TREINTA AÑOS DE SIDA
En los inicios de los años 80 murió muchísima gente por el sida, en aquellos tiempos el virus afectaba sobre todo a “yonkis” y homosexuales, pero más tarde también se haría presente en el colectivo heterosexual. Eso sí, morían todos. Ahora es diferente, en 1996 la enfermedad pasó de ser mortal a ser crónica y los tratamientos permiten a los infectados mantener una calidad de vida, por lo menos en el primer mundo. Los infectados que llevan de forma rigurosa el tratamiento tienen una esperanza de vida casi igual al resto de la población. Además, los estudios dicen que estos fármacos reducen en un 96% la probabilidad de infectar a la pareja.
Pero no debemos olvidar que la medicación salvadora es al mismo tiempo la provocadora de una relajación en las medidas de prevención, como sabemos que no vamos a morir por esta infección, para qué usar condón o por qué no intercambiar jeringuillas…
La nota triste es que solamente una persona de cada tres infectados que necesitaría tratamiento lo recibe.
El sida es incurable, por eso nunca hay que bajar la guardia. Unos 2500 jóvenes de todo el mundo contraen sida cada día, tenemos que tener presente los riesgos que corren los adolescentes en su transición a la vida adulta, ya que cada año hay 16.000 chicos y chicas que se inician en su vida sexual.
Un 41% de los nuevos afectados mayores de 15 años en 2009 fueron personas de entre 15 y 24 años. La mayoría son mujeres que viven en África subsahariana, y lo más triste es que muy pocas de ellas están al tanto de que han contraído el virus. Actualmente 34 millones de personas viven con VIH, de los que unos 5 millones son jóvenes de entre 15 y 24 años.
Según Daniel Zulaika, Director del Plan Vasco contra el Sida, hay dos factores hoy que no existían hace una generación y que han convertido a las infecciones de transmisión sexual en algo explosivo. La capacidad que tiene Internet de que las personas contacten entre sí y se propongan relaciones sexuales es tremenda. El ligue en Internet es instantáneo. Escribes un mensaje de “Quiero sexo”, incluso sin preservativo y siempre encuentras gente.
El segundo factor es la globalización. Hoy, una persona puede tener sexo en Madrid, mañana en Roma, después en Ámsterdam. Las infecciones se transmiten así mucho más rápido.
El dato positivo es que entre 2001 y 2009 la tasa mundial de nuevas infecciones por VIH se redujo un 25%. También en 2010 el número de personas que recibieron por primera vez un tratamiento antirretroviral alcanzó su cifra récord: 1,4 millones (al menos 420.000 niños). La parte negativa es que cada día se infectan de VIH 7.000 personas en el mundo, la mayoría en países en vías de desarrollo, especialmente en África, y cada año mueren casi dos millones de personas por esta enfermedad. Hoy en día hay 33 millones de personas con sida en el mundo.
Por otro lado, el Consejero Vasco de Sanidad, Rafael Bengoa, indica que el 44% de los infectados por VIH en Euskadi son diagnosticados muy tarde, esto hace que su sistema inmunitario esté ya “tocado” (sobre todo en los casos fulminantes en los que se desarrolla más rápido) y que se pierdan oportunidades de evitar la transmisión a otras personas.
Actualmente el 41% de las nuevas infecciones se produce en hombres homosexuales, un porcentaje muy similar a la transmisión heterosexual, un 43%. El resto de contagios se produce por otras vías, como por ejemplo, las jeringuillas.
Ahora, los afectados más que perder la vida, temen perder su trabajo o no encontrarlo, no poder conseguir una hipoteca, no poder tener un seguro de vida, que los rechacen algunos servicios sociales, o que la gente que les rodea les dé de lado.
Como explica un afectado de sida, para acceder a muchos recursos sociales (desde residencias a bibliotecas o piscinas públicas) se puede solicitar una declaración de que la persona no padece una enfermedad infecto-contagiosa. Esto se hace para evitar que haya un contagio masivo de algo. Pero el VIH no se transmite con la convivencia, y, sin embargo, está incluido en esta categoría. Vivir con una persona con VIH, compartir una casa o una piscina, no tiene riesgo de infección.
Esta discriminación la ha medido la Sociedad Interdisciplinaria del Sida (Seisida). Según su gerente, María José Fuster, en un estudio de hace un par de años, un 20% de los entrevistados era partidario de que los nombres de los seropositivos se hicieran públicos para evitarlos o separarlos; un tercio decía que evitaría su contacto en el entorno laboral; un 44% que iría a comprar a otra tienda, y un 70% llevaría a sus hijos a otro colegio”.
La otra opción es no decirlo, si la salud no se deteriora, y con un poco de disimulo, se puede mantener esta situación durante años.