘durante décadas los neurocientíficos pensábamos que el número de neuronas se estabilizaba tras el desarrollo prenatal y postnatal y que empezaba un lento declive que algunas cosas como los tóxicos podían agudizar. En la década de 1960 descubrimos, sin embargo, que se forman nuevas neuronas en el encéfalo a lo largo de la vida adulta a partir de células madre. Estas nuevas neuronas están en localizaciones determinadas y no sustituyen a las que pueden perderse como resultado de un accidente o de una enfermedad neurodegenerativa. No obstante se supone que son imprescindibles para procesos tales como la memoria’.

Cuando el alcohol llega al cerebro, desactiva la función al dañar el tejido conectivo al final de las neuronas. Esto interrumpe la comunicación entre las neuronas y hace que sea más difícil para un individuo concentrarse o completar tareas menores. Sin embargo, nuestros cuerpos son increíblemente resistentes y en su mayor parte ‘perdonan’ las obras de la naturaleza. Este alboroto celular inducido por el alcohol causa un daño menor y definitivamente no da como resultado la muerte de la neurona.

Ahora bien, aunque el alcohol no mate las neuronas, pues para aniquilar cualquier tipo de célula, se necesitan altísimas concentraciones de alcohol –próximas al 100%–, y empezamos a emborracharnos a partir de un nivel en sangre del 0,1%, sí mata a millones de personas cada año. De ahí que pedimos que no se vea este artículo como una excusa para beber en exceso. Como todo en esta vida, lo importante es la moderación.

El consumo de alcohol altera la estructura y la función de las neuronas en un área del cerebro llamada cuerpo estriado dorsomedial, una región del cerebro que impulsa comportamientos dirigidos a objetivos, y el alcohol da como resultado «alteraciones persistentes de la morfología neuronal» en esta zona.

Modifica la estructura de las neuronas

Los estudios han determinado que el alcohol cambia la estructura física de las neuronas espinosas medianas, el tipo principal de célula en el cuerpo estriado. Estas neuronas pueden facilitar o inhibir la realización de comportamientos específicos debido a uno de los dos tipos de receptor de dopamina: D1 o D2. El consumo periódico de grandes cantidades de alcohol actúa sobre las neuronas D1, lo que las hace mucho más excitables y, por lo tanto, se activan con menos estimulación.

FUENTE: www.muyinteresante.es

Los hallazgos vinculan el consumo de alcohol con cambios a largo plazo en la estructura de la sustancia blanca y la sustancia gris del cerebro.

Con la legalización de la marihuana en aumento en algunos países, un número creciente de estudios explora los posibles daños y beneficios de esta droga. Sin embargo, una nueva investigación pone sobre la mesa que cuando se trata de la salud del cerebro, el alcohol es mucho más dañino que la marihuana.

Los científicos de la Universidad de Colorado en Boulder (EE. UU.) realizaron una revisión de los datos de imágenes existentes que analizaban los efectos del alcohol y la marihuana, o cannabis, en el cerebro. Los resultados han sido publicados en la revista Addiction.

Marihuana vs. alcohol: ¿Qué es peor?

Para este último estudio, Rachel Thayer, líder de la investigación y sus colegas trataron de aprender más sobre cómo el uso de marihuana afecta el cerebro pues, hasta ahora, los resultados de las investigaciones han sido mixtos.

«Cuando se observa estos estudios que datan de hace años, veremos que un estudio informará que el consumo de marihuana está relacionado con una reducción en el volumen del hipocampo. Luego aparece el próximo estudio, y dice que el uso de la marihuana está relacionado con cambios en el cerebelo… El punto es que no hay consistencia en todos estos estudios en términos de las estructuras cerebrales reales», aclara Kent Hutchison, coautor del trabajo.

Con el objetivo de cerrar la brecha en esta inconsistencia, los científicos realizaron un nuevo análisis sobre los datos existentes de imágenes cerebrales. Analizaron cómo el uso de la marihuana afecta la materia blanca y la materia gris en el cerebro, y cómo se comparan sus efectos con otra «droga» a la que nos hemos acostumbrado tanto: el alcohol.

La materia gris es el tejido en la superficie del cerebro que consiste principalmente en cuerpos de células nerviosas. La sustancia blanca es el tejido cerebral más profundo que contiene fibras nerviosas mielinizadas, que son ramas que sobresalen de las células nerviosas que transmiten impulsos eléctricos a otras células y tejidos. Cualquier reducción en el tamaño de la sustancia blanca o gris o una pérdida en su integridad puede provocar alteraciones en el funcionamiento del cerebro.

El estudio incluyó las imágenes del cerebro de 853 adultos que tenían entre 18 y 55 años y 439 adolescentes con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años.Todos los participantes variaban en su consumo de alcohol y marihuana.

Los investigadores descubrieron que el consumo de alcohol, especialmente en adultos que habían estado bebiendo durante muchos años, fue asociado a una reducción en el volumen de materia gris, así como una reducción en la integridad de la sustancia blanca.

Sin embargo, el consumo de marihuana no pareció tener ningún impacto en la estructura de la materia gris o blanca ni en adolescentes ni en adultos.

La marihuana no tuvo impacto significativo en el cerebro

Con base en estos hallazgos, los investigadores creen que beber alcohol es probable que sea mucho más dañino para la salud cerebral que el consumo de marihuana.

«Aunque la marihuana también puede tener algunas consecuencias negativas, definitivamente no está cerca de las consecuencias negativas del alcohol», comenta Kent Hutchison, coautor del trabajo.

Sin embargo, respecto a los posibles beneficios del consumo de marihuana, los científicos aclaran que aún se necesita más investigación para llegar a conclusiones concretas.

FUENTE: www.muyinteresante.es

El alcohol puede acelerar la deshidratación del cuerpo, que sí afecta al cerebro. Sin embargo, si en un día de copas de más se acompañan estas con agua, el daño no será el mismo. Además de la deshidratación, el estrés, el tabaco, dormir poco, la cocaína… sí que son enemigos mortales de las neuronas.

Contrariamente a la creencia popular, no tenemos un suministro limitado de neuronas. La mayoría de estas aparecen en los primeros años de nuestra vida, pero en algunas áreas del cerebro continúan apareciendo en la etapa adulta en un proceso llamado conocido como neurogénesis, que es como se conoce al nacimiento de nuevas neuronas. El hipocampo es una de estas áreas, y es también una de las más importantes del cerebro, desempeñando importantes papeles en la memoria, la emoción y el aprendizaje. Pero a medida que envejecemos, una serie de factores compiten con la neurogénesis y matan las células cerebrales. Muchos creen que el consumo de alcohol es un hábito que acelera este proceso, pero lo cierto es que no es así y que hay otros que sí son fatales para las neuronas.

Dormir poco

Desde la National Sleep Foundation recomienda que la mayoría de los adultos deben mantener un hábito de sueño que comprenda entre siete y nueve horas cada noche. Esto da a nuestros cerebros suficiente tiempo para moverse a través de las etapas del sueño, que gradualmente se vuelven más profundas, y terminan en sueño REM  antes de comenzar de nuevo. Llegar al sueño REM es importante porque es durante este tiempo que el cerebro está trabajando duro tanto para mantenernos dormidos mientras que también activa algunas regiones responsables, por ejemplo, del aprendizaje. Esto es cuando los recuerdos se consolidan y almacenan, y los niveles de energía se reponen. No debe sorprendernos pues, que alguien que constantemente duerma pocas horas tenga más dificultades para concentrarse, tomar decisiones y comprometerse en situaciones de aprendizaje y sociales. Un estudio reciente muestra cómo estos efectos van asociados a un daño cerebral en el tiempo. En el estudio se encontró que las neuronas en la región productora de energía del cerebro llamada locus coeruleus (locus cerúleo) comenzaron a morir a causa de la vigilia prolongada. Sin estas células para producir energía, nuestros cuerpos son incapaces de funcionar correctamente al día siguiente. Otro estudio encontró que la privación del sueño podría causar una contracción en la corteza cerebral y el hipocampo, especialmente en adultos mayores de 60 años, lo que sugiere que el sueño se vuelve cada vez más importante a medida que envejecemos.

Fumar

Está demostrado que provoca cáncer, bronquitis crónica hasta el enfisema, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares… e incluso la muerte y una menor producción de neuronas. En un estudio realizado en 2002 por el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, los científicos descubrieron que las ratas adictas a la nicotina generaban un 50% menos de neuronas en el hipocampo. Aquellas que tomaron dosis más altas de nicotina también experimentaron un porcentaje de muerte neuronal superior. Otro estudio encontró un compuesto en los cigarrillos, llamado NNK, podría causar una respuesta exagerada en los glóbulos blancos del cerebro, obligándolos a atacar a las células cerebrales sanas también.

Deshidratación (no el alcohol en sí)

De aquí surge la percepción errónea de que el alcohol en sí mata neuronas, cuando no es así. Esto procede del hecho de que el alcohol en exceso desencadena toda una serie de procesos corporales. Uno de ellos es que acelera y multiplica las veces que hay que acudir al baño. Cuanto más se bebe, el alcohol suprime la hormona vasopresina, conocida como hormona antidiurética, que es responsable de retener el agua en el cuerpo. Esto hace que nuestros cuerpos no puedan sostener nuestra orina en el cuerpo y la expulsen más rápidamente, acelerando el proceso de deshidratación (y una peor resaca). Teniendo en cuenta que el 75% del cerebro está formado por agua, es recomendable, no ya evitar el exceso de alcohol, sino mantener el cuerpo correctamente hidratado, algo que se haría extensible a una noche de exceso de copas.

Estrés

En personas con niveles de estrés elevados, los niveles de cortisol pueden ser tan excesivos que el cerebro termina generando más células productoras de mielina y menos neuronas, según un estudio reciente. En los casos más graves, esto puede desembocar en episodios de esquizofrenia y trastornos de ansiedad.

Cocaína y otros estupefacientes

Mientras que la marihuana no mata neuronas, sí que otras sustancias como la cocaína, metanfetamina o el MDMA sí que lo hacen, según la Drug Enforcement Administration. Los investigadores creen que este daño a las células cerebrales es lo que conduce a la adicción a las drogas, ya que el usuario encuentra progresivamente más difícil sentirse bien por sí mismo.

FUENTE: www.20minutos.es

Un estudio de la Universidad de Finlandia Oriental y el Hospital de la Universidad de Kuopio halla más cambios en el cerebro en sujetos masculinos después de 10 años de consumo.

Científicos de la Universidad de Finlandia Oriental y el Hospital de la Universidad de Kuopio, en Finlandia, han encontrado que las funciones cerebrales en hombres y mujeres jóvenes cambian por el consumo a largo plazo de alcohol, pero que estas modificaciones son significativamente diferentes en hombres y mujeres. Esto indica no sólo que los jóvenes podrían estar en mayor riesgo de daño a largo plazo por el consumo de alcohol, sino también que los riesgos son probablemente diferentes en los hombres y en las mujeres, con los primeros posiblemente con más riesgo.

Un grupo de investigación finlandés trabajó con 11 hombres jóvenes y 16 mujeres jóvenes que consumieron alcohol durante diez años y los compararon con 12 hombres jóvenes y 13 mujeres jóvenes que habían tomado poco o no habían consumido alcohol. Todos tenían entre 23 y 28 años de edad en el momento en que se tomaron las mediciones.

Los investigadores -cuyo trabajo se presenta en la reunión del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología que se celebra en París, Francia–, examinaron las respuestas del cerebro al ser estimulado por pulsos magnéticos conocido como Estimulación Magnética Transcraneal (TMS, por sus siglas en inglés), que activa las neuronas del cerebro. La actividad cerebral se midió utilizando EEG (electroencefalograma).

Anteriormente, los científicos habían encontrado que los grandes consumidores de alcohol mostraban una mayor respuesta eléctrica en la corteza cerebral que los no alcohólicos, lo que indica que había habido cambios a largo plazo en cómo responde el cerebro. Esta vez, encontraron que los hombres jóvenes y las mujeres jóvenes respondieron de manera diferente, con los hombres mostrando un mayor aumento de la actividad eléctrica en el cerebro en respuesta a un pulso de TMS.

Outi Kaarre, autor de la investigación, explica: «Hemos encontrado más cambios en la actividad eléctrica del cerebro en sujetos masculinos que en las mujeres, lo que fue una sorpresa, ya que esperábamos que sería al revés. Esto significa que el funcionamiento cerebral masculino se altera más que el cerebro femenino con el consumo de alcohol a largo plazo».

El EEG también permitió a los investigadores mostrar que los cerebros masculinos tienen mayor actividad eléctrica asociada con la neurotransmisión GABA (ácido gamma-amino butírico) que los cerebros femeninos. «Generalmente, nuestro trabajo demostró que el alcohol causa cambios más pronunciados en la neurotransmisión eléctrica y química en hombres que en mujeres. Existen dos tipos de receptores GABA, A y B. El consumo prolongado de alcohol afecta a la neurotransmisión a través de ambos tipos en varones, pero sólo un tipo, GABA-A, se ve afectado en las mujeres», detalla Kaarre.

Un neurotransmisor fundamental

«Todavía estamos tratando de averiguar qué significa esto, pero GABA es un neurotransmisor fundamental en la inhibición de muchas funciones cerebrales y del sistema nervioso central. Está involucrado en muchos sistemas neurológicos y es importante en la ansiedad y la depresión. Generalmente, parece calmar la actividad cerebral», añade.

«Sabemos por estudios en animales que la actividad del receptor GABA-A parece afectar a los patrones de consumo, mientras que los receptores GABA-B parecen estar implicados en el deseo general de alcohol. Se ha sugerido que las mujeres y los hombres pueden responder de manera diferente al alcohol. Nuestro trabajo ofrece un posible mecanismo para estas diferencias», señala.

Y prosigue: «Sabemos que el consumo de alcohol a largo plazo puede ser peligroso para los jóvenes. Lo que este trabajo significa es que el consumo de alcohol a largo plazo afecta a hombres y mujeres jóvenes de manera muy diferente y necesitamos descubrir cómo se manifiestan estas diferencias».

«Puede ser que tengamos que considerar regulaciones más estrictas sobre el alcohol en los jóvenes, ya que ninguno de los participantes de nuestro estudio cumplió con los criterios diagnósticos para los trastornos del consumo de alcohol y aun así se detectaron estos cambios significativos en el funcionamiento del cerebro. También puede significar que deben tenerse en cuenta las diferencias de género al planificar el tratamiento farmacológico para el alcoholismo», concluye.

FUENTE: www.jano.es

Los investigadores han descubierto que una mayor ingesta durante un período de estudio de 30 años se asocia con un mayor riesgo de atrofia del hipocampo.

El consumo de alcohol, incluso en niveles moderados, se asocia con un incremento del riesgo de daños cerebrales y de deterioro cognitivo, según un estudio publicado en la revista médica The BMJ.

Sus autores, un grupo de investigadores británicos de las universidades de Oxford y College London, añaden que el trabajo respalda la reciente reducción de la orientación del alcohol en el Reino Unido y cuestiona los límites actuales recomendados en Estados Unidos.

Multitud de estudios han analizado las consecuencias nocivas para el cerebro de una ingesta excesiva de alcohol, pero muy pocos lo han hecho sobre un consumo moderado, sostuvieron los autores.

Por ello, decidieron lanzarse a examinar si una ingesta comedida de bebidas alcohólicas tiene consecuencias positivas, negativas o nulas en la estructura y la función del cerebro.

En el estudio participaron 550 hombres y mujeres sanos y se analizaron sus datos sobre su toma semanal de alcohol y su rendimiento cognitivo medio durante 30 años (1985-2015).

Las pruebas de función cerebral se llevaron a cabo a intervalos regulares y al final del estudio (2012-15) los participantes se sometieron a un escáner cerebral de resonancia magnética.

Se tuvieron en cuenta varios factores que podrían haber influido en los resultados (conocidos como confusión), como edad, sexo, educación, clase social, actividad física y social, tabaquismo, riesgo de accidente cerebrovascular y antecedentes médicos.

Después de ajustar estos factores de confusión, los investigadores descubrieron que un mayor consumo de alcohol durante el período de estudio de 30 años se asoció con un mayor riesgo de atrofia del hipocampo -una forma de daño cerebral que afecta a la memoria y a la navegación espacial-.

Mientras que aquellos que consumían más de 30 unidades a la semana se encontraban en el riesgo más alto en comparación con los abstemios, incluso aquellos que bebían moderadamente (14-21 unidades por semana) tenían tres veces más probabilidades de tener atrofia del hipocampo en comparación con los que no consumían nada.

El estudio considera que una unidad de alcohol equivale a 10 mililitros. Las 14 unidades que se consideran un consumo moderado, corresponden a cuatro pintas (de algo más de medio litro cada una) de cerveza fuerte o cinco copas de vino (175 ml) de 14 grados.

El mayor consumo también se asoció con una menor integridad de la sustancia blanca (crítica para el funcionamiento cognitivo eficiente) y un descenso más rápido de la fluidez del lenguaje (cuántas palabras que comienzan con una letra específica se pueden generar en un minuto).

Los autores señalaron que se trata de un estudio observacional, por lo que no se pueden sacar conclusiones firmes sobre la causa y el efecto, aunque apuntaron que lo descubierto sí puede tener «importantes implicaciones potenciales» sobre la salud de un gran sector de la población.

 

FUENTE: www.diariovasco.com

La memoria se divide en dos: corto y largo plazo. Los recuerdos inmediatos son de corto plazo, pero nuestro cerebro elige cuáles guardar en la memoria a largo plazo. Cuando consumimos grandes cantidades de bebidas alcohólicas, la memoria a corto plazo no funciona de la misma manera que estando sobrio. Por tanto, el cerebro no procesa la información correctamente para llevarla a los recuerdos de largo plazo.

Las lagunas de memoria después de beber alcohol pueden ser en bloque o fragmentario. El primero, significa perder la memoria de esa noche por largo tiempo; mientras que en el segundo, es de forma intermitente. La diferencia entre ambas, es que en bloque no recuerdas nada, pero en la otra puedes recordar si te cuentan lo ocurrido. Sin importar el tipo, la ciencia dice que son provocadas por la misma razón.

¿Cómo ocurren?

Según estudios, esto ocurre porque el alcohol interfiere en los receptores del hipocampo, se bloquean las vías neuronales en el cerebro y no se comunican entre sí con normalidad. En pocas palabras, no somos capaces de crear nuevos recuerdos. No obstante, la memoria podría estar escondida en alguna parte del cerebro, y quizá vengan a la luz de repente.

El efecto del alcohol en nuestra memoria es igual que la amnesia anterógrada. Es decir, que podemos perfectamente recordar lo sucedido antes de comenzar a consumir y luego de ahí, hasta cierto punto. Comer antes ayuda a prevenir, o retardar la embriaguez. Pero si no comes, la sangre se intoxicará mucho más rápido. La razón de las lagunas mentales es porque el nivel de alcohol en la sangre llega a 0.15 % velozmente. Beber lento pudiese evitar que al día siguiente tu mente esté en blanco.

Por lo tanto, una laguna de memoria te puede pasar si la sangre se intoxica rápido. Cada vez que se interfiere en las funciones del cerebro, se está más propenso a tener un daño considerable en este órgano tan importante del cuerpo.

FUENTE: WWW.SUPERCURIOSO.COM

Observad a alguien después de haber tomado un par de copas, y encontraréis una clara evidencia de que el alcohol hace algo a su cerebro. Tropiezan, mezclan sus palabras, pierden el control de sus emociones, y se olvidan las cosas.

Algunas personas han tratado de explicar este comportamiento como consecuencia de la muerte celular causada por el alcohol. A menudo, se empaqueta como un hecho real que se resume en “Tres cervezas matan a 10.000 células cerebrales.”

Pero, ¿es esto cierto?

No. El alcohol hace daño a algunas de nuestras 86 mil millones de células cerebrales, o neuronas, que envían mensajes eléctricos y químicos al cerebro y de aquí a otras partes del cuerpo.

El alcohol etílico puede matar a células y microorganismos. Esto es lo que lo convierte en un eficaz antiséptico. Afortunadamente, cuando tomamos bebidas alcohólicas, nuestro cuerpo trata de no dejar que todo ese etanol circule por nuestro cuerpo sin ser controlado. Las enzimas en el hígado lo convierten primero en acetaldehído (que es altamente tóxico) y luego en acetato, que se descompone en agua y dióxido de carbono y se elimina a través de nuestro cuerpo.

Cuando el hígado hace horas extra

Pero el hígado no puede funcionar tan rápido, el procesamiento de aproximadamente 35,4 cl de cerveza, 177 ml de vino o 44,5 ml de licores destilados le lleva una hora. Si bebemos tan rápido que no dejamos a nuestro hígado mantener el ritmo, el exceso de alcohol se cuela en la sangre y viaja a través del cuerpo hasta que éste pueda ser procesado.

Cuando este alcohol llega al cerebro, no mata las células. Lo que hace es inhibir la comunicación entre las dendritas o conexiones de ramificación en los extremos de las neuronas que envían y reciben información entre las neuronas, en una parte del cerebro involucrada en la coordinación motora. Esta mala comunicación da cómo resultado algunos de los impedimentos típicos de la intoxicación.

Investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis encontraron que el alcohol, incluso cuando se aplica directamente a las neuronas, no las mata. Simplemente interfiere con la forma en la que transmiten información.

Síndrome de Wernicke-Korsakoff

Algunos alcohólicos pueden experimentar la muerte de neuronas, como parte de un trastorno cerebral llamado síndrome de Wernicke-Korsakoff. En estos casos, la evidencia sugiere una vez más que la enfermedad y la muerte celular no son causadas ​​por el alcohol en sí mismo, sino un por una deficiencia de tiamina y la malnutrición que en general a menudo va de la mano del alcoholismo.

Para los bebedores moderados, una serie de estudios realizados en los últimos 15 años sugieren que, lejos de matar a las células del cerebro, un poco de alcohol está asociado a un menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

FUENTE: www.supercurioso.com

Se trata de un área poco estudiada por la ciencia: ¿Qué efecto tiene el orgasmo en nuestro cerebro?

Cuando se trata del orgasmo humano, las investigaciones suelen centrarse en el campo evolutivo de este intenso sentimiento de placer sexual. Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por científicos del Colegio de Artes y Ciencias Weinberg de la Universidad Northwestern de Evanston (EE.UU.) ha profundizado en un área relativamente poco estudiada del clímax humano: de qué manera los orgasmos afectan al cerebro.

Durante el orgasmo, podemos experimentar un aumento en la presión arterial, de la frecuencia cardíaca, respiración agitada y contracciones musculares rítmicas. Pero, ¿cuáles son los mecanismos subyacentes de esta respuesta sexual, sus efectos neurofisiológicos?

Los investigadores analizaron un gran número de estudios y literatura sobre el cerebro y la respuesta del cuerpo ante la estimulación sexual. Esta información fue empleada para crear un modelo que arrojara luz sobre cómo la actividad sexual rítmica afecta a la actividad rítmica en el cerebro.

imagesSegún los autores, la estimulación sexual rítmica, si es suficientemente intensa y si dura lo suficiente, puede aumentar las oscilaciones neurales en las frecuencias de correlación, un proceso llamado “arrastre neuronal”, responsable del “trance sexual”, donde el único foco es la sensación inmediata experimentada.

“La idea de que las experiencias sexuales pueden ser como los estados de trance es en cierto modo antigua. Resulta que esta idea está apoyada por los entendimientos modernos de la neurociencia. En teoría, esto podría cambiar la forma en que las personas ven su sexualidad. El sexo es una fuente de sensaciones agradables y conexión emocional, pero más allá de eso, en realidad es un estado alterado de la conciencia”, explica Adam Safron, líder del trabajo.

Según el experto, la forma en que el cerebro reacciona a la estimulación sexual rítmica es comparable a la forma en la que responde a la música rítmica y al baile o danza. “Este documento proporciona un nivel de detalle mecanicista que antes faltaba”, aclara Safron.

El estudio ha sido publicado en la revista Socioaffective Neuroscience and Psychology.

FUENTE: www.muyinteresante.es