Si has experimentado “la peor resaca” de tu vida después de una noche de fiesta con colegas, quizá sea este un buen motivo para que estés aquí. Las molestias asociadas a la resaca pueden variar en cada individuo, dependiendo además de su condición. En el caso de los intolerantes al alcohol, los síntomas suelen ser bastante pronunciados, ya que al nacer con una deficiencia de la enzima acetaldehído deshidrogenasa (ALDH2), cuando ingieren bebidas alcohólicas acumulan acetaldeído por el mal funcionamiento de la misma, lo que da cabida a una serie de manifestaciones que suelen confundirse con algo poco común y mucho más severo como lo es la alergia al alcohol. ¿Sufres de alergia al alcohol? Conoce las claves para detectarlo.

Claves para identificar la alergia al alcohol

Aparición de ronchas en la piel

La aparición de ronchas en la piel es una de las reacciones a los alérgenos presentes en las bebidas alcohólicas, como la cebada, el lúpulo o la levadura, que conocerás en este artículo. Aunque no es la manifestación más común, es una señal de alerta de que la alergia al alcohol es de gravedad, en especial si las ronchas producen picor o ardor. A esto se le conoce como anafilaxis, por lo que se recomienda dejar de beber de inmediato.

El rostro se enrojece

No nos referimos a ese ligero rubor en el rostro que nos delata cuando ya tenemos unos tragos de más. El enrojecimiento causado por una alergia al alcohol se distingue por aparecer, además de la cara, en otras zonas como el cuello y el pecho, acompañado de una sensación de calor. Si has experimentado esta reacción, ha sido porque tu organismo se encuentra incapacitado de procesar el acetaldehído, una sustancia tóxica producida por la metabolización del alcohol que ocasiona esta y otras complicaciones.

Inflamación de la nariz y la boca

Lo serio de esta manifestación es que no solo se inflama la nariz y la boca como reacción alérgica a la histamina. Las vías respiratorias también lo hacen, dificultando el paso de aire a los pulmones.

Sin embargo, es necesario aclarar que hay personas que suelen experimentar una ligera cogestión nasal con el consumo de bebidas alcohólicas, sin que esto implique una alergia al alcohol. Podría deberse a una intolerancia leve a estas sustancias, por tanto te aconsejamos vigilar la gravedad de los síntomas para distinguir una cosa de la otra.

Náuseas y dolor de estómago

Como no es atípico que las resacas corrientes se presenten con ese incómodo malestar, la clave para diferenciar las náuseas, dolor de estómago y diarrea por alergia al alcohol, es la intensidad.

También puede suceder que se desarrollen estos síntomas con unas bebidas y no con otras. Por ejemplo, los alérgicos a la histamina reaccionarían con el vino, pues esta sustancia alcohólica es la que mayor cantidad de histamina posee.

Ahora bien, cuando consumes alcohol, ¿has experimentado alguno de estos síntomas? Si este tema te ha generado dudas en cuanto a tu salud, te recomendamos que consultes a un especialista. Mientras tanto, si sospechas que sufres de alergia al alcohol, es necesario detener el consumo de bebidas alcohólicas hasta conocer la opinión de un médico.

FUENTE: www.supercurioso.com

Es probable que las resacas te sean cada vez más duras y tardes más en recuperarte tras una larga noche a medida que vas sumando años. No es ninguna sorpresa desde el punto de vista biológico: igual que tu cuerpo cambia con la edad, también lo hace su capacidad de digerir el alcohol.

«Cuando eres joven, el organismo tiene mucha capacidad de respuesta a sustancias tóxicas. Al hacerte mayor vas perdiendo parte de esa capacidad», explica George Koob, director del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo de Estados Unidos.

Con los años, una noche de juerga con alcohol puede ser más peligrosa que antes. En los últimos tiempos, en Estados Unidos el abuso del alcohol y la dependencia se han duplicado entre las personas mayores. Simplemente, el organismo no puede mantener el mismo ritmo.

«Lo que antes era una cantidad de alcohol moderada que podías tomarte sin emborracharte cambia con la edad. Como tu sistema ya no funciona igual de bien [cuando envejeces], es más probable que alcances una tasa de alcohol en sangre mayor que cuando eras más joven», explica James Galligan, profesor de Farmacología y Toxicología en la Universidad Estatal de Míchigan.

¿Cómo reacciona tu cuerpo al alcohol cuando ya has superado la treintena?

Tu organismo ya no metaboliza el alcohol de forma tan eficiente como antes

El alcohol se neutraliza en un proceso que consta de dos fases y que se desarrolla en el hígado, según explica David Sack, médico jefe de la compañía Elements Behavioral Health.

«El alcohol se transforma en acetaldehído, que es la sustancia responsable de muchos de los efectos secundarios del alcohol, como son el dolor de cabeza, el enrojecimiento del rostro y el mareo», explica. Luego el acetaldehído se transforma en ácido acético, que es expulsado en la orina.

Este sistema funciona bien cuando las personas son jóvenes, señala James Galligan. «Pero, como sucede con todo, cuando envejeces, las cosas ya no funcionan como antes. Cuando una persona alcanza los 60 o los 70 años, las enzimas que metabolizan el alcohol ya no funcionan igual de bien».

«Parte de ello es consecuencia del proceso normal de envejecimiento, aunque parte también puede deberse a alguna enfermedad. Los bebedores moderados y excesivos suelen provocar daños a su hígado y experimentar cambios en la eficiencia de este órgano a la hora de metabolizar el alcohol», advierte David Sack.

Una reciente investigación descubrió que tanto el cerebro como el hígado son más sensibles a la toxicidad del alcohol con la edad, lo cual afecta a su capacidad de reacción. Lo que solías beber cuando eras joven tiene un efecto mayor cuando envejeces, según indica James Galligan.

El estilo de vida influye en tu capacidad de procesar el alcohol

Tu índice de grasa corporal al envejecer es uno de los factores que influyen en tu capacidad de metabolizar el alcohol, afirma David Sack.

«El alcohol, a diferencia de la mayoría de las demás drogas, solo se distribuye en las partes acuosas del cuerpo. Por lo tanto, si tienes una menor proporción de agua que de grasa corporal, más alcohol llegará al hígado», explica.

Hay otras enfermedades que pueden contribuir a una deficiente digestión del alcohol. Por ejemplo, la hepatitis C puede afectar a la capacidad del hígado de eliminar el alcohol y otras drogas, señala.

Tomar más medicamentos también afecta a la capacidad de metabolizar el alcohol, según George Koob. «Las personas mayores tienden a tomar muchos medicamentos, y algunos pueden interferir negativamente con la digestión del alcohol, como es el caso del Xanax o del Valium», comenta.

El tiempo que llevas consumiendo alcohol a lo largo de tu vida también afecta a tu capacidad de metabolizarlo

Si alguna vez has bebido siendo menor de edad, también puede haber afectado a tu capacidad de metabolizar el alcohol, advierte George Koob. Además, el hecho de beber siendo menor se asocia a cierto deterioro de las funciones cognitivas.

«Beber en exceso puede afectar al lóbulo frontal, que es la parte del cerebro que más tarda en madurar, motivo por el que se lucha contra el consumo de alcohol en menores», añade.

Con el paso del tiempo, el consumo excesivo puede afectar a tu capacidad de metabolizar el alcohol en el futuro, apunta David Sack.

«Hay gente que empezó a beber en la veintena o en la treintena y que ahora, a los sesenta años, es más propensa a sufrir problemas emocionales, como depresión, un consumo más frecuente de alcohol y más problemas relacionados con el tratamiento de afecciones causadas por la bebida. Y luego están quienes empezaron a beber cuando ya eran mayores, a los cincuenta o sesenta, y que tienden a estar más sanos y a sufrir menos consecuencias», prosigue.

Aunque los beneficios para la salud de beber uno o dos vasos de vino tinto han llegado a ocupar los titulares de algunos medios recientemente, los estudios no son concluyentes y la moderación es la única clave evidente para permanecer sanos, concluye Sack.

FUENTE: www.huffingtonpost.es

El deterioro mental perceptible en los alcohólicos tiene poco que ver con esa asentada leyenda urbana.

Huelga decir que de ninguna manera estamos respaldando el consumo de alcohol. El alcohol daña casi todos los órganos vitales de nuestro cuerpo. Pero solo para dejar de lado esta leyenda urbana, el alcohol no ha matado ni mata neuronas. El alcohol afecta más bien a las conexiones neuronales del cerebelo, zona de la que dependen el aprendizaje y la coordinación motora. Pero, como se puede comprobar en las autopsias, los encéfalos de los abstemios y los adictos a la botella tienen el mismo número de neuronas. Es su calidad, no la cantidad, lo que sufre con las borracheras.

¿De dónde procede este mito?

El mito que afirma que el alcohol mata las células cerebrales se remonta a tiempos lejanos y, sobre todo, está relacionado con la aprobación de la 18ª Enmienda en Estados Unidos, cuando el movimiento de la Templanza comenzó a difundir el rumor de que el consumo de alcohol mataba nuestras valiosas neuronas.

Debido a la lentitud del movimiento, la dificultad para hablar y simplemente la torpeza de los borrachos, este rumor fue ampliamente aceptado como un hecho y se extendió como un reguero de pólvora. De hecho, no fue hasta 1993, exactamente 60 años después de la derogación de la Ley de Prohibición, que la ciencia finalmente pudo concluir sin ninguna duda que el alcohol no mataba las neuronas. Básicamente los investigadores compararon las neuronas de los alcohólicos con los no bebedores y no encontraron diferencias notables.


Según José Manuel Moltó, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), ‘durante décadas los neurocientíficos pensábamos que el número de neuronas se estabilizaba tras el desarrollo prenatal y postnatal y que empezaba un lento declive que algunas cosas como los tóxicos podían agudizar. En la década de 1960 descubrimos, sin embargo, que se forman nuevas neuronas en el encéfalo a lo largo de la vida adulta a partir de células madre. Estas nuevas neuronas están en localizaciones determinadas y no sustituyen a las que pueden perderse como resultado de un accidente o de una enfermedad neurodegenerativa. No obstante se supone que son imprescindibles para procesos tales como la memoria’.

Cuando el alcohol llega al cerebro, desactiva la función al dañar el tejido conectivo al final de las neuronas. Esto interrumpe la comunicación entre las neuronas y hace que sea más difícil para un individuo concentrarse o completar tareas menores. Sin embargo, nuestros cuerpos son increíblemente resistentes y en su mayor parte ‘perdonan’ las obras de la naturaleza. Este alboroto celular inducido por el alcohol causa un daño menor y definitivamente no da como resultado la muerte de la neurona.

Ahora bien, aunque el alcohol no mate las neuronas, pues para aniquilar cualquier tipo de célula, se necesitan altísimas concentraciones de alcohol –próximas al 100%–, y empezamos a emborracharnos a partir de un nivel en sangre del 0,1%, sí mata a millones de personas cada año. De ahí que pedimos que no se vea este artículo como una excusa para beber en exceso. Como todo en esta vida, lo importante es la moderación.

El consumo de alcohol altera la estructura y la función de las neuronas en un área del cerebro llamada cuerpo estriado dorsomedial, una región del cerebro que impulsa comportamientos dirigidos a objetivos, y el alcohol da como resultado «alteraciones persistentes de la morfología neuronal» en esta zona.

Modifica la estructura de las neuronas

Los estudios han determinado que el alcohol cambia la estructura física de las neuronas espinosas medianas, el tipo principal de célula en el cuerpo estriado. Estas neuronas pueden facilitar o inhibir la realización de comportamientos específicos debido a uno de los dos tipos de receptor de dopamina: D1 o D2. El consumo periódico de grandes cantidades de alcohol actúa sobre las neuronas D1, lo que las hace mucho más excitables y, por lo tanto, se activan con menos estimulación.

FUENTE: www.muyinteresante.es

Se dice que cuando la legalización llegue a todos los lugares los comestibles serán el sustituto de la marihuana fumada. Pero, ¿qué es un comestible?

Como su nombre indica un comestible es un consumible de algún tipo que se pueda comer o beber (sin riesgo para la salud) y que entre sus componentes lleve algún tipo de cannabinoide “natural”. La finalidad del comestible es que se pueda ingerir marihuana y que esta sea absorbida mediante el sistema gastrointestinal. No se trata, claro, de comerse una planta pues alimentarse de cogollo no suele subir ya que no existe un proceso de combustión que dispare los efectos psicoactivos de la planta.

Para que un comestible pueda ser infundido el cannabis necesita pasar por una fase de descarboxilación. Esto es “calentar” el cannabis para que se activen los efectos psicoactivos: el THCA pasa a ser THC. Un comestible bien infundido siempre lleva cannabis descarboxilado.

Estos son los tipos de comestibles que tenemos en estos momentos:

Comida

El comestible más conocido como no puede ser de otro modo. El método habitual es hacer la infusión cuando se cocina mediante aceite con THC o CBD. Casi cualquier producto que utilice aceite puede ser infundido como las pizzas, las galletas y, como no, los brownies.

Bebidas

Café, té, cerveza, refrescos… cada vez hay más bebidas que utilizan cannabinoides para darle un poquito más de gracia. CUIDADO con éstos que suben mucho pero tardan en hacerlo.

Tinturas

Extractos de cannabis basados en alcohol. Se consideran comestibles porque se absorben en las papilas gustativas o en el estómago.

Polvo cannábico soluble

Es una manera relativamente reciente de consumir cannabis. El polvo sirve para convertir en cannábico cualquier producto (o casi). El problema con los comestibles es que el aceite es la manera más habitual de infundir la comida pero el polvo cannábico podría cambiar el panorama por completo al convertir bebidas como el agua en agua con THC.

Cápsulas

No serán agradables al gusto pero se absorben por el estómago, por tanto entran dentro de la categoría de comestibles.

FUENTE: www.canamo.net

Fumar es malo, muy malo, para la salud. No en vano, infinidad de estudios han demostrado que el tabaco es, simple y llanamente, el principal factor de riesgo para sufrir una muerte prematura. Tal es así que si queremos vivir muchos años y con salud, lo primero que hay que hacer es no empezar a fumar o, en su caso, dejarlo. Por ejemplo, para no sentir que nos falta el aliento –literalmente– cada vez que subamos unas escaleras o realicemos cualquier otra actividad física. Y es que el humo del tabaco es muy nocivo para los pulmones. Pero aún hay más. Como muestra un estudio internacional dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.), el humo del tabaco también destruye los vasos sanguíneos que portan oxígeno y nutrientes a los músculos de las piernas, reduciendo así notablemente nuestra capacidad para hacer ejercicio.

Como explica Ellen Breen, directora de esta investigación publicada en la revista «The Journal of Physiology», «es de vital importancia que la población sea consciente de que el consumo de cigarrillos tiene consecuencias muy nocivas por todo el organismo, incluidos los grupos de grandes músculos necesarios para la vida diaria, y que desarrollemos estrategias para detener el daño desencadenado por los componentes lesivos del humos del tabaco».

Más allá de los pulmones

Es bien sabido que la capacidad de ejercicio de los fumadores se ve notablemente reducida porque el tabaco causa que sus músculos sean menos ‘funcionales’. O lo que es lo mismo, que sean más ‘débiles’. ¿La razón? La inflamación que provoca el humo de los cigarrillos en los pulmones, que se ven progresivamente destruidos y, por ende, incapaces de enviar los necesarios aportes de oxígeno al resto de órganos y tejidos. Pero, ¿esto es ‘todo’ o hay alguna razón más?

Para responder a esta pregunta, los autores recurrieron a un modelo animal –ratones–. Y lo que hicieron fue exponerlos durante ocho semanas al humo del tabaco, ya fuera ‘gaseando’ sus jaulas de forma continuada o inyectándoles una solución salina repleta de burbujas con humo de cigarrillos. ¿Y qué pasó? Pues que el humo dañó directamente el sistema muscular de los animales al reducir la cifra de vasos sanguíneos que irrigan los músculos de las extremidades inferiores. Y cuanto menor es esta vasculatura, menor será la cantidad de oxígeno y nutrientes que lleguen a los músculos. Un perjuicio, además, que podría tener consecuencias más graves, si cabe, que la disminución de la capacidad de realizar ejercicio físico.

Como apuntan los autores, «esta reducción en el aporte oxígeno y nutrientes puede tener un impacto sobre el metabolismo y los niveles de actividad, los cuales son factores de riesgo bien conocidos para el desarrollo de muchas enfermedades crónicas, caso de la diabetes y de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica».

Hacen falta más estudios

En definitiva, el tabaco disminuye nuestra capacidad de ejercicio no solo porque deteriore los pulmones, sino porque también provoca un daño directo sobre los músculos. Pero, de los más de 4.000 compuestos químicos que se encuentran en el humo de los cigarrillos, ¿cuáles son los responsables de este daño? Pues la verdad es que no se sabe. De hecho, ni siquiera se conocen los mecanismos moleculares que se encuentran detrás de este daño –y no sabiendo cuáles son, no se pueden diseñar medidas para paliarlos–. Por tanto, hacen falta más estudios.

Como concluyen los autores, «la identificación de los productos químicos responsables es un aspecto clave que debe ser evaluado en ulteriores investigaciones, en las que también se deberán analizar los procesos por los que reducen el número de vasos sanguíneos».

FUENTE: www.abc.es

Uno de los síntomas físicos de las personas que han consumido ciertas drogas es el hecho de que sus pupilas se encuentren dilatadas. Un efecto que tiene una explicación científica que muchos desconocen.

Las pupilas se dilatan por varios motivos, el más conocido es el provocado por la ausencia de luz, pero también pueden hacerlo por una lesión cerebral, el sentimiento de atracción a una persona… Y el consumo de drogas o medicamentos como ciertos antidepresivos. Este efecto se conoce como midriasis.

Dos grupos de músculos se encargan de este proceso, explican desde Gizmodo. Por un lado está el músculo dilatador, activado por el sistema simpático del sistema nervioso, y por otro el músculo esfínter, que está controlado por el sistema parasimpático. Ocurre que el consumo de ciertas drogas (cocaína, MDMA, éxtasis, LSD…) pueden influir en cualquiera de los dos.

Los agentes midriáticos son sustancias que inducen a la dilatación de la pupila, por ejemplo la atropina, la tropicamida o el sulfato de duboisina. Actúan de distintas formas, como por ejemplo la cocaína inhibe la reabsorción de noradrenalina en la sinapsis nerviosa. Cuando se manifiesta que una solución de cocaína afecta al ojo, es porque la noradrenalina ya no es reabsorbida por las neuronas, y aumenta sus niveles. La noradrenalina, es un neurotransmisor del sistema nervioso central, y causa dicha dilatación de la pupila.

Mientras que muchas de las anteriormente mencionadas elevan los niveles de serotonina, la marihuana, por su parte, genera dopamina, un neurotransmisor que también provoca que las pupilas se dilaten provocando una respuesta del sistema simpático.

Por el contrario, el consumo de opiáceos provoca el efecto contrario, que las pupilas se contraigan, algo que se conoce como miosis.

FUENTE: www.20minutos.es

Los fumadores tienen un riesgo tres veces mayor de padecer una enfermedad coronaria que el resto de la población

Dejar de fumar es uno de los propósitos recurrentes de los adictos al tabaco. El 59% ha intentado abandonarlo en algún momento y muchos han probado hasta en 30 ocasiones, pero el objetivo no es fácil de alcanzar y solo un 8% consigue desprenderse definitivamente del hábito, y muchos han necesitado ayuda médica.

La idea de tener que afrontar un día sin tabaco puede ser terrorífica para algunos fumadores, aún a sabiendas de que es una compañía perniciosa. Por eso, a falta de abandono total, reducir el consumo es una estrategia que cuenta con multitud de seguidores, y algunos hasta se proponen fumar un solo cigarrillo al día con la convicción de que la cantidad es tan pequeña que quizás no amenace a la salud y —sin duda– no obliga a prescindir totalmente del vicio.

Pero, ¿es un objetivo realista o una simple ilusión? ¿De verdad es inocuo un solo pitillo? La opinión de los expertos es unánime (y un jarro de agua fría para los que se las prometían felices con la idea del cigarro único): ni se puede permanecer mucho tiempo fumando tan poco y, además, sigue siendo malo para la salud.

La recaída puede ser peor

«El tabaco contiene sustancias tan adictivas que impiden que el fumador pare en un cigarrillo y tenga que fumar cada vez más. Quienes intentan reducir el consumo y limitarse a tres cigarros, al poco tiempo vuelven a fumar más», expone el psicólogo José Elías Fernández, del Centro Joselías. Además, el exfumador que cae en la trampa de fumar un pitillo en una ocasión señalada, «vuelve al hábito con la misma intensidad o más que antes», sentencia.

No es una consecuencia de falta de voluntad, sino de la acción de los receptores nicotínicos, que se desarrollan a medida que se va fumando y cada vez piden más. «Si no fuese así, el tabaco no crearía adicción», comenta el psicólogo. Pero lo más fuerte está en nuestra psique, y prueba de ello es que, según Fernández, «la adicción psíquica llega hasta el extremo de que muchos fumadores no dicen quiero dejarlo totalmente, sino que quiero fumar menos». Es el relato de un fracaso anunciado.

No existe un umbral seguro

El plan también hace aguas desde un enfoque saludable. Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) y miembro de la Fundación Española del Corazón, es categórica: «Cualquier cantidad es mala». Y argumenta: «Si el tabaquismo pasivo es malo y aumenta entre un 30 al 40% el riesgo de sufrir un infarto o un ictus, también es perjudicial fumar un cigarrillo debido a la exposición directa a los compuestos tóxicos del tabaco».

El riesgo de tener un problema cardiovascular o de desarrollar un tumor maligno siempre está ahí porque «no existe un umbral seguro. El tabaco es una sustancia tóxica a cualquier nivel de exposición», insiste la cardióloga.

Tampoco llevar poco tiempo fumando es un talismán contra los efectos nocivos porque «aunque para algunas enfermedades pulmonares suele existir un tiempo de latencia —aparecen después de años de consumo—, para los problemas cardiovasculares solo es cuestión de que un pitillo afecte a una placa de ateroma [acumulación de grasa en las arterias] y se desencadene el ataque».

Un solo cigarro también puede generar adicción

En la misma línea se posiciona el oncólogo Javier Castro, presidente de ICAPEM (Asociación para el estudio del cáncer de pulmón en mujeres de la Sociedad Española de Oncología Médica, que tras admitir que «es evidente que cuanto mayor es el consumo en tiempo y en cantidad mayor es el riesgo, hace hincapié en la vulnerabilidad individual y en la capacidad que tiene cada persona para eliminar las sustancias tóxicas del tabaco».

Por todo, «no se puede establecer una recomendación de que una cantidad pequeña será segura porque hay personas vulnerables incluso a exposiciones muy bajas». Y lo comprueba en su consulta, cuando muchos pacientes preguntan cómo pueden tener cáncer de pulmón si fuman muy poco. «Realmente esto sucede y un 20% de los tumores se desarrollan en gente que no ha fumado o lo ha hecho muy poco», asegura Castro.

El oncólogo también desmonta la ilusión de quienes se aferran a la idea de que con voluntad serán capaces de mantener el consumo bajo mínimos porque «fumar uno o dos cigarrillos y creer que es una cantidad que no crea adicción es falso», tan falso como pensar «el riesgo de tener una enfermedad cardiaca o vascular es veinte veces más bajo fumando un solo cigarrillo que un paquete», añade Dalmau.

Evidencia aplastante

Con todo, aún quedarán muchos escépticos que consideren exageradas las advertencias de estos profesionales y a los que la ciencia da la razón con datos numéricos. Un reciente artículo publicado en el Bristish Medical Journal concluye que «fumar solo un cigarrillo al día tiene un riesgo mucho mayor de desarrollar enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular de lo esperado, la mitad del riesgo de fumar 20 pitillos por día». Los fumadores tienen un riesgo tres veces mayor de padecer este tipo de enfermedades que las personas que no fuman, afirman desde la Fundación Española del Corazón (FEC).

Para llegar a este dato, un equipo de investigadores dirigidos por el profesor Allan Hackshaw, del Cancer Research UK y el University College London, revisaron los resultados de 141 estudios (comprendidos entre los años 1946 y 2015) y calcularon los riesgos de fumar uno, cinco o veinte pitillos al día. Descubrieron que los hombres que fumaban un cigarrillo diario tenían el 46% de riesgo de enfermedad cardiaca del riesgo asociado a fumar 20 cigarrillos y un 41% del riesgo de tener un ictus fumando un paquete. El riesgo es ligeramente menor en las mujeres (31% para enfermedad cardiaca y un 34% para ictus). Esto es, para la salud cardiovascular es casi tan malo fumar un solo pitillo como fumar 10.

«La enfermedad cardiovascular, y no el cáncer, es el mayor riesgo de mortalidad por fumar, causando aproximadamente el 48% de las muertes prematuras relacionadas con el tabaquismo», dicen los autores, que recalcan que no existe un nivel seguro de consumo de tabaco para las enfermedades cardiovasculares. «Los fumadores deberían dejar de fumar en lugar de reducir el consumo, utilizando ayudas apropiadas para lograrlo».

Aunque las enfermedades cardiovasculares supongan mayor riesgo, las probabilidades de sufrir un cáncer también aumentan. Lo dicen las conclusiones de otra investigación, publicada en la revista Jama Internal Medicine, que estudió a 290.000 estadounidenses de entre 59 y 82 años a lo largo de su vida: fumar menos de un cigarrillo al día multiplica por nueve el riesgo de morir de cáncer de pulmón y aquellos que fuman entre uno y 10 diarios tienen un riesgo 12 veces mayor que quienes no fuman.

FUENTE: www.elpais.com

 

Científicos de la Universidad de Surrey en Guildford (Reino Unido) han descubierto que algo más del 10 por ciento de la población podría tener restos de cocaína y heroína en sus dedos pese a no haberlas consumido nunca, un hallazgo que evidencia su elevada presencia en la sociedad.

En un estudio publicado en la revista ‘Clinical Chemistry’, los investigadores analizaron las huellas dactilares de 50 voluntarios que nunca habían consumido ambas drogas y de otros 15 que admitieron haberlo hecho en las últimas 24 horas.

De este modo, pese a no haber tenido contacto con estas sustancias un 13 por ciento presentaba restos de cocaína y el 1 por ciento contenía un metabolito de heroína. Al establecer un nivel de «corte», los investigadores pudieron distinguir entre las huellas dactilares que tenían contaminantes ambientales y las producidas después del consumo real de drogas, incluso después de que las personas se lavaran las manos.

Para estudiar la posibilidad de traspasar ambas drogas a través de un apretón de manos, se les pidió a voluntarios libres de drogas que estrecharan la mano de uno de los que las habían consumido recientemente. Acto seguido se tomaron las huellas dactilares de los voluntarios libres de drogas y confirmaron que era posible distinguir entre quienes realmente las habían consumido o cuando se trataba de una ‘contaminación’ involuntaria.

«Lo creas o no, la cocaína es un contaminante ambiental muy común, es bien sabido que está presente en muchos billetes», ha reconocido la forense Melanie Bailey, una de las autoras de la investigación, que pese a ello se muestra sorprendida de la elevada presencia detectada en huellas dactilares.

«Está claro que las pruebas de huellas dactilares son el futuro de las pruebas de detección de drogas», ha añadido Mahado Ismail, otro de los autores.

FUENTE: www.infosalus.com

Los hallazgos vinculan el consumo de alcohol con cambios a largo plazo en la estructura de la sustancia blanca y la sustancia gris del cerebro.

Con la legalización de la marihuana en aumento en algunos países, un número creciente de estudios explora los posibles daños y beneficios de esta droga. Sin embargo, una nueva investigación pone sobre la mesa que cuando se trata de la salud del cerebro, el alcohol es mucho más dañino que la marihuana.

Los científicos de la Universidad de Colorado en Boulder (EE. UU.) realizaron una revisión de los datos de imágenes existentes que analizaban los efectos del alcohol y la marihuana, o cannabis, en el cerebro. Los resultados han sido publicados en la revista Addiction.

Marihuana vs. alcohol: ¿Qué es peor?

Para este último estudio, Rachel Thayer, líder de la investigación y sus colegas trataron de aprender más sobre cómo el uso de marihuana afecta el cerebro pues, hasta ahora, los resultados de las investigaciones han sido mixtos.

«Cuando se observa estos estudios que datan de hace años, veremos que un estudio informará que el consumo de marihuana está relacionado con una reducción en el volumen del hipocampo. Luego aparece el próximo estudio, y dice que el uso de la marihuana está relacionado con cambios en el cerebelo… El punto es que no hay consistencia en todos estos estudios en términos de las estructuras cerebrales reales», aclara Kent Hutchison, coautor del trabajo.

Con el objetivo de cerrar la brecha en esta inconsistencia, los científicos realizaron un nuevo análisis sobre los datos existentes de imágenes cerebrales. Analizaron cómo el uso de la marihuana afecta la materia blanca y la materia gris en el cerebro, y cómo se comparan sus efectos con otra «droga» a la que nos hemos acostumbrado tanto: el alcohol.

La materia gris es el tejido en la superficie del cerebro que consiste principalmente en cuerpos de células nerviosas. La sustancia blanca es el tejido cerebral más profundo que contiene fibras nerviosas mielinizadas, que son ramas que sobresalen de las células nerviosas que transmiten impulsos eléctricos a otras células y tejidos. Cualquier reducción en el tamaño de la sustancia blanca o gris o una pérdida en su integridad puede provocar alteraciones en el funcionamiento del cerebro.

El estudio incluyó las imágenes del cerebro de 853 adultos que tenían entre 18 y 55 años y 439 adolescentes con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años.Todos los participantes variaban en su consumo de alcohol y marihuana.

Los investigadores descubrieron que el consumo de alcohol, especialmente en adultos que habían estado bebiendo durante muchos años, fue asociado a una reducción en el volumen de materia gris, así como una reducción en la integridad de la sustancia blanca.

Sin embargo, el consumo de marihuana no pareció tener ningún impacto en la estructura de la materia gris o blanca ni en adolescentes ni en adultos.

La marihuana no tuvo impacto significativo en el cerebro

Con base en estos hallazgos, los investigadores creen que beber alcohol es probable que sea mucho más dañino para la salud cerebral que el consumo de marihuana.

«Aunque la marihuana también puede tener algunas consecuencias negativas, definitivamente no está cerca de las consecuencias negativas del alcohol», comenta Kent Hutchison, coautor del trabajo.

Sin embargo, respecto a los posibles beneficios del consumo de marihuana, los científicos aclaran que aún se necesita más investigación para llegar a conclusiones concretas.

FUENTE: www.muyinteresante.es

Una noche de juerga puede traerte muchas consecuencias negativas como la falta de sueño o la falta de energía. Sin duda, en los peores casos presentamos unos terribles dolores de cabeza que son el resultado del abuso del alcohol. Si deseas saber cómo superar la resaca de una forma eficiente y rápida, entonces lee alguno de nuestros consejos:

  1. El agua es tu mejor aliada: el alcohol viene acompañado de un efecto diurético que te hace orinar sin control, por lo tanto hace que te descompenses y deshidrates. En estos casos lo mejor es beber mucha agua al día siguiente.
  2. Cisteína: se trata de aminoácido que ayuda a que el hígado procese mejor algunas sustancias como el acetaldehído, que viene en grandes cantidades en el alcohol. Este aminoácido puedes encontrarlo en el pollo, los huevos, pimientos rojos, ajo o cebolla.
  3. Frutas: necesitas del azúcar natural para que tu organismo se recupere. Gracias al alcohol, bajamos los niveles de azúcar, y por eso nos sentimos cansados o fatigados durante todo el día. Para recuperarse, es necesario consumir frutas como la fresa, el mango, el melón o la sandía.
  4. Infusiones: prueba con tés como la manzanilla que te ayudarán a calmar los dolores de cabeza y a relajarte.
  5. Potasio: el aguacate y el plátano son buenas opciones para recuperar el potasio perdido luego de consumir tanto alcohol. Esto es importante porque sin el potasio y otros minerales el sistema nervioso y el muscular no funcionan correctamente.

FUENTE: www.mundodiario.com