El Yin y Yang de la marihuana para el cerebro
El cannabis (extraído de las plantas Cannabissativa y Cannabisindica) está aumentando su consumo para fines médicos y lúdicos a pasos agigantados. Con la progresiva legalización en países como Canadá y algunos estados de EE.UU y el aumento del consumo con fines médicos en Europa se calcula que hay actualmente unos 200 millones de consumidores frecuentes de marihuana en el mundo.
Sin embargo, la investigación sobre los efectos en el cerebro de los principios activos del cannabis son aún poco conocidos debido en gran parte a la demonización a la que han sido sometidos durante décadas los estudios experimentales sobre los efectos de estas sustancias.
¿Estás suficientemente informado sobre qué cannabis consumir y sobre los posibles efectos de la marihuana en el cerebro?
Cannabis para aliviar los dolores
Algunas culturas antiguas como China e hindú han utilizado las propiedades de la planta del cannabis durante muchos siglos para calmar los dolores. Actualmente su uso terapéutico se ha ampliado a una gran variedad de aplicaciones.
El cannabis suele estar compuesto de una mezcla de semillas, flores y hojas desecadas y trituradas de la parte femenina de la planta cannabis. Se conocen dos especies fundamentales, la Cannabissativa y la Cannabisindica.
Estas dos especies de cannabis tienen importantes diferencias no solamente en su morfología sino también en los efectos conocidos en el organismo. En general, la Cannabissativa es energizante y estimulante, ayuda a levantar el ánimo, estimula el apetito y suele ser preferencialmente consumida durante el día. Por su parte, la Cannabisindica suele tener efectos relajantes, sedantes y somníferos, estimula el apetito y calma los dolores y el nerviosismo.
Los efectos variados del cannabis a los alrededor de 500 componentes químicos distintos denominados cannabinoides que esta planta posee. Los más químicamente activos son fundamentalmente dos, el delta-9-tetradydrocannabinol (THC) y el cannabinidiol (CBD). El THC es la sustancia químicamente más apreciada por los que buscan una forma de entretenimiento en el consumo de la marihuana ya que produce efectos psicóticos, es decir, altera la mente. Se encuentra tanto en la indica como en la sativa. Por su parte, el CBD no es psicótico y además contrarresta el efecto del THC. Sus niveles son prácticamente inexistentes en el Cannabissativa.
Efectos terapéuticos del cannabis
El cannabis se está prescribiendo actualmente bajo supervisión médica en muchos países. Las evidencias científicas indican que puede ser beneficioso frente al dolor crónico, el estrés post-traumático, aumentar el apetito en la anorexia y la bulemia, la ansiedad, el glaucoma, los síntomas del tracto urinario, la esclerosis múltiple y el insomnio. También se observa mejoría frente a algunos trastornos del cerebro como la epilepsia, la esquizofrenia, la demencia, el párkinson, el alzhéimer, la enfermedad de Huntington y el síndrome de Tourette. El síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico en el que los pacientes presentan entre otros tics motores y fonales.
La investigación neurocientífica respecto a los efectos de los cannabinoides es aún insuficiente. Las células del cerebro producen al menos 2 tipos de cannabinoides endógenos (endocanabinnoides). Además, el cerebro cuenta con un sistema endocanabinnoide formado por diferentes proteínas ubicadas en las neuronas que se unen a los cannabinoides y participan en funciones cerebrales.
Entre las bondades de este sistema está el participar en procesos neuroprotectores que protegen la actividad neuronal y anti inflamatorios, reduciendo así los efectos neurotóxicos. Los endocannabionoides también se han asociado a la neurogénesis, es decir, a la formación de nuevas neuronas. Sin embargo, no todo en el sistema endocannabinoide es tan bondadoso ya que también se considera partícipe en procesos neurotóxicos y neurodegenerativos. Por consiguiente, se requiere continuar los estudios para conocer bien los posibles efectos terapéuticos eliminando los efectos nocivos.
Efectos adversos del consumo de cannabis
El consumo esporádico (1 vez a la semana) de cannabis en los adultos puede producir distorsión de la percepción, euforia, relajación, ansiedad, mareos y aumento del apetito. Sin embargo, el consumo asiduo o diario puede tener consecuencias mucho más serias ya que se asocia a problemas cognitivos en la memoria ejecutiva (planificación, toma de decisiones), memoria en el corto plazo, la atención y el aprendizaje. También se han encontrado alteraciones morfológicas en el cerebro por resonancia magnética nuclear, en las que se observaba una ligera reducción del volumen cerebral.
Por otra parte, las nuevas formas de marihuana como es el denominado skunkcon un contenido de THC del 67% genera evidentemente efectos muchos más potentes. En paralelo al consumo de skunk están incrementando los casos de trastornos psicóticos en los consumidores. La asiduidad en el consumo es de nuevo la clave, ya que puede aumentar en un 40% el riesgo de trastornos psicóticos en los que consumen este súper cannabis varias veces a la semana. Ello equivale a aumentar en 3 veces el riesgo de estos trastornos en comparación con los consumidores de uso esporádico.
La paradoja, el yin-yang del cannabis, es que los efectos psicóticos del THC se pueden contrarrestar con el propio CBD. El consumo de cannabis rico en CBD reduce los patrones de conducta neuronal ligados a las alucinaciones, ilusiones ópticas y otros síntomas de la psicosis.
La peor parte se la llevan los consumidores más jóvenes, en los que las secuelas del consumo elevado de marihuana pueden pagar un alto precio en el cerebro.
El cerebro adolescente es muy vulnerable al cannabis
El cerebro en la adolescencia está en pleno desarrollo de la consolidación de su madurez, es una auténtica máquina de aprendizaje. En esta época existe una gran actividad en el desarrollo del circuito neuronal que perfilará el cerebro futuro del adulto. Se forjan las habilidades sociales, la gestión de las emociones y la interacción con el contexto sociocultural. Son particularmente trascendentales los estímulos afectivos, las amistades y los nuevos contactos sociales.
Los receptores de los endocanabinoides que se encuentran en las neuronas juegan un papel importante en este desarrollo fomentando la generación de la sustancia blanca, la proliferación neuronal, la migración neuronal y en general con las funciones de arquitectura del entramado neuronal. Este desarrollo prosigue hasta aproximadamente los 25 años.
Por consiguiente, el cerebro durante la adolescencia es particularmente vulnerable al cannabis. Los efectos observados por el consumo crónico de cannabis en adolescentes son más agudos. Los trastornos psicóticos son más frecuentes. El cannabis también afecta a la memoria, la atención, la planificación y la velocidad de lenguaje. Además ralentiza el desarrollo de la sustancia blanca, que es la materia que rodea las conexiones neuronales. Lo que llamamos vulgarmente los nervios. La pérdida de memoria en los consumidores habituales de cannabis parece ser reversible ya que algunos estudios han demostrado que tan solo con un periodo de 1 mes sin consumir marihuana mejoraban las habilidades cognitivas.
Teniendo en cuenta que en la adolescencia se forja el cerebro de lo que será el futuro adulto, un aspecto más relevante es el relacionado con los efectos “silenciosos” del consumo de cannabis. Es decir, de las secuelas que no se manifiestan de manera inmediata pero que pueden acabar generando enfermedades neurológicas en el medio plazo. El consumo de THC en adolescentes se asocia con un mayor riesgo de problemas psicológicos posteriores. Aumenta el riesgo de padecer depresión, esquizofrenia y enfermedades neurodegenerativas.
Teniendo en cuenta la producción creciente de nuevas formas de cannabis y la escasa regulación que existe en el mercado sobre la oferta disponible es esencial que estemos informados sobre la base científica y los datos con los que se cuenta sobre los efectos de los cannabinoides. Ahora más que nunca es fundamental que esa información esté disponible para los más jóvenes, antes de que el cerebro pague la factura del consumo de lo que se ingiere sin conocimiento.