Con la llegada del frío, uno de los mayores miedos de los hombres se hace realidad. Y es que muchos de ellos relacionan la hombría con el tamaño de su pene. Si las temperaturas bajan, independientemente del tamaño de miembro viril que tengan, verán cómo éste se reduce ya que querrá protegerse del frío. Esto se conoce como el efecto tortuga. El nombre le viene porque se hace pequeño escondiéndose como cuando una tortuga se esconde bajo su caparazón para protegerse.

Aunque en un primer momento puede chocar, sobre todo para aquellos hombres que le den una gran importancia al tamaño de su pene, se trata de algo pasajero que no dura más allá del tiempo que se encuentre en contacto con el frío. Por ello, han de estar tranquilos porque, cuando las temperaturas vuelvan a subir, el miembro viril saldrá de su ‘caparazón’ para volver a tener el tamaño que tiene normalmente.

¿POR QUÉ SE ENCOGE EL PENE CUANDO HACE FRÍO?

Como bien dice el título, es el frío el causante de que el miembro viril vea cómo se reduce su tamaño, pero la explicación no esconde ningún problema para el hombre, sino que se trata de un método de protección de su propio organismo. En primer lugar, hay que tener en cuenta la función reproductiva que tiene el pene. Por ello, se puede entender como una respuesta fisiológica para proteger los espermatozoides de las bajas temperaturas. Y es que estos pueden verse afectados o incluso destruidos por un cambio brusco de temperatura, tanto con mucho calor como con frío. Por esta razón, el órgano sexual masculino se encoge para evitar problema alguno con la calidad de los espermatozoides.

La siguiente razón por la que el miembro viril masculino ve modificado su tamaño por el frío también está relacionada con una reacción del propio cuerpo para protegerse de las bajas temperaturas. En este caso, los vasos sanguíneos se contraen para poder dotar de sangre caliente a los órganos internos. Esto también afecta al pene ya que tiene distintos conductos por los que llega la sangre para ponerlo erecto. En cualquier caso, se trata de una reacción puntual del cuerpo y sirve para que éste se auto proteja.

¿HAY QUE PREOCUPARSE?

Para nada. Cuando un pene se encoge por el frío es por las razones que acabamos de explicarte. Además, hay que tener en cuenta que cuando un miembro viril se encuentra en estado flácido, su tamaño puede variar sin que esto tenga especial relación con el tamaño que puede adquirir cuando se encuentra en erección. Y es que el tamaño del órgano sexual masculino puede ir variando cuando no se encuentra erecto por distintos factores como la temperatura o el estado en el que se encuentre. Una vez que la sangre llega a él y se produce la erección, es posible que aquellos que tenían una mayor longitud en estado flácido no lo vean reflejado en estos momentos y viceversa.

Por otro lado, hay que pensar que, como se trata de un mecanismo del propio cuerpo para que no se vean dañados los espermatozoides, conviene que, para una posterior función reproductiva satisfactoria, mengüe cuando nota un frío excesivo. Aun así, eso puede pasar no solo cuando la temperatura ambiente sea fría, también puede darse cuando un hombre entra en contacto, por ejemplo, con el agua del mar que suele tener una temperatura inferior a la que se puede encontrar fuera. Asimismo, el contraste también puede influir en que el miembro viril vea reducido su tamaño.

SÍNDROME DE KORO

Aunque se sepa que el hecho de que un pene vea reducido su tamaño en determinadas situaciones es algo biológicamente normal y que no supone ningún problema para los hombres, existen lugares en el mundo en el que ven esto como un riesgo y se ha llegado a diagnosticar como un trastorno psiquiátrico que recibe el nombre de síndrome de Koro. Es una enfermedad mental que se localiza en la zona sur de Asia y está relacionada con distintos mitos que hacen que los hombres tengan determinadas creencias sobre esta reacción de su cuerpo. Además, no es un miedo que aparezca únicamente durante el tiempo que ven que el pene reduce su tamaño, sino que es algo que tienen en mente constantemente.

Y es que los hombres de esta zona del mundo le dan tanta importancia al tamaño de su miembro viril que tienen un gran miedo a que éste reduzca su tamaño ya que piensan que acabará desapareciendo y, en los casos más extremos, que esto conlleva un riesgo para ellos que puede suponer la muerte. Para intentar evitar que esto se produzca, llevan a cabo prácticas extremas que buscan combatir esta reacción tan natural del pene. Entre otras cosas, se cuelgan peso o realizan estiramientos que acaban forzando la piel del órgano llegando a crear pequeñas lesiones que necesitarán de una asistencia médica posterior y que no siempre tienen solución.

FUENTE: www.bekiapareja.com

No es un traumatismo para nada frecuente, pero se puede dar en unas circunstancias muy concretas.

¿Se puede “romper” el pene? Lo sé, duele nada más leer el titular… Y todavía duele más cuando, a la pregunta, se le responde con una afirmación; sí, el pene se puede “romper”. No es un traumatismo para nada frecuente, pero se puede dar particularmente con dos condiciones; que el pene esté erecto y durante la penetración.

Repasemos la anatomía del pene para “entenderlo” mejor…

La voz popular llama a eso «fractura de pene». En realidad no es una fractura, pues, clínicamente, se entiende por fractura una interrupción en la continuidad ósea o cartilaginosa, y como ya muchos sabrán, el pene humano ni tiene hueso ni cartílago. Tampoco es, ya puestos a explicar, un músculo (si lo fuera, habría más de uno que se pasaría el día en el gimnasio…) por lo que tampoco se podría hablar de rotura fibrilar o de desgarro muscular. En realidad, el tronco del pene está compuesto estructuralmente por tres columnas de tejido eréctil, siendo los dos de mayor tamaño situados en la parte superior cuerpos cavernosos y el tercero, en la parte inferior y atravesado por la uretra, un cuerpo esponjoso. Esta particular estructura es la que permite la captación y retención de sangre que permite a su vez al miembro alcanzar la erección y aumentar su tamaño (sin necesidad de sostenerse en una estructura ósea). Los tres cuerpos centrales se encuentran, precisamente por su funcionalidad eréctil, bien irrigados sanguíneamente y recubiertos de la llamada túnica albugínea (una sorprendente estructura fibrosa compuesta de colágeno y elastina que permite su extensión) y una serie de “fascias” (tejido conectivo muy resistente), siendo la “fascia de Buck” de vital importancia para comprimir y evitar la retracción de la sangre, permitiendo el mantenimiento de la erección, y siendo la “fascia de Colles” la más superficial sobre la que se encuentran las venas dorsales y el tejido subcutánea inmediatamente bajo la piel. Pues bien, en la “rotura” del pene, la túnica albugínea se rompe (según la gravedad, también la “fascia de Buck”) pudiendo afectar al interior de los cuerpos cavernosos y/o la uretra. Todo un trago…

Los síntomas de la rotura de pene

Como indicábamos, las situaciones que suelen producir este traumatismo son que el pene esté erecto y que se produzca un impacto sobre él, bien por un cambio de posición coital, bien por impactar, queriendo penetrar una cavidad, con zonas circundantes (perineo, pubis, nalgas…), o por cualquier otro motivo que implique un impacto sobre el falo (¡cuidado con la llamada postura de “Andrómaca”, con ella en cuclillas o con las piernas flexionadas encima del falo y cabalgando cual alma que persigue el diablo!). Su sintomatología inicial suele ser la de escuchar la lesión en forma de crujido, dolor intenso, pérdida inmediata de la erección, torsión del miembro en la dirección contraria a la de la rotura y rápida inflamación y hematoma. Son síntomas visibles que un urólogo especialista puede apreciar sin tener que recurrir necesariamente a más exploraciones complementarias (como la resonancia magnética) que la palpación. Huelga decir que si algo parecido a lo descrito es lo que detectamos y en las situaciones descritas, el asunto debe tratarse como una urgencia médica.

El tratamiento más efectivo: la cirugía

En el caso de rotura del pene, nos tenemos que referir a la cirugía como tratamiento más efectivo, pero suele tener buenos resultados. Básicamente la intervención consiste en reparar la túnica albugínea mediante puntos de sutura reabsorbibles. En caso de rotura que afecta a otros elementos de la estructura peneana, como la uretra o los cuerpos cavernosos, también se reparan quirúrgicamente. Como decimos, la intervención suele ser un éxito y dejar pocas incómodas secuelas, contándose entre éstas una incurvación peneana mayor a la precedente al impacto o algunas anormalidades en el proceso eréctil.

Existe un dicho atribuido a un clérigo e historiador inglés del XVII que llegó a capellán real (Thomas Fuller) que reza lo siguiente; “El buen arquero no se distingue por el tamaño de sus flechas sino por su puntería”. Y si bien intuyo que el buen capellán no estaba pensando en asuntos sicalípticos cuando la profirió (o sí), lo cierto es que es algo enormemente aplicable al noble arte del ayuntamiento carnal. Y es que si lo de la puntería (y por extensión la “precisión”), la aplicáramos con mayor frecuencia a nuestras interacciones sexuales así como si también comprendiéramos que no por más carga de tensión en la ballesta (léase que no por más “empujar”) uno deviene mejor arquero, pues quizá ganaríamos en placer y evitaríamos desgraciados impactos. Dicho sea esto sin intención de “romperle las pelotas” a nadie, que conste…

FUENTE: www.mujerhoy.com