Fuente: www.deia.com

Los adolescentes tienen de media 177 amigos en las redes sociales -un dato que más de la mitad de los padres desconocen-, si bien recuerda que en función de cada uno de estos nuevos servicios la cantidad de amigos tiene una incidencia diferente.
Entre los progenitores, casi el 27 % de los encuestados admite su ignorancia sobre el tema, lo que pone de manifiesto que el problema no son las redes sociales, sino la desinformación que existe sobre estas entre los padres, añade el informe.
Pese a esa carencia de información, el 95 % de los padres reconocen que sus hijos usan internet y el 84 % tienen presencia en las redes sociales, un contacto virtual que el 47 % considera que tiene un efecto positivo en sus hijos, mientras que tan solo el 25 % creen que es negativo.
Tuenti es la red social más empleada por los adolescentes -entre 10 y 16 años-, casi el 60 % de estos están presentes en este servicio de origen español, mientras que el 56 % tienen perfil en Facebook, el 12 % en Google+ y el 3 % en MySpace.
Estos datos se multiplican entre los jóvenes de entre 13 y 16 años, ya que 77 % de ellos tienen cuenta en Tuenti y el 72 % en Facebook, mientras que entre los menores de 10 a 13 años el 46 % tienen presencia en la red social española y el 44 % en el servicio desarrollado por Mark Zuckerberg, asegura la OCU.
Asimismo, es frecuente que los jóvenes tengan presencia en varias de estas redes y reserven un espacio preferencial para una de ellas.
En estos casos, es Tuenti el servicio que se lleva el gato al agua, siendo la red principal para el 61 % de los adolescentes frente al 24 % que ha elegido Facebook y el 9 % que prefiere Twitter.

 

Fuente: www.diariodenavarra.es
Mariví Mateo García, médica de Salud Pública del Plan Foral de Drogodependencias, ha confirmado a través de su contacto con hosteleros navarros que su demanda ha aumentado en bares y discotecas de la Comunidad foral.
"Los adolescentes están empezando el consumo con mezclas de bebidas de alta graduación y medio mezclando las bebidas entre ellas mismas. No empiezan con el vino de mesa en la comida. Esto va mucho por modas, y se está dando la moda de beber bebidas con alto nivel de cafeína, estimulantes, con alcohol", comenta.
La Fundación Española de Toxicología Clínica (FETOC, alerta que las bebidas energéticas deberían contiene hasta 320 miligramos por litros, cuando una lata de refresco apenas tiene 115 mg/l y una taza de café, 100mg/l. La intoxicación de este tipo de productos puede causar náuseas, vómitos, taquicardia, arritmias, ansiedad, temblor o convulsión.
"Esas bebidas son estimulantes, y el alcohol, que tiene un efecto inicialmente euforizante, no deja de ser depresivo. El problema de las bebidas energizantes es que su efecto es similar a la cocaína", detalla Mateo García.
Y es que, según explica Alfredo Egea, experto en epidemiología nutricional con especialidad en el alcohol, de la Universidad de Navarra, "el consumo de bebidas energéticas puede reducir la propia percepción del estado de embriaguez, con lo que puede propiciar un mayor consumo de alcohol y, por tanto, aumentar sus consecuencias agudas".
En Estados Unidos, la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) está procesando legalmente a cuatro compañías estadounidenses que producen bebidas alcohólicas con un alto contenido adicional de cafeína, producto que la oficina federal considera un "problema de salud pública".
Esta situación se agrava tras la muerte en 2012 durante circunstancias separadas de cinco jóvenes norteamericanos luego de consumir la bebida Monster.

Fuente: www.elmundo.es

Alrededor de un 15% de los jóvenes españoles son consumidores habituales de drogas, y la decisión de hacerlo dependerá de sus valores y proyecto vital. Así se desprende de un estudio elaborado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD, en colaboración con el Ministerio de Sanidad y la Obra Social de Caja Madrid, que el pasado año sondeó a 750 consumidores habituales de 18 a 25 años para conocer sus pautas de consumo y su percepción del riesgo y de la vida en torno a estos hábitos.
El informe, titulado ‘Mismas drogas, distintos riesgos. Un ensayo de tipología de jóvenes consumidores’, ha sido presentado este miércoles en Bilbao por Eusebio Megías, director técnico de la FAD y coordinador del estudio, que en su exposición ha estado acompañado por el catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, Javier Elzo, y la doctora en Sociología María Teresa Laespada.
Los jóvenes, captados en zonas de ‘marcha’ en Madrid, Valencia y la capital vizcaína, fueron seleccionados a través de un filtro en el que se les preguntaba si se habían emborrachado al menos dos veces durante el último mes, si habían consumido cannabis en la última semana y si habían usado drogas como el éxtasis, la cocacína o las anfetaminas en los últimos 30 días.
Un 60% eran hombres y un 40% mujeres; mientras que 6 de cada 10 encuestados eran estudiantes (de éstos, un 74% tenía estudios superiores) y 3 de cada cuatro vivían todavía con sus padres. El abandono prematuro de los estudios o la pérdida del empleo aumentaba, además, el riesgo de caer en este tipo de consumo.
Los resultados fueron sorprendentes. "Pese a que se trata de un grupo importante de consumidores, que ya lleva años consumiendo, un 34% dice que no ha tenido problemas a causa de las drogas", ha señalado el coordinador.
Una actitud que varía cara al futuro: si en la actualidad un 65,5% de los encuestados cree que no va a tener ningún problema próximo debido al consumo, la cifra desciende al 53,8% cuando se hacen previsiones a más largo plazo.
Uno de los resultados más curiosos, como ha comentado Megías, es que tres de cada cuatro jóvenes continúan recurriendo a estas sustancias "pese a creer que de su consumo no se derivan grandes ventajas".
Entre los problemas derivados del consumo, además, los asuntos más materiales priman sobre la salud o las relaciones: los problemas económicos (28%) se perciben como el mayor impedimento, seguidos por el absentismo escolar (24,9%) y los conflictos familiares (19,7%).
Los valores de estos consumidores habituales, no obstante, coincidieron con los de la población general, ya que la mayoría de los encuestados daban una importancia capital a la amistad, la libertad y la familia, unos entes seguidos por el sexo y el tiempo libre.
Estos sondeados, no obstante, mostraron una actitud más proclive al riesgo y dieron una importancia por encima de la media a afirmaciones como "En la vida hay que arriesgarse" o "Lo importante es el presente y disfrutarlo". En este sentido, los investigadores detectaron que los mayores riesgos estuvieron determinados por "la fantasía continua de que la vida es una fiesta", como ha detallado Megías.
Partiendo de estos resultados, los investigadores concluyen que las estrategias de prevención deben ser mucho más concretas y personalizadas, porque "no todos los jóvenes consumen drogas ni lo hacen de la misma manera" y el consumo depende de "una manera de estar en el mundo".
El alcohol, la droga más consumida
El estudio también concreta las tasas de consumo en función de la droga utilizada. Las drogas blandas como el alcohol y la marihuana son las más comunes: un 95,4% de los consumidores habituales suele emborracharse y un 89,3% toma cannabis, frente a la población general de entre 15 y 24 años, que en un sondeo en 2011 afirmó emborracharse en un 27,9% de los casos y fumar marihuana en el 14,7%.
La combinación alcohol-cannabis, además, fue una constante entre los sondeados en 2012, ya que un 92% de los que se emborracharon en el último mes afirmaron haber fumado también marihuana. El 40% de los sondeados, de hecho, señalaron emborracharse cada fin de semana.
En cuanto a las drogas duras, un 27% de los encuestados el pasado año declaró consumir cocaína, frente al 1,7% de la población general; mientras que el éxtasis, los alucinógenos y las anfetaminas fueron consumidos por un 30,2% de los consumidores habituales, frente al escaso 2% de la población juvenil general.
Los consumidores de cannabis, cocaína o éxtasis se revelaron, además, como consumidores abusivos de alcohol.
Tres perfiles
El estudio detecta la existencia de tres tipos de jóvenes consumidores. Un 30% de los sondeos corresponden al perfil de los despreocupados, un grupo que "aplaza responsabilidades" y adopta una actitud de desinterés "ante todo lo que esté fuera de su mundo inmediato". Este perfil, "primario" y "casi autista", "entiende que lo importante es seguir viviendo y que no hay que mirar más allá de la inmediatez del disfrute", como ha explicado Megías.
El perfil ‘despreocupado’, que corresponde mayoritariamente a personas que ni estudian ni trabajan, tiende a no plantearse los riesgos ni a preocuparse por lo que les puede ocurrir. Se trata del colectivo que consume las sustancias más estigmatizadas como la cocaína y a que más problemas psicológicos, sanitarios y personales se enfrenta.
En un nivel más bajo de riesgo se encuentran los experimentadores, que suponen un 32% de la muestra y se corresponden con el perfil del estudiante superior que consume "un poco de todo". Se trata de un grupo que, a diferencia del anterior, sí es consciente de los riesgos a los que se expone pero entiende que la vida conlleva enfrentar estos peligros.
En su "normalización" de la relación con las drogas, los experimentadores apuestan por el hedonismo y "picotean" basándose en que "hay que vivir la vida".
En la parte más baja de la escala se encuentran los precavidos: ese 38% de la muestra que se muestra crítica con los peligros del consumo y es consciente de sus riesgos, pero que se emborracha y fuma cannabis como método de integración social. "Creen que la identidad del grupo pasa por asumir determinados riesgos", ha concretado Megías, señalando que este perfil transversal es al que menos problemas se enfrenta.

Fuente: www.social.cat
Si hacemos una lectura sobre cómo estamos viviendo los usos adolescentes de la marihuana veremos que es siempre motivo de polémica: casi todo consumo se lee como un problema, con visiones manipuladas-nos cuesta aceptar que existen diferentes niveles y gravedades-, con fuerza polarización – abstinencia o abuso-y se utiliza como pretexto y excusa de otras problemáticas sociales y estructurales. Es frecuente analizar la realidad de las personas adolescentes, del fenómeno del consumo de drogas y de la prevención en general bajo parámetros propios de épocas pasadas. Y el escenario actual ha evolucionado bastante: tanto a la propia adolescencia, a la cuestión del propio consumo, las preocupaciones sociales, las perspectivas de futuro, en cuanto a la más que posible regulación a medio plazo, etc. Como la propia situación social en tiempos de crisis.
Tendemos a comparar las adolescencias actuales con las que vivimos los adultos de ahora. Y lo que está claro es que las cosas han cambiado. Y mucho: el papel de la familia, la escuela, la política, la dimensión social y económica, la transición al trabajo, lo mucho que se alarga el período adolescente … Durante los últimos años nuestros futuros adultos han dependido cada vez más de la soberanía del mercado, el individualismo y de nuestra patológica (hiper) protección. Nuestras ramplonas fórmulas comunicativas han provocado que los chavales cada vez nos vean como adultos y profesionales más alejados y lo que es peor, menos referentes. Más en un momento en que hay que replantear las lógicas de relación y búsqueda de información ante la que podríamos denominar-en cuanto al contexto 2.0- generación Facebook .
El contexto actual de crisis hace que recuperemos viejos discursos vacíos en contenidos proyectados los términos de moda: emprendimiento y esfuerzo. Como decíamos en un artículo anterior , ‘en épocas de dificultades reales hemos visto los resultados de la burbuja de la hiperprotección . Hace años que domina un discurso excesivamente proteccionista. Niños, ado-adolescentes y jóvenes que hemos tratado como verdaderos tesoros y sobre los que hemos velado para que no les haya faltado nada. Mientras hemos vivido en la abundancia hemos exagerado la seguridad, no necesariamente material, dejando de lado algunas cuestiones para debatir y pensar: no estábamos frenando su capacidad de autonomía, dificultando la asunción progresiva de responsabilidades, o haciendo de cualquier riesgo un problema? Ahora que ha estallado la burbuja, puede que apostamos por un discurso más autocrítico. No valen los discursos retrógrados. Sobre todo aquellos que nos recuerdan que el pasado educaba mejor. Y que disponíamos de más-y mejores-valores ‘.
En cuanto a las drogas, actualmente el panorama es diferente al de años atrás. Así como las nuevas formas de exclusión e inclusión social. Nos recuerdan las encuestas (que a menudo se utilizan para criminalizar, y también muchos profesionales que conocen chavales (porque trabajan con ellos desde su día a día, en la calle, en la red …) que tenemos una generación de adolescentes-en comparación con sus precedentes-bastante tranquilos, conscientes y responsables en cuanto a drogas se refiere. Analizando con algo de detalle los últimos estudios ( OED 2012o, página 10 , nos indican que entre los estudiantes, se registra una caida del consumo a partir de 2004 para todos los indicadores temporales. Se observa un ligero Descenso de la Continuidad en el consumo (número de personas que han probado la sustancia alguna vez en su vida y han continuado su consumo en el último año y en los últimos 30 días). ‘ Así pues tenemos, por un lado , unos chicos y chicas relativamente tranquilos en cuanto a su relación con el cannabis, y un posterior discurso que mantiene la alarma, que no alerta, sobre este.
Todo ello conlleva que se realicen imaginarios propios que acaban siendo los socialmente dominantes : el consumo se vive como generalizado, normalizado, de fácil accesibilidad, en constante aumento, en edades más precoces y vivido como consecuencia de una mala gestión en el ámbito de la decisión personal, la relación grupal, el contexto social y una supuesta pérdida de valores proyectados en el hedonismo y la prioridad para el consumo fácil. Cuente simplificar cuestiones que son bastante complejas. Como ya hemos comentado en numerosas ocasiones , la hoja de María no debe hacer sombra a problemas más graves y serios de los jóvenes y adolescentes. Más cuando en Cataluña, la tasa de desempleo una vez finalizado en 2012 representa el 52,1% entre las personas de 16 a 24 años , destruyéndolo durante el año un 17,5% de los puestos de trabajo ocupados por jóvenes de 16 a 29 años. Traducido: uno de cada dos jóvenes de menos de 25 años que quiere trabajar no encuentra trabajo. Y los recortes en educación y la LOMCE ponen en peligro la supervivencia de itinerarios formativos y empleos para adolescentes que han sido excluídos (o se han excluido) del camino académico.
En este sentido, los recientes datos aportados por la última Encuesta de Población Activa (EPA) nos enseñaban como durante el último año, la tasa de actividad entre los jóvenes de 16 a 24 años ha sufrido una leve disminución, consecuencia, principalmente del exilio laboral al que se han visto obligados miles de jóvenes. Un casi obligado ejercicio social y esfuerzo que la Ministra de Trabajo ha significado positivamente hace pocos días con el cínico término de ‘movilidad exterior’ . Posibles consecuencias: depresión o cabreo social. Con sus consiguientes respuestas: pasividad o rabia.
Por lo que habría que empezar a encontrar algunas respuestas para ciertas preguntas: ¿cómo responder a esta situación de complejidad y de carácter estructural? ¿Cómo favorecer empleos que generen motivación? ¿Como dar respuesta a una situación compleja de malestares y dificultades, sin centrarnos en el consumo como fuente de estos?
La acción educativa y preventiva
El consecuente discurso preventivo y de atención dificilmente responde a estas necesidades más evidentes: ¿cómo hacer que aquellas personas a las que nos dirigimos nos escuchen, o que les resultemos útiles? ¿Cómo pasar de grandes campañas a mensajes claros, cercanos y que generen responsabilidad? ¿Como establecer mecanismos de seguridad hacia prácticas problemáticas? ¿Como agrupar información, conocimiento, experiencia, utilidad de la información? ¿Cómo evitar que el modelo de ‘la información objetiva y de carácter científico’ sea el dogma dominante? Hemos incorporado nuevas metodologías, como la reduccción de daños. Pero, ¿hemos aceptado la filosofía de base? ¿Somos conscientes del fondo del discurso de esta filosofía de trabajo?
Es bastante presente que en el contexto de intervención preventiva con adolescentes, básicamente el escolar, se priorice la visión sanitaria del consumo y de las consecuencias legales por delante de una más centrada en la toma de decisiones y cómo pensar en los propios proyectos vitales (personales y colectivos). Un buen ejemplo es el aumento de demandas de los centros de secundaria de sesiones conducidas por personal sanitario y de los cuerpos de seguridad bajo el paradigma de la información (necesarias pero no suficientes).
Otro ejemplo de intervención muy presente en los últimos años ha sido el desarrollo de medidas educativas dirigidas a personas adolescentes sancionadas por consumo de drogas, como respuesta a la vigencia de la ley 1/92 de Protección de Seguridad Ciudadana (popularmente conocida como a Ley Corcuera) y de su aplicación. Debido al propio contenido de la presente ley, de dudosa eficacia, estas medidas educativas son entendidas a menudo como "reparadoras" o "correctoras del hecho causado".
De aquí surgen visiones diversas, incluso contradictorias, de los procesos vinculados a la intervención educativa, psicológica y social. Nos basamos en la antigua idea propuesta por Funes (1982) de que la pretensión educativa del programa es "ocuparse adecuadamente y en los momentos útiles de que los adolescentes reciban respuestas, especialmente cuando sus comportamientos no son socialmente aceptables, y mejor aún, cuando más allá de incomodar socialmente, pueden convertirse en destructores de su propia persona ".
Debemos pensar en algunas ideas para la intervención, a pesar de ser conscientes de que este discurso no coincida con el de algunos profesionales. Ni de muchos ciudadanos:
En primer lugar, habrá que (re) pensar qué significa prevenir . No es sólo evitar el consumo, ni sólo fomentar la abstinencia. También se potencia la responsabilidad, la toma de decisiones, la autonomía. Y evitarse problemas. A menudo son criticadas las estrategias de reducción de riesgos cuando son aplicadas a adolescentes. Parece que la no mayoría de edad debe ser la excusa perfecta para abstenerse, apelando a cuestiones propias de la maduración de este ciclo vital, a la vez que dando afirmaciones científicas para confirmar estos planteamientos. En cualquiera de los casos, e independientemente de cuáles sean las opciones profesionales y visones hacia el consumo, estamos obligados a plantear propuestas de convivencia en la linea de reducción y gestión del propio consumo: no se trata de un trabajo concreto, sino de una línea de intervención que puede hacerse presente en cualquier actuación (conversaciones, talleres, materiales, etc, es un punto de partida: cómo consumes y seguirás haciéndolo, primero reducimos la posibilidad de aparición de problemas ; implica posicionarse de una forma concreta ante la persona consumidora: de manera que se sienta respetada y aceptada, por lo que permitirá introducir información mucho más permeablemente, y sigue contemplando la abstinencia como la manera más segura de evitar problemas con las drogas.
En segundo lugar, trabajamos pensando que nuestro papel profesional es el de convertirse en referentes positivos (Funes, 2010);. Necesitan personas adultas que respondan con confidencialidad y sinceridad a sus preocupaciones. Que no les repiten los discursos que en algunos contextos no han parado de repetir. Que sustituyan la intranquilidad que supone el conocimiento de determinadas maneras de hacerlo y que suponen un riesgo -, por la confianza en la eficacia y competencia de sus recursos. Sin olvidarnos de la previa más importante: para influir con cierta lógica en la vida de alguien antes debes haberte convertido útil y referente para este.
En tercer lugar: el foco origen de los problemas son diversos . Dicho de otro modo: detrás de muchos consumos problemáticos esconden otros problemas. Básicamente de relaciones sociales, con uno mismo y con la familia. Aparecen, sobre todo, cuando se mezclan estilos de vida y malestares asociados con el propio consumo, y ciertos hábitos adquiridos. Por lo que tiene sentido que la mayoría de intervenciones se centren en las dinámicas familiares y las del propio adolescente / joven en cuanto a empleos, relaciones sociales, etc. Olvidándonos a menudo del papel del consumo. La experiencia nos dice que muchos adolescentes regulan su consumo en función de sus ocupaciones, y las propias motivaciones en estas . Depende qué casos sólo necesitarán pautas preventivas. Otros quizás requerirán atención y seguimiento. Existen diferentes grados de problematica. No podemos ponerlas todas en el mismo saco. La abstinencia (no fumar) no puede ser la única manera de regularse.
Y si fuman porros, qué?
Entendemos que ante un adolescente consumidor de cannabis debemos ofrecer respuestas educativas, que tengan por finalidad responsabilizar al propio sujeto hacia el tema de las drogas u otras cuestiones de su vida a la vez que acompañarlo en su proceso de desarrollo. Nuestra intervención adulta pasa, principalmente, por estar allí, convirtiéndose en referentes útiles promoviendo responsabilidad y autonomía. Paralelamente, es obligación nuestra ofrecer los servicios y estrategias propias de reducción de riesgos y prevención selectiva y / o indicada para favorecer que se realicen consumos con pocos problemas. Asimismo: favorecer procesos de reflexión en torno al empleo del tiempo y la relación de perspectivas entre el presente y el futuro a corto-medio plazo. Y cuanto más se tenga en cuenta la dimensión comunitaria, mejor (conocimiento y acompañamiento a recursos, implicación en su barrio-pueblo-ciudad, etc).
Habrá que "vender" la abstinencia como una de las herramientas más seguras para evitarse problemas. Y no, en cambio, la única, y punto. Pues negaremos una realidad presente y que seguirá siendo. Ante un mensaje ineficaz-y poco realista-tipo "No a las drogas" habrá que educarlos en la responsabilidad. Y esta no sólo pasa por ser abstinente, sino para hacer un buen uso de la prudencia, la consecuencia y el sentido común ("común?"). Además, podemos aprovechar para educar y potenciar el sentido crítico como buena manera de hacer frente al consumo-de todo, no sólo de cannabis-, auténtica piedra filosofal de la adolescencia.
Tendremos que hacerles ver que su consumo tiene poco que ver con los tratamientos de enfermedades como el cáncer, y que la "necesidad" de relajarse-una de las excusas recurrentes-debe ser más propia de personas con más responsabilidades que ellos. Habrá que intentar que entiendan que tienen obligaciones formales-principalmente, académicas-y que deben aprender a gestionar su tiempo libre de manera que no afecte a su día a día. Y hacerles ver que madurar empanado, haciendo un uso de los porros como si de una actividad extraescolar se tratara – o estando delante de una pantalla de ordenador disparando o chateando muchas horas al día-no es, probablemente, la mejor manera de salir adelante.
Tendremos en cuenta que el consumo se da mayoritariamente en grupo, y que una buena manera de diferenciarse del grupo es desmarcarse de lo que a menudo se dice que hace la mayoría.
En resumen: el ‘piensa en ti, y tú decides’, al sé tú mismo, teniendo en cuenta lo que te rodea ‘; del "ya sé que me paso’ a ‘plantéate y motivado algunos cambios’; del ‘lo llevo bien’ al ‘llévalo mejor’; del ‘stick estancado’ en el cambia de contexto ‘; del’ el problema son los porros ‘a’ el problema eres tú ‘, o del’ voy por libre ‘ a ‘ten pautas de uso’ *.
Tendremos que avisarles de su ilegalidad. Y las confusiones presentes en los medios de comunicación, así como las contradicciones vividas en la calle y otros que crecen en los balcones o en armarios de interior, no nos ayudan mucho. Si ponemos una cuestión de moda-y la marihuana, está -, tenemos más riesgo de llamar la atención que de disuadir a los potenciales consumidores. La discreción-que no pasotismo o tolerancia-es una buena manera de educar y de intervenir. De hecho, tampoco hay que alarmar-ante un posible debate constructivo sobre su regulación legal, mal llamada legalización, para hacer frente al paroxismo actual.
Transmitiremos que el tema de las drogas genera beneficios a quienes participan de la venta y problemas a un sector de la gente que las consume. Por lo que estará bien transmitir solidaridad ante las personas que han tenido problemas, huyendo de discursos individualistas del estilo ‘es tu vida’.
Y promovamos un discurso crítico ante el nuevo contexto social, que con la excusa de la crisis, ha hecho de la austeridad, el individualismo y de la dimensión económica el sentido de su existencia. Si no lo hacemos, probablemente, como hemos comentado en numerosas ocasiones, estamos haciendo, una vez más-nunca mejor dicho-señales de humo **.


Fuentes utilizadas (aparte de los enlaces del texto):
Bernabeu, J. (19 de mayo de 2010);. Puerros, adolescencias y señales de humo . SobreDrogues.net.
http://sobredrogues.net/porrosadolescencies
Bernabeu, J. (6 de febrero de 2013). Jóvenes, cultura del esfuerzo y tiempo
Funes, J. (2010);. 9 ideas clave: educar en la adolescencia . Escalón.
González, C., Funes (1987). Delincuencia juvenil; justicia e intervención comunitaria. A Papeles de Estudios y Formación . Departamento de Justicia. Generalidad de Cataluña.
Observatorio catalán de la Juventud (2012). Situación laboral de las personas jóvenes en Cataluña 4 º trimestre de 2012. Informe elaborado a partir de los últimos datos de la Encuesta de Población Activa . Generalidad de
Observatorio Español sobre Drogas (2012). Informe 2011. Folleto resumen 2011 . Plan Nacional sobre Drogas. Ministerio de Salud.
http://www.pnsd.msc.es/Categoria2/observa/pdf/FOLLETO_OED2011.pdf
* Ideas trabajadas con el compañero, amigo y educador Luis Cucurull en nuestra práctica profesional. Y expuestas también en la jornada CocaOnline en esta sesión el pasado diciembre de 2011 denominada ‘Los usos adolescentes de la cocaína ":
http://sobredrogues.net/cocaonline
** Artículo pensado y prensado en Les Planes de Son después de una bonita jornada y conversación posterior con los compañeros y profesionales pallarencs Aram, Vero y Silvia.

 

Fuente: www.abc.es

Un estudio del Instituto del hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona ha constatado que el número de consumidores de cocaína y cannabis en España, que alcanzó su mayor crecimiento en el año 2008, se ha estabilizado en el último quinquenio, sobre todo entre los que toman cocaína.
El hospital barcelonés ha estudiado la evolución de la incidencia del consumo de cannabis y cocaína en España durante los últimos 38 años y ha determinado que, aunque hasta el año 2008 la tasa de personas que se iniciaron en el consumo por primera vez en la vida fue la más elevada desde los años 70, en los últimos años parece que la tendencia se estabiliza.
El estudio, que se ha publicado en la revista "Addiction", también muestra que las primeras experiencias, tanto con cannabis como con cocaína, se dan más frecuentemente en jóvenes de entre 15 y 19 años, independientemente del género.
La coordinadora del grupo de investigación en epidemiología de las drogas de abuso del IMIM y responsable del estudio, Antonia Domingo, ha explicado que "es la primera vez que se analizan los datos sobre las tasas de nuevos consumidores de cannabis y cocaína en España, datos que han sido ponderados teniendo en cuenta los cambios poblacionales, lo que ofrece una visión mucho más precisa, real y útil de lo que está sucediendo a la población".
"Los resultados muestran que la incidencia de consumo de cannabis en edades inferiores a 15 años aumentó en los años 90 y hasta 2004 continuaba siendo destacable. Estos resultados ponen en evidencia la necesidad de aumentar los esfuerzos en la prevención del consumo de cannabis en la población mucho antes de los 15 años", ha señalado Domingo.
El último informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) revela que el cannabis y la cocaína son las drogas ilegales más comúnmente usadas en la Unión Europea (UE).
En España, estas dos sustancias tienen una de las prevalencias (magnitud del consumo en un momento determinado) más altas de la UE, ya que se había registrado un aumento del consumo de cannabis del 14,5 % al 32,1 % entre el 1995 y 2009, y del 3,4 % al 10,2 % del consumo de cocaína durante el mismo periodo.
El estudio se ha llevado a cabo mediante el análisis de las encuestas bienales que realiza el "Plan Nacional sobre Drogas", que entre los años 1995 y 2009 tenían entre 9.000 y 28.000 encuestados en sus muestras, e incluyen personas de entre 15 y 64 años que explican datos de cuando iniciaron su consumo de cannabis y cocaína.
La fecha de inicio del consumo es un dato importante porque muestra la propagación del consumo entre la población y aporta información de cara a las políticas de salud pública.
El estudio del IMIM ha realizado, además, una estandarización de la incidencia según la edad poblacional en todos los años para evitar obtener resultados engañosos derivados del decrecimiento poblacional en España durante los últimos 30 años.
Comparando las tendencias de nuevos consumidores a nivel español con otros estudios de Grecia, Amsterdam, Inglaterra y Gales, se observa que la incidencia en España del consumo de cannabis aumentó de manera más pronunciada durante tres décadas.
Con la cocaína, en cambio, España tenía tasas de incidencia ligeramente más bajas que en Amsterdam.
Comparativamente, en Estados Unidos, la incidencia del consumo de cannabis y cocaína empezó a aumentar 10 años antes que en España, y decreció suavemente a partir de los años 90, en contraste con el aumento continuado de la incidencia del consumo de cannabis y cocaína en el mismo periodo en España.

Fuente: www.larazon.es
El 70 por ciento de las personas que usan ‘piercings’ en la boca (lingual y labial) pueden tener problemas de salud bucodentales durante o tras su colocación, según señalan los expertos de Plénido Quality Dental Group.
En concreto, los miembros de esta entidad especializada en salud y estética bucodental sostienen que estas complicaciones pueden producirse "por falta de información o por acudir a un centro no sanitario". Estas pueden ir "desde los desprendimientos de esmalte hasta la pérdida de piezas dentales", alertan.
Ante el creciente número de visitas al especialista "para resolver problemas derivados de perforaciones en zonas orales", subrayan que el odontólogo debe ser "un punto de referencia" para facilitar a los pacientes información "sobre posibles peligros, prevención de lesiones y tratamiento de las mismas".
En la actualidad, "cerca del 80 por ciento de las personas que llevan ‘piercings’ tienen menos de 29 años", indican al tiempo que señalan que éstos se enfrentan "a posibles riesgos para la salud general y bucodental". Algunos de ellos son "molestias e incomodidades típicas ocasionadas por la presencia de un objeto extraño en la boca", sostiene la odontóloga de la Clínica Perio Plénido en Madrid, Gloria Sánchez Saborido.
No obstante, ahí no acaban los posibles perjuicios, ya que añade otros como "la interferencia en los tratamientos ortodóncicos". Esta situación puede provocar "fracturas, abrasiones o desprendimientos de esmaltes, así como retracciones en las encías", afirma.
Además, la experta señala que estos elementos pueden generar la acumulación de bacterias en la zona, lo que puede conllevar "halitosis, dolor, inflamación, sangrado e infecciones". En esta misma línea se muestra el director clínico de este centro sanitario, Francisco Javier Alández, que señala que esta coyuntura puede ser aun peor y provocar sepsis, la cual "causa síntomas graves y puede ser mortal".
Puede provocar la perdida de piezas dentales
Por otra parte, el especialista sostiene que gran parte de los pacientes que acuden a la consulta por complicaciones con el ‘piercing’ lingual y labial "presentan síntomas de inflamación crónica de la zona donde se apoya el pendiente".
Añadido a ello, éste puede desencadenar en la pérdida de hueso, "disminuyendo así el soporte del diente y ocasionando una exposición de la raíz del mismo con la consecuente hipersensibilidad", lamenta. Además, si este problema persiste, "puede dar lugar a la pérdida del diente", observa.
Para englobar las diferentes complicaciones que pueden surgir, los expertos las ubican en tres categorías, siendo la primera la referida
a las de la colocación. En ésta se ubican "el dolor, la lesión nerviosa, el edema, la hemorragia, las alergias y las enfermedades transmisibles como la hepatitis, el VIH, el herpes simple o el virus de Epstein-Barr", afirman.
Tras ello, se producen las inmediatas a la colocación, entre las que se hallan "la inflamación local, la infección localizada, el trauma en mucosa, la bacteriemia, la angina Ludwig o la endocarditis", indican. Por último, se producen las tardías, siendo algunas de ellas "la hiperplasia tisular, las fracturas o astillamiento en esmalte, la fractura dentaria, la recesión gingival, la aspiración o ingestión, la hipersalivación, la formación de cálculo, las reacciones adversas y las alteraciones en la fonación, gusto, deglución y masticación", manifiestan.
Ante ello, los expertos de Plénido Quality Dental Group recomiendan a las personas que lleven ‘piercing’ "limpiarlo exhaustivamente durante al menos seis semanas desde la perforación" y, especialmente, "después de ingerir alimentos y bebidas". Para ello, destacan la importancia del enjuague bucal antiséptico.
Por último, aconsejan evitar la ingesta de alcohol y de alimentos duros y pegajosos, así como el consumo de tabaco, ya que "pueden causar irritación en la zona perforada".

Fuente: www.lavanguardia.com

El mercado de cigarrillos ha registrado unas ventas de 543,70 millones de cajetillas hasta marzo, lo que supone un descenso del 14,9% respecto a un año antes, por las que se facturó 2.303,31 millones de euros, un 7,3% menos, según los últimos datos publicados por el Comisionado para el Mercado de Tabacos a los que tuvo acceso Europa Press.
Frente a este retroceso, el tabaco de liar creció un 46% en volumen, hasta 1,65 millones de kilos, con un alza en valor del 67%, hasta 245,03 millones de euros, en un entorno de crisis económica marcado por el enfriamiento del consumo.
El primer trimestre del año estuvo marcado por la tranquilidad en el sector después de que en enero se registraran movimientos al alza por parte de las grandes tabaqueras una vez que el Ministerio de Hacienda elevara el impuesto especial que grava el consumo de tabaco desde el 1 de enero de 2013 estableciendo un sistema de ‘doble impuesto mínimo’.
Por su parte, la picadura de pipa cayó en el primer trimestre del año un 77%, al tiempo que los puros elevaron las ventas un 10% en los tres primeros meses del año. Al cierre de 2012, las ventas de cigarrillos se situaron en mínimos históricos, al comercializarse 2.671 millones de cajetillas, lo que supone una caída del 11% respecto al año anterior y el cuarto descenso anual consecutivo.
En los cuatro últimos años, coincidiendo con la crisis, el sector ha perdido terreno en el mercado, al pasar de 4.514 millones de cajetillas comercializadas en 2008 a 2.671 millones el pasado año. Se trata de la cifra más baja de ventas registrada desde 1989, año en el que este organismo inicia la serie estadística.
El retroceso de las ventas, más moderado que el registrado el pasado año (-16,7%, pero más acentuado que los de 2009 (-9,9%) y 2010 (-10,97%, se produce en un escenario de crisis marcado además por las modificaciones en los impuestos espaciales que gravan el tabaco, la subida de precios y el alza del IVA. A precios de venta al público en expendedurías, las cajetillas vendidas en 2012 alcanzaron un valor de 10.799 millones de euros, un 4,7% inferior a la facturación del año pasado, cuando retrocedió un 5,9%.

Fuente: www.elmundo.es

Cuando el hospital de Capio Nightingale abrió en el 2010 sus Servicios de Adicción a la Tecnología, los pacientes más jóvenes tenían como poco doce años. Los niños llegan sin embargo a la consulta a edades cada vez más tempranas, y esta semana ha trascendido el caso de una niña de cuatro años con una "adicción extrema" al iPad que tuvo que pasar por tratamiento psiquiátrico para poder superarla.
"Los niños nacen hoy en día en un entorno tecnológico y mucho padres tienden a usar los ordenadores, los iPads y los smartphones como si fueran niñeras", declara a elmundo.es el doctor Richard Graham, el psiquiatra del hospital londinense que ha dado esta semana la voz de alarma por los casos de adicción en la tierna infancia. "Si al niño se le deja largas horas imantado a una pantalla, y si ve a sus padres haciendo lo mismo, estamos creando las condiciones para una relación enfermiza con la tecnología".
Graham invita a los padres y a los niños a mirar la tecnología con los mismos ojos que la comida…"Igual que hay alimentos saludables y comida ‘basura’, hay una relación saludable y otra realmente tóxica con la tecnología. Esa base se empieza a crear desde edades tempranas, al igual que ocurre con la obesidad. Por eso conviene tener muy en cuenta los síntomas, y empezar a tratarlos lo antes posible, antes de que nuestros hijos se conviertan en ‘screenagers’ (adolescentes de la pantalla)".
Síntomas de adicción y soluciones
¿Tiene su hijo dificultades para dormir? ¿Reacciona con rabietas cuando llega el momento de apretar el botón de ‘off’? ¿Pasa por frecuentes estados de ansiedad y agresividad cuando no tiene sus ‘dosis’ diaria de tecnología?
"Estos son algunos de los síntomas más claros de que un niño puede estar enganchado", declara Graham, que ha adaptado los programas de ‘desintoxicación tecnológica’ de los adultos a los más pequeños. "Estamos en cualquier caso ante un mundo cambiante que nos obliga a adaptarnos constantemente. Y cada niño es único".
La ‘desintoxicación’ pasa en cualquier caso por un estímulo de actividades fuera de la pantalla, desde actividades sociales que requieran el cara a cara a la práctica de deportes y actividades al aire libre…"La tecnología está aquí para quedarse, pero hay que contrarrestarla precisamente con actividad física y con el contacto con la naturaleza. Estos son hábitos que tienen que aprender los niños lo antes posible".
"La mayor responsabilidad es de las familias, pero las escuelas juegan también un papel fundamental a la hora de enseñar a los niños una relación sana y equilibrada con la tecnología", sostiene el doctor Graham. "Y esa relación hay que empezar a construirla desde la mutua confianza…Si a los niños se les prohíbe taxativamente la tecnología, sentirán la atracción de lo prohibido y tenderán a usarla a escondidas, de las misma manera que un adicto a las drogas o al alcohol".
Graham no es partidario de declarar los dormitorios de los niños como ‘zona libre de tecnología’, pero sí cree en la conveniencia de fijar límites horarios, mantener la puerta abierta para controlar su uso "y velar sobre todo para que los niños no usen las pantallas una hora antes de dormir, para que no interfiera en el sueño".
Límites también para los padres
La Asociación Americana de Psiquiatras recomienda que no se exponga a los niños a más de dos horas de tiempo de pantalla diaria (incluyendo la televisión, aunque Graham no es partidario de decretar una edad mínima de exposición a las pantallas ni de imponer un límite rígido…
"Todo depende de cada niño. Los hay que saben hacer un uso positivo y creativo de la pantalla desde edad muy temprana. Otros son más pasivos y no van más allá de los juegos de entretenimiento. Pero digamos que por encima de las tres o cuatro horas, teniendo en cuenta todas las pantallas, ya estamos por lo general en el límite de una "dieta sana".
Graham critica también la presión cultural y comercial, y el advenimiento de la ‘iNanny’, con tecnologías diseñadas para enganchar a los niños a edades cada vez más tempranas. Aun así, el psiquiatra experto en adicciones pide encarecidamente a los padres que no caigan en el fatalismo tecnológico y, sobre todo, que prediquen con el ejemplo… "Es muy fácil criticar a los niños y desesperarse con ellos sin reparar en lo que estamos haciendo nosotros, todo el día pendientes del smartphone y de los emails. Hay que mostrar a los niños, desde edades muy tempranos, todo lo que la vida puede ofrecer más allá de la tecnología".

 

 

Fuente: www.noticiasdegipuzkoa.com
El último informe ‘Bienestar infantil en los países ricos’ elaborado por Unicef, examina algunas conductas de riesgo en los jóvenes de las 29 economías mas avanzadas del mundo, como el consumo de tabaco, alcohol o cannabis.
Es en este último aspecto donde los adolescentes españoles salen peor parados, al situarse en el tercer puesto en cuanto a consumo de cannabis, por detrás de Canadá y Suiza y justo por delante de Francia y Estados Unidos.
Así, cerca el 25 por ciento de los jóvenes españoles de 11, 13 y 15 años declaró haber consumido cannabis en los últimos 12 meses, porcentaje bien lejano del que presentan jóvenes de países vecinos como Grecia -sobre el 6 por ciento- o Portugal -10 por ciento-.
"Es cierto que en anteriores estudios España siempre ha presentado indicadores con un alto nivel de consumo de cannabis", ha explicado a Efe el responsable de Políticas de Infancia de Unicef, Gabriel González Bueno.
Para explicar estos datos, el responsable de Unicef habla de los hábitos culturales y de "cierta tolerancia" hacia el consumo de drogas consideradas blandas, aunque alerta de que cada vez son mas los expertos que consideran que pueden generar "efectos bastante graves" relacionados con la salud mental.
Sin embargo, no todos los datos son negativos. El informe de Unicef recoge también la evolución del consumo de esta sustancia entre los años 2001 y 2010.
De esta manera, se observa un claro descenso en el consumo de cannabis en España, que ha pasado de situarse por encima del 30 por ciento en el periodo 2001-2002, a quedar por debajo del 25 por ciento en los años 2009-2010, últimos de la serie.
Este descenso no es exclusivo de España, sino que se da en prácticamente todos los países analizados, excepto Suecia, Grecia y Finlandia, cuyos porcentajes de consumo se sitúan bastante por debajo del 10 por ciento.
"Estos datos no son para darnos un premio, pero sí para alegrarnos" porque va disminuyendo el consumo de estas sustancias entre los menores españoles, comenta a Efe el director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD, Ignacio Calderón.
Este experto explica que el consumo de cannabis en los jóvenes españoles de entre 14 y 18 años lleva bajando desde el año 2004 cuando, según los datos del Plan Nacional sobre Drogas, el 25 por ciento de los encuestados afirmaba haber tomado estas sustancias en los últimos 30 días, hasta el 17 por ciento registrado en 2010.
España "siempre ha ocupado un lugar alto en consumo de drogas", pero las series demuestran que los datos van disminuyendo, lo que "no quiere decir que vayamos muy bien, sino que, estando muy mal, como estábamos, las cifras han dejado de subir y han empezado a estabilizarse o bajar en algunas sustancias como el cannabis".
El foco de atención se debe centrar ahora -a juicio de este experto- en las borracheras, "que han aumentado de una forma enorme" en los jóvenes de entre 14 y 18 años.
Según los datos del Plan Nacional sobre Drogas, el porcentaje de jóvenes que aseguraba haberse emborrachado en los últimos 30 días ha pasado de un 25 por ciento en 2006, a cerca de un 36 por ciento en 2010.
"Esta cifra es bestial, es un dato verdaderamente preocupante" que refleja algunos de los hábitos de la juventud española, ha alertado el director general de la FAD.

 

Fuente: www.elmundo.es
No sólo para adultos existe la pornografía. También los jóvenes son partícipes de ella, y cada vez más, debido a la gran difusión de las nuevas tecnologías. Los contenidos empiezan a proliferar desde edades tempranas y a pesar de que, según los expertos, no todo es malo, se deben conocer y tomar las medidas oportunas.
"La pornografía está por todos lados, es sexo explícito y mecánico", afirma a ELMUNDO.es Rosa Collado, psicóloga y especialista en sexología y psicoterapia integradora del centro madrileño de Psicología Álava Reyes. El paso, dice, de lo erótico a lo pornográfico es una línea muy fina que depende de la percepción subjetiva del observador.
Así, expone que hay diferentes categorías o tipos de pornografía que un adulto puede entender pero que por el contrario a un joven pueden confundir, pues muchas veces el contenido que muestra no coincide con la realidad. Y ahí es donde radica el problema.
Así lo expresa también el doctor, sexólogo y terapeuta Carlos San Martín, coordinador del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA y secretario general de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual. "La pornografía es y ha sido siempre una forma de estimulación erótica y de aprendizaje, pero el problema puede surgir cuando éste se aleja mucho de la realidad y los jóvenes se educan sexualmente basándose en expectativas irracionales y en modelos distorsionados".
Consumo en cifras
Así, un reciente estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y publicado en la revista científica ‘The Journal of Sexual of Medicine’, revela que, en una muestra de 4.600 jóvenes de 15 a 25 años que vivían en los Países Bajos, el 88% de los varones y el 45% de las mujeres habían visto material sexualmente explícito a través de internet, revistas, vídeos, televisión, y/u otros medios, en los últimos 12 meses.
"Los estudios publicados en relación al consumo de material pornográfico en Europa, realizados en los últimos años, no arrojan diferencias significativas entre los distintos países", asegura el doctor. Pero en cambio, donde sí aparecen diferencias es en EEUU. Cerca del 95% de los varones de este país reconoce consumir pornografía, según un estudio publicado en 2011.
Los responsables de esta investigación aseguran que existe una asociación directa entre el consumo y los comportamientos sexuales futuros de los jóvenes, pero que sólo es un factor más a añadir entre otros muchos.
Por su parte, Rosa Collado asegura que esta relación directa se debe a que los medios de comunicación actúan como modelos de comportamiento. "En ocasiones, sólo buscará algo que le ayude a desarrollar su fantasía y lo utilice como potenciador de su deseo. En otras, se formará una idea de lo que ve y que si no cuestiona puede alterar su propio criterio y comportamiento de adulto". Pero no hay unos motivos ni un perfil concreto que determine cuándo, cómo y por qué empiezan a consumir los adolescentes este tipo de contenidos eróticos. Tan sólo es por pura curiosidad.
Saciar la curiosidad
El adolescente con una carga hormonal explosiva en su sangre y una curiosidad por conocer su cuerpo, explica Collado, consumirá un alto porcentaje de este tipo de información. Y además, en la actualidad es muy sencillo tener acceso a ella. A veces, pueden comenzar muy pronto, "incluso en la preadolescencia". Pero realmente, no hay edad concreta ni exacta, sino "un momento de su madurez psicosexual que viene marcado por su curiosidad", añade San Martín.
Tanto es así, explica la especialista, que muchas veces se deja al niño o joven delante de la televisión solo, sin ningún adulto que le ayude a charlar sobre los juicios que emite o sobre la validez de las conductas éticas que se están transmitiendo a los hijos.
Los principales problemas de ciertos tipos de consumo son: que distorsione la realidad, que esté carente de valores afectivos y que esta muestra constante de conductas potencie un inicio precoz en las relaciones sexuales, sin tener en cuenta una buena información sexual y una decisión responsable.
Por tanto, mantiene, si no existe una educación sexual plena, "la tendencia a obtener información por otros medios -donde se obtenga de forma más explícita- aumentará". A pesar de ello, anima a sacar todo el provecho positivo que dan las nuevas tecnologías y a fomentar el diálogo y la escucha activa entre padres-hijos. "Hay que potenciar la capacidad de discernimiento del joven, intentando compartir programas televisivos o incluso ‘realities’, donde se pueda potenciar la comunicación sobre las creencias de la familia en determinados temas, rescatando lo positivo y dialogando sobre lo que vulgariza o va en contra de las personas".
No siempre es mala
Pero no debemos, asegura por su parte San Martín, demonizar ni la pornografía ni su consumo, ya que "son simplemente posibilidades". Lo que tiene que haber, por tanto, es una buena educación sexual para que el adolescente no se confunda y tenga presente que lo que está viendo es tan sólo una forma más de estimulación. Por ello, advierte que no podemos olvidar que es cine, que es algo ficticio creado para el entretenimiento y la excitación sexual. Sólo eso. "Ni educa ni enseña por sí mismo", insiste.
Si no hay una buena educación sexual detrás, "algunos tipos de pornografía puede generar en el adolescente una importante frustración e incluso la aparición de algunas disfunciones sexuales, consecuencia del sentimiento de miedo al fracaso o a no estar a la altura de esas expectativas tan alejadas de la realidad", aclara.
De este modo, el doctor concluye que la preocupación no es su consumo, sino la forma de hacerlo. "Que no se convierta en la única forma de vivir la sexualidad ni en la referencia a seguir, porque ni lo uno ni lo otro nos facilitará una sexualidad sana".