El alcohol puede acelerar la deshidratación del cuerpo, que sí afecta al cerebro. Sin embargo, si en un día de copas de más se acompañan estas con agua, el daño no será el mismo. Además de la deshidratación, el estrés, el tabaco, dormir poco, la cocaína… sí que son enemigos mortales de las neuronas.

Contrariamente a la creencia popular, no tenemos un suministro limitado de neuronas. La mayoría de estas aparecen en los primeros años de nuestra vida, pero en algunas áreas del cerebro continúan apareciendo en la etapa adulta en un proceso llamado conocido como neurogénesis, que es como se conoce al nacimiento de nuevas neuronas. El hipocampo es una de estas áreas, y es también una de las más importantes del cerebro, desempeñando importantes papeles en la memoria, la emoción y el aprendizaje. Pero a medida que envejecemos, una serie de factores compiten con la neurogénesis y matan las células cerebrales. Muchos creen que el consumo de alcohol es un hábito que acelera este proceso, pero lo cierto es que no es así y que hay otros que sí son fatales para las neuronas.

Dormir poco

Desde la National Sleep Foundation recomienda que la mayoría de los adultos deben mantener un hábito de sueño que comprenda entre siete y nueve horas cada noche. Esto da a nuestros cerebros suficiente tiempo para moverse a través de las etapas del sueño, que gradualmente se vuelven más profundas, y terminan en sueño REM  antes de comenzar de nuevo. Llegar al sueño REM es importante porque es durante este tiempo que el cerebro está trabajando duro tanto para mantenernos dormidos mientras que también activa algunas regiones responsables, por ejemplo, del aprendizaje. Esto es cuando los recuerdos se consolidan y almacenan, y los niveles de energía se reponen. No debe sorprendernos pues, que alguien que constantemente duerma pocas horas tenga más dificultades para concentrarse, tomar decisiones y comprometerse en situaciones de aprendizaje y sociales. Un estudio reciente muestra cómo estos efectos van asociados a un daño cerebral en el tiempo. En el estudio se encontró que las neuronas en la región productora de energía del cerebro llamada locus coeruleus (locus cerúleo) comenzaron a morir a causa de la vigilia prolongada. Sin estas células para producir energía, nuestros cuerpos son incapaces de funcionar correctamente al día siguiente. Otro estudio encontró que la privación del sueño podría causar una contracción en la corteza cerebral y el hipocampo, especialmente en adultos mayores de 60 años, lo que sugiere que el sueño se vuelve cada vez más importante a medida que envejecemos.

Fumar

Está demostrado que provoca cáncer, bronquitis crónica hasta el enfisema, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares… e incluso la muerte y una menor producción de neuronas. En un estudio realizado en 2002 por el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, los científicos descubrieron que las ratas adictas a la nicotina generaban un 50% menos de neuronas en el hipocampo. Aquellas que tomaron dosis más altas de nicotina también experimentaron un porcentaje de muerte neuronal superior. Otro estudio encontró un compuesto en los cigarrillos, llamado NNK, podría causar una respuesta exagerada en los glóbulos blancos del cerebro, obligándolos a atacar a las células cerebrales sanas también.

Deshidratación (no el alcohol en sí)

De aquí surge la percepción errónea de que el alcohol en sí mata neuronas, cuando no es así. Esto procede del hecho de que el alcohol en exceso desencadena toda una serie de procesos corporales. Uno de ellos es que acelera y multiplica las veces que hay que acudir al baño. Cuanto más se bebe, el alcohol suprime la hormona vasopresina, conocida como hormona antidiurética, que es responsable de retener el agua en el cuerpo. Esto hace que nuestros cuerpos no puedan sostener nuestra orina en el cuerpo y la expulsen más rápidamente, acelerando el proceso de deshidratación (y una peor resaca). Teniendo en cuenta que el 75% del cerebro está formado por agua, es recomendable, no ya evitar el exceso de alcohol, sino mantener el cuerpo correctamente hidratado, algo que se haría extensible a una noche de exceso de copas.

Estrés

En personas con niveles de estrés elevados, los niveles de cortisol pueden ser tan excesivos que el cerebro termina generando más células productoras de mielina y menos neuronas, según un estudio reciente. En los casos más graves, esto puede desembocar en episodios de esquizofrenia y trastornos de ansiedad.

Cocaína y otros estupefacientes

Mientras que la marihuana no mata neuronas, sí que otras sustancias como la cocaína, metanfetamina o el MDMA sí que lo hacen, según la Drug Enforcement Administration. Los investigadores creen que este daño a las células cerebrales es lo que conduce a la adicción a las drogas, ya que el usuario encuentra progresivamente más difícil sentirse bien por sí mismo.

FUENTE: www.20minutos.es

Un estudio de la Universidad de Finlandia Oriental y el Hospital de la Universidad de Kuopio halla más cambios en el cerebro en sujetos masculinos después de 10 años de consumo.

Científicos de la Universidad de Finlandia Oriental y el Hospital de la Universidad de Kuopio, en Finlandia, han encontrado que las funciones cerebrales en hombres y mujeres jóvenes cambian por el consumo a largo plazo de alcohol, pero que estas modificaciones son significativamente diferentes en hombres y mujeres. Esto indica no sólo que los jóvenes podrían estar en mayor riesgo de daño a largo plazo por el consumo de alcohol, sino también que los riesgos son probablemente diferentes en los hombres y en las mujeres, con los primeros posiblemente con más riesgo.

Un grupo de investigación finlandés trabajó con 11 hombres jóvenes y 16 mujeres jóvenes que consumieron alcohol durante diez años y los compararon con 12 hombres jóvenes y 13 mujeres jóvenes que habían tomado poco o no habían consumido alcohol. Todos tenían entre 23 y 28 años de edad en el momento en que se tomaron las mediciones.

Los investigadores -cuyo trabajo se presenta en la reunión del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología que se celebra en París, Francia–, examinaron las respuestas del cerebro al ser estimulado por pulsos magnéticos conocido como Estimulación Magnética Transcraneal (TMS, por sus siglas en inglés), que activa las neuronas del cerebro. La actividad cerebral se midió utilizando EEG (electroencefalograma).

Anteriormente, los científicos habían encontrado que los grandes consumidores de alcohol mostraban una mayor respuesta eléctrica en la corteza cerebral que los no alcohólicos, lo que indica que había habido cambios a largo plazo en cómo responde el cerebro. Esta vez, encontraron que los hombres jóvenes y las mujeres jóvenes respondieron de manera diferente, con los hombres mostrando un mayor aumento de la actividad eléctrica en el cerebro en respuesta a un pulso de TMS.

Outi Kaarre, autor de la investigación, explica: «Hemos encontrado más cambios en la actividad eléctrica del cerebro en sujetos masculinos que en las mujeres, lo que fue una sorpresa, ya que esperábamos que sería al revés. Esto significa que el funcionamiento cerebral masculino se altera más que el cerebro femenino con el consumo de alcohol a largo plazo».

El EEG también permitió a los investigadores mostrar que los cerebros masculinos tienen mayor actividad eléctrica asociada con la neurotransmisión GABA (ácido gamma-amino butírico) que los cerebros femeninos. «Generalmente, nuestro trabajo demostró que el alcohol causa cambios más pronunciados en la neurotransmisión eléctrica y química en hombres que en mujeres. Existen dos tipos de receptores GABA, A y B. El consumo prolongado de alcohol afecta a la neurotransmisión a través de ambos tipos en varones, pero sólo un tipo, GABA-A, se ve afectado en las mujeres», detalla Kaarre.

Un neurotransmisor fundamental

«Todavía estamos tratando de averiguar qué significa esto, pero GABA es un neurotransmisor fundamental en la inhibición de muchas funciones cerebrales y del sistema nervioso central. Está involucrado en muchos sistemas neurológicos y es importante en la ansiedad y la depresión. Generalmente, parece calmar la actividad cerebral», añade.

«Sabemos por estudios en animales que la actividad del receptor GABA-A parece afectar a los patrones de consumo, mientras que los receptores GABA-B parecen estar implicados en el deseo general de alcohol. Se ha sugerido que las mujeres y los hombres pueden responder de manera diferente al alcohol. Nuestro trabajo ofrece un posible mecanismo para estas diferencias», señala.

Y prosigue: «Sabemos que el consumo de alcohol a largo plazo puede ser peligroso para los jóvenes. Lo que este trabajo significa es que el consumo de alcohol a largo plazo afecta a hombres y mujeres jóvenes de manera muy diferente y necesitamos descubrir cómo se manifiestan estas diferencias».

«Puede ser que tengamos que considerar regulaciones más estrictas sobre el alcohol en los jóvenes, ya que ninguno de los participantes de nuestro estudio cumplió con los criterios diagnósticos para los trastornos del consumo de alcohol y aun así se detectaron estos cambios significativos en el funcionamiento del cerebro. También puede significar que deben tenerse en cuenta las diferencias de género al planificar el tratamiento farmacológico para el alcoholismo», concluye.

FUENTE: www.jano.es

 

Aunque sus efectos negativos sobre nuestra salud son numerosísimos y están constatados, un estudio sugiere que el alcohol podría tener un limitado efecto positivo en nuestra memoria.

Muchos dicen que beben alcohol para olvidar las penas, pero si solo lo hacen por esa razón, tal vez deberían pensárselo dos veces, ya que un reciente estudio sugiere que el consumo de este tipo de bebidas podría tener en las personas justo el efecto contrario: es decir, que mejoraría nuestra memoria. En concreto, la información aprendida antes de que empezáramos a beber.

Tras esta investigación, publicada en la revista Nature Journal Reports, se encuentra la Universidad de Exeter (Inglaterra). Por supuesto, los científicos que la han llevado a cabo destacan que este pretendido y limitado efecto positivo hay que tomarlo en consideración junto a los numerosos efectos negativos que la ingesta de alcohol tiene en nuestra memoria y también en nuestra salud mental y física.

Para llegar a sus conclusiones, el grupo de investigadores llevaron a cabo un experimento en el que participaron 88 personas –31 hombres y 57 mujeres, de entre 18 y 53 años de edad–. Se les sometió a una tarea de aprendizaje de palabras en sus respectivos hogares y después, al azar, se los dividió en dos grupos diferentes: a los del primero se les dijo que bebieran todo lo que quisieran (la media fue de 82,59 gramos durante toda la noche, es decir, unas cuatro consumiciones); a los del segundo, que no ingirieran nada.

Llegado el día siguiente, se les pidió que de nuevo llevaran a cabo la misma tarea de aprendizaje, y detectaron que aquellos que en la jornada anterior habían bebido alcohol tras el ejercicio, recordaban mejor lo que habían aprendido durante la realización del mismo.

“Nuestra investigación no solo mostró que aquellos que habían bebido alcohol mejoraron al repetir la tarea de aprendizaje de palabras, sino que este efecto fue más fuerte entre aquellos que bebieron más», explicó la profesora Celia Morgan, de la Universidad de Exeter, en una nota de prensa. Los investigadores reconocen no entender del todo las causas de este efecto, pero creen que la principal explicación estaría en que “el alcohol bloquea el aprendizaje de la nueva información y, por lo tanto, el cerebro cuenta con más recursos disponibles para establecer otra información recientemente aprendida en la memoria a largo plazo”. La teoría es que el hipocampo, el área del cerebro realmente importante en la memoria, consolidaría los recuerdos, de manera que estos se transferirían desde la memoria a corto plazo hasta la de largo plazo.

Anteriormente, se había llegado a esta conclusión en condiciones de laboratorio, pero este es el primer estudio que pretende probarlo en un entorno natural, con las personas bebiendo en sus propios hogares.

No es el primer estudio que sugiere que el alcohol mejora la memoria. Otro, llevado a cabo por investigadores de la Universidad John Hopkins de Baltimore (EE. UU.) y publicado en la revista Translational Psychiatry, explicaba que, si bien al día siguiente de emborracharnos puede que no recordemos todo lo que sucedió, las experiencias negativas, sin embargo, podrían afianzarse aún más en nuestra materia gris que si no hubiéramos bebido.

Opciones mucho más saludables

Dados los numerosos efectos nocivos que el alcohol tiene en nuestro cuerpo y en nuestra mente (daña de manera irreversible nuestras neuronas, afecta a la fertilidad y al sistema inmunológico, deteriora órganos tan importantes como el hígado, el estómago, el páncreas…), si necesitas mejorar tu memoria, te proponemos que pienses en alternativas mucho más seguras y beneficiosas para tu salud.

Por ejemplo, hacer ejercicio físico, dormir bien, utilizar reglas mnemotécnicas, llevar una alimentación saludable (el chocolate, por ejemplo, ayuda), abrir y cerrar las manos –sí, suena raro, pero apretar el puño derecho durante un minuto y medio ayudaría en el proceso de formación de la memoria– o practicar juegos de entrenamiento cerebral.

FUENTE: www.muyinteresante.es

La Organización Mundial de la Salud (OMS) eligió el 31 de mayo de cada año para concienciar a la población sobre los riesgos para la salud del consumo de tabaco, pero a diario salen informaciones y estudios científicos que constatan los efectos perjudiciales de esta sustancia y los beneficios de dejarlo.

Cuando la gente deja el tabaco mejora la capacidad respiratoria y cardiaca; se reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y pulmonares, como el cáncer de pulmón; mejoran el gusto y el olfato, y se produce un incremento de energía. Y también aporta beneficios para la salud de los que rodean a los fumadores, además del ahorro que supone también para las economías domésticas.

Pero aunque los argumentos están claros, los fumadores tienen verdaderos problemas para cumplir su objetivo cuando se proponen dejar de fumar. De hecho, una reciente encuesta de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) muestra que hasta el 70 por ciento de los fumadores ha intentado al menos una vez dejar el tabaco, y un 29 por ciento ha hecho más de 3 intentos. Pero aun así, siguen fumando.

Por ello, y dado que no resulta un proceso fácil y no todos logran dejarlo de un día para otro, el Tobacco Control Research Branch del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos ofrece a través de su página web ‘smokefree.gov’ una serie de recomendaciones para que cualquier intento culmine con éxito en un abandono:

  1. Lo primero es fijar una fecha para el último cigarrillo y decírsela a familiares y amigos. Tienes que mentalizarte y decidir qué día vas a dejar los cigarros y cumplir con esa fecha. Está comprobado que reducir la dosis y dejar el tabaco progresivamente acaba dificultando el hecho de dejarlo del todo y es mejor parar de golpe.
  2. Evita buscar excusas para dejar de fumar. Son muchas las razones de peso para dejar el tabaquismo como tu salud, la de tus familiares y tu bolsillo. Si de verdad has considerado abandonar este hábito, no busques excusas fáciles para no hacerlo.
  3. Debes tener una actitud positiva para dejar el tabaco. Hay que mantener el pensamiento de «quiero dejar de fumar» y evita pensamientos negativos y excusas que te dificulten el progreso. Te resultará más fácil si haces una lista con los puntos a favor de dejar los cigarros.
  4. Busca apoyo en tus amigos y familia. En momentos que veas que tienes dificultades para aguantar sin fumar, habla con alguien de tu familia o con tus amistades para que te ayuden a pasar este momento. Además, en momentos así, debes leer la lista de cosas a favor que has hecho al empezar.
  5. Evita las tentaciones quitando los ceniceros, los paquetes de tabaco y los encendedores de tu vista. Asimismo, si eres de los que tenía por costumbre fumar con el café o al beber alcohol estando de fiesta, te resultará más fácil el proceso si los evitas y cambias por zumos, refrescos y café descafeinado.
  6. Bebe muchos líquidos, pues mantenerse hidratado y con la sensación de estómago lleno es uno de los mejores trucos para dejar de fumar. Se aconseja beber unos 1,5 litros de líquidos al día.
  7. Si crees que te está costando lograrlo, no te rindas y aprovecha la ayuda de profesionales y de productos específicos para ayudar a dejar de fumar que encontrarás en las farmacias.
  8. Mantente ocupado y activo, pues así pensarás mucho menos en el tabaco. Además, haciendo algo de ejercicio moderado diario estarás activándote, ocupándote y desintoxicando tu cuerpo.
  9. Usa el dinero que no estás gastando al no comprar más tabaco para ahorrarlo e inviértelo en algo que realmente necesites, o incluso para comprarte un premio o capricho por lograr tu objetivo.
  10. Si quieres evitar el aumento de peso debido a comer más por la ansiedad que puede generarse al abandonar el tabaco, piensa en evitar picar entre horas y aumentar la cantidad de frutas y verduras.

Aunque sabemos que no es fácil, no hay más que pensar en que hay quienes sí han conseguido dejar de fumar y en los múltiples beneficios de lograrlo para hacer un nuevo intento. Para que, tras conseguirlo, el próximo ejemplo de superación sea el tuyo.

FUENTE: www.infosalus.com

La cantidad y la velocidad a la que bebemos alcohol es crucial. ¿Por qué vomitamos al beber alcohol? Te lo contamos.

Tras una larga noche de copas, la mayoría acaba teniendo que ‘rezar’ ante el inodoro y para acabar expulsándolo todo con objeto de sentirse mejor. Pero, ¿por qué pasa esto? Según un comunicado de la Universidad de Texas en Dallas (EE. UU.), el vómito puede ocurrir precisamente porque el alcohol es en realidad un irritante gástrico y puede, por tanto, alterar nuestro estómago. De hecho, beber demasiado alcohol puede incluso provocarnos gastritis, que es cuando el revestimiento del estómago se irrita, se inflama y se erosiona. Los síntomas varían, pero incluyen indigestión, dolor de estómago, náuseas, malestar estomacal y más vómitos.

El alcohol etílico está presente en bebidas alcohólicas como el vino (con alrededor de un 13 %), la cerveza (5 %), los licores (hasta un 50 %) o los aguardientes (hasta un 70 %) y puede envenenar nuestro sistema si bebemos mucha cantidad en un corto espacio de tiempo. El consumo excesivo de alcohol se define como 5 o más bebidas durante alrededor de dos horas para los hombres y cuatro bebidas durante el mismo período de tiempo para las mujeres, expone la Clínica Mayo.

La razón por la que podemos llegar a ingerir tanta cantidad de bebida sin darnos cuenta es porque el alcohol pasa de la boca a lo largo del esófago, atraviesa el estómago y entra al intestino delgado y en nuestro torrente sanguíneo, incluso después de dejar de beber, lo que permite que el alcohol en nuestro cuerpo aumente. Además, el alcohol se absorbe rápidamente, pero tarda mucho más en salir de nuestro organismo.

Según un informe de la Universidad Estatal de Colorado (EE. UU.), el acto de vomitar es el final de una serie de eventos. La primera etapa es la náusea, que está vinculada a una disminución de nuestra motilidad gástrica o contracciones de los músculos gástricos lisos en el estómago y un aumento en el tono de la pared del músculo en el intestino delgado.

Después de las náuseas vienen las arcadas, que son esencialmente espasmos respiratorios. La mayor parte del estómago se contrae y otras áreas, se relajan. Entonces tiene lugar el acto de vomitar, que es cuando los contenidos del intestino delgado se propulsan hasta la boca y salen expulsados del organismo.

La Universidad de Michigan (EE. UU.) recomienda esperar varias horas antes de comer. Y al beber agua, lo mejor es ingerir pequeñas cantidades o masticar trozos de hielo cada 15 minutos durante aproximadamente 4 horas. Después de este tiempo podemos empezar a tomar alimentos suaves como la compota de manzana, el arroz, los plátanos o las galletas.

 

FUENTE: www.muyinteresante.es

Si pensamos en el alcohol y el arte, muchos llegamos a Charles Bukowsky, el célebre escritor norteamericano, que vivía borracho; o a Raymond Carver, el autor minimalista cuyos temas literarios solían ser los seres borrachos, perdidos, perdedores, de mediados de los 70; o Ernest Hemingway, o Edgar Alan Poe, o Charles Baudelaire, o los pintores Jackson Pollock, Edvard Munch, Modigliani, Henri Toulouse-Lautrec; o cualquier estrella de rock (Jim Morrison, Amy Winehouse, Tom Waits…). Y la lista, créeme, puede ser bastante larga. ¿Qué pasa? ¿Es que el alcohol te vuelve más creativo?

¿El alcohol te vuelve más creativo?

Automáticamente pensamos que para ser artista hay que ser vicioso, o tener cierta condescendencia con el licor. ¿Pero es cierto? ¿Todos estos artistas, talentosísimos, debían su arte y su creatividad a la bebida? Veamos…

El novelista, también norteamericano, Peter De Vries decía: “escribe borracho, edita sobrio”, porque la verdad podríamos pensar que las drogas y el alcohol disparan de alguna manera la creatividad. Pero lo cierto es que no, y este NO es rotundo. El alcohol, sobre todo en grandes cantidades, anula el pensamiento creativo.

Según el psiquiatra británico y experto en adicción, Iain Smith, pese a que todos estos artistas eran conocidos por su indiscutible dependencia al alcohol, sus grandes obras fueron hechas, muy probablemente, estando sobrios, y al respecto comenta que esa idea, bastante ingenua, de la bohemia donde las drogas y el alcohol dan a los artistas experiencias o ideas originales es sencillamente una ilusión, pues cuando tratas de capturarlas a menudo carecen de sentido.

Se podría alegar que el consumo de ciertas drogas, como la marihuana, el LSD, la ayahuasca o el peyote, efectivamente “abren las puertas” del entendimiento (tal y como Aldous Huxley estableció en su más que famosa Las puertas de la percepción, y que daría el nombre al grupo de Jim Morrison, The Doors); la verdad es que si lo haces de manera “controlada”, metódica, quizá consigas rescatar imágenes increíblemente alucinantes, o ideas que a ninguna otra persona le pasaron por la cabeza.

A esto se le llama “consumo moderado u ocasional”, que de hecho puede aumentar la creatividad en algunas personas (tomarte UNA copa de vino o UN trago de tu bebida favorita para sentarte a escribir, por ejemplo), pero a largo plazo los efectos negativos del alcohol superan con creces ese impulso creador, incluyendo el deterioro innegable del cerebro en las áreas de memoria y aprendizaje.

Claro que también tiene virtudes: un grupo de investigadores de la Universidad de San Francisco, California, realizó un experimento en 2012, y demostraron que cuando un individuo consume alcohol, su cerebro suelta una gran cantidad de endorfinas, responsables de ese sentimiento de placer y recompensa que ya conocemos. Otro grupo de investigación francés, reportó una relación interesante: el impulso de la confianza en uno mismo cuando se bebe (sucedió incluso al intercambiar bebidas alcohólicas por no alcohólicas, es decir, funcionaba si creían que estaban consumiendo alcohol, aunque no fuese cierto).

Sin embargo, debemos decir que el alcohol nunca es la chispa de la creatividad, y que todos esos artistas que conocemos y de quienes hemos hablado son grandes a pesar del alcohol, no gracias a él. Y que gran parte de ellos pudieron haber dado mucho más de sí mismos si no hubiesen sido alcohólicos.

FUENTE: www.supercurioso.com

Los investigadores han descubierto que una mayor ingesta durante un período de estudio de 30 años se asocia con un mayor riesgo de atrofia del hipocampo.

El consumo de alcohol, incluso en niveles moderados, se asocia con un incremento del riesgo de daños cerebrales y de deterioro cognitivo, según un estudio publicado en la revista médica The BMJ.

Sus autores, un grupo de investigadores británicos de las universidades de Oxford y College London, añaden que el trabajo respalda la reciente reducción de la orientación del alcohol en el Reino Unido y cuestiona los límites actuales recomendados en Estados Unidos.

Multitud de estudios han analizado las consecuencias nocivas para el cerebro de una ingesta excesiva de alcohol, pero muy pocos lo han hecho sobre un consumo moderado, sostuvieron los autores.

Por ello, decidieron lanzarse a examinar si una ingesta comedida de bebidas alcohólicas tiene consecuencias positivas, negativas o nulas en la estructura y la función del cerebro.

En el estudio participaron 550 hombres y mujeres sanos y se analizaron sus datos sobre su toma semanal de alcohol y su rendimiento cognitivo medio durante 30 años (1985-2015).

Las pruebas de función cerebral se llevaron a cabo a intervalos regulares y al final del estudio (2012-15) los participantes se sometieron a un escáner cerebral de resonancia magnética.

Se tuvieron en cuenta varios factores que podrían haber influido en los resultados (conocidos como confusión), como edad, sexo, educación, clase social, actividad física y social, tabaquismo, riesgo de accidente cerebrovascular y antecedentes médicos.

Después de ajustar estos factores de confusión, los investigadores descubrieron que un mayor consumo de alcohol durante el período de estudio de 30 años se asoció con un mayor riesgo de atrofia del hipocampo -una forma de daño cerebral que afecta a la memoria y a la navegación espacial-.

Mientras que aquellos que consumían más de 30 unidades a la semana se encontraban en el riesgo más alto en comparación con los abstemios, incluso aquellos que bebían moderadamente (14-21 unidades por semana) tenían tres veces más probabilidades de tener atrofia del hipocampo en comparación con los que no consumían nada.

El estudio considera que una unidad de alcohol equivale a 10 mililitros. Las 14 unidades que se consideran un consumo moderado, corresponden a cuatro pintas (de algo más de medio litro cada una) de cerveza fuerte o cinco copas de vino (175 ml) de 14 grados.

El mayor consumo también se asoció con una menor integridad de la sustancia blanca (crítica para el funcionamiento cognitivo eficiente) y un descenso más rápido de la fluidez del lenguaje (cuántas palabras que comienzan con una letra específica se pueden generar en un minuto).

Los autores señalaron que se trata de un estudio observacional, por lo que no se pueden sacar conclusiones firmes sobre la causa y el efecto, aunque apuntaron que lo descubierto sí puede tener «importantes implicaciones potenciales» sobre la salud de un gran sector de la población.

 

FUENTE: www.diariovasco.com

En las celebraciones, cuando se sale de fiesta y en muchas otras ocasiones es normal el consumo de bebidas alcohólicas. Con moderación esta actividad no representa ningún problema, excepto para un grupo de individuos que reaccionan muy mal al consumo de este tipo de bebidas, ¿Se te pone la cara roja al beber alcohol?.

Sales de fiesta y con sólo tomar una copa tu cara se vuelve roja, tienes náuseas, taquicardia y posiblemente un fuerte dolor de cabeza. Sabes que no has bebido en exceso pero todos estos síntomas parecen indicar lo contrario. No te preocupes, sufres un trastorno genético. Es molesto, pero en realidad carece de importancia objetiva, no afecta a tu salud en absoluto a no ser que abuses del alcohol. Es más, las personas que lo sufren están entre los grupos con menos índice de alcoholismo del mundo. Es posible que esta baja tasa sea el resultado de la mala experiencia que representa el consumo de alcohol para los que tienen esta alteración genética.

Esta alteración la sufren unos 500 millones de personas en el mundo, siendo los más afectados los asiáticos orientales -chinos, coreanos y japoneses- ya que un 36% de su población padece el trastorno.

Esta particularidad genética produce una alteración en el proceso de metabolización del alcohol. Ésta metabolización ocurre primero en el estómago, y esta fase inicial la produce una enzima denominada “Alcohol Deshidrogenasa que por medio de la oxidación convierte el alcohol en acetaldehído. El acetaldehído, que es tóxico para el organismo pasa al hígado en el que otra enzima que se llama “Aldehído deshidrogenasa” lo convertirá mediante un doble proceso en agua y en dióxido de carbono. Pues bien, en las personas con esta alteración, esta segunda enzima no funciona correctamente y no puede procesar las sustancias tóxicas. Este hecho provoca, entre otras cosas, que haya una dilatación de los vasos sanguíneos y por tanto la piel se ponga de color rojo. No sólo es la cara la afectada, sino todo el cuerpo. No hay que confundir este trastorno con la rosácea, que es un problema de piel facial crónico -unos capilares excesivamente reactivos-, que por su similitud física se ha atribuido al consumo de bebidas alcohólicas.

Lo mejor sería no beber alcohol, pero en todo caso los expertos aconsejan acompañar la bebida con alimentos sólidos y con otros líquidos no alcohólicos.

FUENTE: www.supercurioso.com

La memoria se divide en dos: corto y largo plazo. Los recuerdos inmediatos son de corto plazo, pero nuestro cerebro elige cuáles guardar en la memoria a largo plazo. Cuando consumimos grandes cantidades de bebidas alcohólicas, la memoria a corto plazo no funciona de la misma manera que estando sobrio. Por tanto, el cerebro no procesa la información correctamente para llevarla a los recuerdos de largo plazo.

Las lagunas de memoria después de beber alcohol pueden ser en bloque o fragmentario. El primero, significa perder la memoria de esa noche por largo tiempo; mientras que en el segundo, es de forma intermitente. La diferencia entre ambas, es que en bloque no recuerdas nada, pero en la otra puedes recordar si te cuentan lo ocurrido. Sin importar el tipo, la ciencia dice que son provocadas por la misma razón.

¿Cómo ocurren?

Según estudios, esto ocurre porque el alcohol interfiere en los receptores del hipocampo, se bloquean las vías neuronales en el cerebro y no se comunican entre sí con normalidad. En pocas palabras, no somos capaces de crear nuevos recuerdos. No obstante, la memoria podría estar escondida en alguna parte del cerebro, y quizá vengan a la luz de repente.

El efecto del alcohol en nuestra memoria es igual que la amnesia anterógrada. Es decir, que podemos perfectamente recordar lo sucedido antes de comenzar a consumir y luego de ahí, hasta cierto punto. Comer antes ayuda a prevenir, o retardar la embriaguez. Pero si no comes, la sangre se intoxicará mucho más rápido. La razón de las lagunas mentales es porque el nivel de alcohol en la sangre llega a 0.15 % velozmente. Beber lento pudiese evitar que al día siguiente tu mente esté en blanco.

Por lo tanto, una laguna de memoria te puede pasar si la sangre se intoxica rápido. Cada vez que se interfiere en las funciones del cerebro, se está más propenso a tener un daño considerable en este órgano tan importante del cuerpo.

FUENTE: WWW.SUPERCURIOSO.COM

Observad a alguien después de haber tomado un par de copas, y encontraréis una clara evidencia de que el alcohol hace algo a su cerebro. Tropiezan, mezclan sus palabras, pierden el control de sus emociones, y se olvidan las cosas.

Algunas personas han tratado de explicar este comportamiento como consecuencia de la muerte celular causada por el alcohol. A menudo, se empaqueta como un hecho real que se resume en “Tres cervezas matan a 10.000 células cerebrales.”

Pero, ¿es esto cierto?

No. El alcohol hace daño a algunas de nuestras 86 mil millones de células cerebrales, o neuronas, que envían mensajes eléctricos y químicos al cerebro y de aquí a otras partes del cuerpo.

El alcohol etílico puede matar a células y microorganismos. Esto es lo que lo convierte en un eficaz antiséptico. Afortunadamente, cuando tomamos bebidas alcohólicas, nuestro cuerpo trata de no dejar que todo ese etanol circule por nuestro cuerpo sin ser controlado. Las enzimas en el hígado lo convierten primero en acetaldehído (que es altamente tóxico) y luego en acetato, que se descompone en agua y dióxido de carbono y se elimina a través de nuestro cuerpo.

Cuando el hígado hace horas extra

Pero el hígado no puede funcionar tan rápido, el procesamiento de aproximadamente 35,4 cl de cerveza, 177 ml de vino o 44,5 ml de licores destilados le lleva una hora. Si bebemos tan rápido que no dejamos a nuestro hígado mantener el ritmo, el exceso de alcohol se cuela en la sangre y viaja a través del cuerpo hasta que éste pueda ser procesado.

Cuando este alcohol llega al cerebro, no mata las células. Lo que hace es inhibir la comunicación entre las dendritas o conexiones de ramificación en los extremos de las neuronas que envían y reciben información entre las neuronas, en una parte del cerebro involucrada en la coordinación motora. Esta mala comunicación da cómo resultado algunos de los impedimentos típicos de la intoxicación.

Investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis encontraron que el alcohol, incluso cuando se aplica directamente a las neuronas, no las mata. Simplemente interfiere con la forma en la que transmiten información.

Síndrome de Wernicke-Korsakoff

Algunos alcohólicos pueden experimentar la muerte de neuronas, como parte de un trastorno cerebral llamado síndrome de Wernicke-Korsakoff. En estos casos, la evidencia sugiere una vez más que la enfermedad y la muerte celular no son causadas ​​por el alcohol en sí mismo, sino un por una deficiencia de tiamina y la malnutrición que en general a menudo va de la mano del alcoholismo.

Para los bebedores moderados, una serie de estudios realizados en los últimos 15 años sugieren que, lejos de matar a las células del cerebro, un poco de alcohol está asociado a un menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

FUENTE: www.supercurioso.com