La razón por la que nunca deberías mezclar alcohol con cafeína
‘Four Loko, la pérdida de conciencia enlatada’. En 2010 muchos establecimientos de Estados Unidos vendían con esta descripción (del inglés, blackout in a can) la bebida energética de moda entre los adolescentes. Su nombre parecía hacer justicia a la realidad: varios jóvenes habían sido hospitalizados tras consumir dos o tres latas con vodka. Su composición, una mix de alcohol, cafeína, guaraná y taurina, fue lo que hizo saltar todas las alarmas y la Agencia de Alimentos y Drogas (FDA) estadounidense no tardó en iniciar una cruzada contra este producto hasta que, finalmente, la empresa fabricante decidió cambiar los ingredientes.
Según detalló entonces la entidad, el motivo de la retirada del Four Loko original respondía a que “las evidencias apuntaban a que la mezcla de alcohol y cafeína era una amenaza para la salud pública”. A día de hoy, esa amenaza preocupa cada vez más a la comunidad médica ante la creciente popularidad de este tipo de cócteles, al parecer explosivos.
Según los últimos datos de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, el 70% de los adolescentes consumen bebidas energéticas. De ellos, el 12% lo hacen de forma sistemática y, a menudo, en combinación con alcohol. “Muchos jóvenes creen que ingerir bebidas energizantes con alcohol les librará de la resaca y podrán así aguantar mucho más tiempo de fiesta”, explica Manel Sabaté, jefe de sección de cardiología intervencionista del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico. Sin embargo, lejos de cumplir con las expectativas, la combinación puede tener reacciones adversas peligrosas, ya no por su composición en sí, sino por sus efectos más inmediatos.
“El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, mientras que la cafeína es un estimulante nervioso y cardíaco. Eso hace que se equilibre la balanza, que pierdas la percepción de que vas más bebido, y así sigas bebiendo”, aclara Sabaté. Según detalla el experto, los efectos del alcohol en el organismo pueden dividirse en tres grandes fases que dependen de la dosis ingerida. Primero viene la euforia y la excitación, luego el adormecimiento y, por último, el coma. “Cuando bebes alcohol y le añades cafeína, esta retrasa la sensación de fatiga que tienes en la segunda fase. Así, en vez de irte a casa porque estás cansado, sigues consumiendo porque te encuentras bien, por lo que el riesgo de sufrir una intoxicación etílica es mucho mayor”, detalla Sabaté.
De esta manera, la cafeína enmascara los efectos del alcohol y produce una falsa percepción de control. El año pasado, un grupo de científicos del Centro de Investigación sobre Adicciones de la Universidad de Victoria de Canadá (CARBC) determinó en un estudio publicado en el Journal of Studies on Alcohol and Drugs, que la mezcla de ambas sustancias incrementa las posibilidades de sufrir lesiones en un grado mayor que las personas que consumen únicamente alcohol. ¿El motivo? Una falsa sensación de seguridad.
“Coges el coche porque crees que no estás ebrio, pero el alcohol ha hecho que pierdas capacidad de coordinación. Por eso el consumo de estos combinados se asocia a casos de conducción temeraria o accidentes automovilísticos”, apunta, Sabaté. De hecho, el estudio especifica dos tipos de lesiones: las no intencionadas –como las caídas o los accidentes en la carretera–, y las intencionadas –como las consecuencias de una pelea o agresión física–. Pero la cantidad no es el único motivo, también lo es el tiempo que pasa entre el consumo de alcohol y el de cafeína. “No es lo mismo tomarse un café y más tarde una cerveza que una bebida energética con vodka o un chupito”, remarca.
La composición de las bebidas energéticas, que frecuentemente contienen terceros ingredientes como azúcar (en grandes cantidades) y taurina, también condicionan la aparición de efectos adversos. Un estudio realizado en 2013 por médicos del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona) e investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sobre los efectos de la combinación de alcohol y bebidas energéticas recoge que la taurina incrementa la contractilidad cardíaca, mientras que la cafeína, no solo estimula el sistema nervioso central, sino que incrementa la contractilidad cardíaca.
Así, la mezcla con alcohol amplifica la acción de los dos ingredientes, lo que en una ingesta excesiva puede derivar en intoxicaciones agudas reflejadas en vómitos, náuseas o convulsiones entre otros síntomas. En este sentido, María Luisa Iglesias, autora del informe e investigadora del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la UAB alerta en el documento publicado de que lo que se ha convertido en una práctica barata y popular entre la juventud, puede tener “graves consecuencias”.