sexo-drogas-rock-765Mark Renton, el heroinómano que interpreta Ewan McGregor en Trainspotting, describe en esa película el poder de algunas drogas para secuestrar la voluntad: «Yo elegí no elegir la vida: yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?» Renton justificaba con esta explicación el sinsentido de su hábito autodestructivo, pero para algunos científicos no es suficiente. George Richardson, profesor de la Universidad de Cincinnati (EEUU), ha buscado en la evolución otros motivos para una mala costumbre omnipresente en todas las sociedades humanas y en todas las épocas.

Tomamos todo tipo de sustancias como el alcohol, la marihuana o las setas alucinógenas pese a las resacas que nos dejan, el riesgo de quedar enganchados y los daños para la salud a largo plazo. Algunas drogas, no obstante, tienen efectos positivos. El café o la coca hacen desaparecer la sensación de fatiga y el apetito, los sedantes hipnóticos como el alcohol alivian la ansiedad y los analgésicos como el opio calman el dolor, producen euforia y aplacan la diarrea. Incluso el tabaco puede tener su lado benéfico. Un estudio con la tribu Aka, un pueblo de cazadores recolectores centroafricano, mostró que quienes fumaban sufrían menos infecciones por parásitos frecuentes en aquel grupo que los que no lo hacían. Y algo similar se ha observado con el uso de marihuana.

Junto a estos enfoques pragmáticos, Richardson planteó que el uso de psicotrópicos podía incrementar las posibilidades de tener sexo. Algunos investigadores ya habían encontrado correlaciones entre el consumo de drogas y una mayor actividad sexual y un mayor número de parejas sexuales. Sin embargo, como explica el investigador estadounidense, esa correlación no implica que sean las drogas las que mejoren las posibilidades de apareamiento.

En un artículo que publica en la revista Evolution and Human Behaviour junto a investigadores de las universidades de Nevada (EE UU) y Macao (China), Richardson recuerda alguna de las hipótesis que se han propuesto para justificar una selección natural de rasgos en principio negativos como la tendencia a beber mucho. La primera propone que el consumo excesivo de alcohol fue seleccionado indirectamente al favorecer la impulsividad y la agresividad, que pudo ser útil para los humanos prehistóricos a la hora de competir por recursos en tiempos de escasez y buscar nuevos territorios en los que prosperar. Algunos estudios con macacos han observado que los individuos con niveles bajos de serotonina son más impulsivos, abandonan su grupo antes que el resto y sufren una mortalidad prematura más elevada. Sin embargo, también tienen un mayor éxito reproductivo cuando son más jóvenes.

orgyOtra posibilidad explorada por otros científicos supone que el consumo de sustancias es un alarde de fuerza, inútil como la cola gigantesca de un pavo real, pero válido para demostrar que se tiene tanto poderío que no importa desperdiciarlo. Una tercera opción plantea que la utilidad de las drogas se alcanza a través de la modulación de la actividad cerebral. Si no se toman en cantidades excesivas, pueden incrementar la búsqueda natural de recompensas, concentrando la atención, la memoria y la motivación al servicio de nuevos recursos entre los que se incluirían potenciales objetivos sexuales.

Para tratar de dirimir si el vínculo entre el uso de drogas y el éxito sexual es causal o no, Richardson y sus compañeros emplearon ecuaciones estructurales y cruzaron datos estadounidenses a escala nacional. Su conclusión es que la influencia no existe, salvo de forma muy ligera con el alcohol, que aumenta las probabilidades de tener sexo, y con la marihuana, que las reduce. “Lo que hemos observado es que, probablemente, la gente que de por sí va a tener más parejas sexuales tiene más tendencia a tomar drogas”, apunta Richardson. “Puede tener que ver con la tendencia de esas personas a buscar nuevas sensaciones”, añade. El investigador explica que ahora quiere ampliar el campo de interés de su estudio para comprobar si existe una relación entre el consumo de alcohol y nuestras relaciones sociales. “Creo que aunque a veces pueda dar la sensación de que beber nos sirve para tener más amigos, es probable que no sea así”, apunta. Ya está planteando estudios con gemelos idénticos para aislar la influencia exclusiva del alcohol en nuestra sociabilidad.

FUENTE: www.elpais.com

sexo aguaCalores, sudores, cervezas, alcohol, verano, playas… No eres el primero al que se le ha venido la idea a la cabeza. ¿Qué pasa si hacemos el amor en el agua? ¿Hay algún problema con mantener sexo acuático?

Pues sí, hay más de un riesgo. Nuestros compañeros de LeHuffPost en Francia han hecho un interesante repaso a lo que puede pasar si tenemos relaciones sexuales en el agua.

  • Te arriesgas a coger un montón de bacterias

En el agua del mar, de la piscina, de un lago o de un río pululan bacterias de todo tipo que tu piel tolera bien, pero que no necesariamente quieren estar en contacto con tus zonas íntimas.

Especialmente en una piscina, si el agua no está lo suficientemente limpia y no tiene la cantidad de cloro correcta, te arriesgas muy mucho a coger una infección urinaria. Y al revés: un agua demasiado clorada puede favorecer la aparición de hongos.

  • Puede ser muy doloroso

¿Quién dice que el agua ayuda a lubricar? ¡Nada de nada! Más bien al contrario: el agua de mar reducirá bastante, e incluso eliminará totalmente, la lubricación natural.

Lejos de estar como peces en el agua, seréis víctimas de la sequedad, la irritación y la fricción.

Y si es en una piscina, el cloro puede irritar la vulva o la vagina tras el coito. Muy lejos del glamour con el que soñabas desde tu toalla…

  • ¡Alerta! ¡ETS a la vista!

Otro riesgo, y no menor, es el de coger una enfermedad de transmisión sexual (ETS). Efectivamente, la fricción causada por la falta de lubricación aumenta el riesgo de que el preservativo se rasgue.

Porque el hecho de hacer el amor en el agua no implica, de ningún modo, que no tengas que protegerte (salvo que así lo hayas decidido con tu pareja, claro). Según Catherine Solano, médica sexóloga, ya sea con o sin agua, si no te has hecho la prueba del sida, no estás vacunado de la hepatitis B o si tú o tu pareja no sois completamente fieles, hay que usar un preservativo siempre

Su consejo: «Cuando se use un condón para hacer el amor en el agua, hay que ponérselo y que quitárselo fuera del agua».

  • Bonus track: si no eres acróbata, cuidadito con las caídas

En la bañera o en la ducha, no os paséis de listos: elegid zonas antideslizantes y tened a mano una barra a la que agarrarse… o acabaréis a cuatro patas (y no precisamente en ese sentido).

En una piscina o en el mar, quedaos en un sitio en el que deis pie si no queréis tragar agua.

  • Bonus track bis: ¡arriba las manos!

Mucho ojo: tener relaciones sexuales en la calle puede tener multa. Depende de las distintas ordenanzas municipales. Por ejemplo, en Alicante podría conllevar multas de hasta 3.000 euros. En Tossa de Mar está prohibido el sexo en la playa. También algunas playas se han convertido en un filón recaudatorio en multas por «delitos sexuales.»

Ya sabes: en verano a palo… seco.

FUENTE: www.huffingtonpost.es

guapaLa edad en que los adolescentes se inician en las relaciones sexuales está afectada por ciertas variantes genéticas, según revela un estudio publicado hoy en la revista Nature Genetics.

Científicos de la universidad británica de Cambridge han identificado las diferencias genéticas que influyen en la edad del primer encuentro sexual y en el primer parto.

El estudio especifica que no sólo, como se creía, son los factores sociales y económicos los que marcan la edad del inicio de las relaciones sexuales y del primer alumbramiento, sino también las variantes genéticas.

La investigación reveló las diferencias hereditarias con la pubertad, que ha caído desde los 18 años de media en 1880 hasta los 12.5 años en 1980, en hombres y mujeres, al tiempo que ha mostrado una correlación entre la llegada de la pubertad y la edad de la primera relación sexual.

«Aunque los factores sociales y culturales son claramente relevantes, hemos determinado que la edad del primer encuentro sexual de una persona está influida por los genes que actúan en el momento de la madurez física y por aquellos que contribuyen a las diferencias naturales en nuestro tipo de personalidad», aseguró John Perry, uno de los autores del estudio.

Perry y el coautor de la investigación, Ken Ong, llevaron a cabo un estudio en el que participaron más de 125 mil personas (59.357 hombres y 66.310 mujeres), con edades comprendidas entre los 40 y los 69 años, e identificaron 38 variantes relacionadas con la edad del primer encuentro sexual.

FUENTE: www.informador.com