Jostailu sexualen industrian denetarik aurki daiteke, baita gizonentzat ere, eta horrela, gizonei zuzendutako masturbatzaileak gehien saltzen diren horrelako produktuen artean aurkitzen dira.

Pasa den maiatzaren 7an Masturbazioaren Nazioarteko Eguna ospatu zen. Jakina, masturtzeko modurik errazena eskuz egitea da, baina azken urteotan oso modu azkarrean garatu da jostailu sexualen industria, praktika hori beste dimentsio batera eramanez.

Jostailu sexualez edo masturbatzaileez hitz egiten denean, arrunki, emakumeei zuzendutako kontsoladoreak edo bibratzaileak etortzen zaizkigu burura. Baina jostailu sexualen industrian denetarik aurki daiteke, baita gizonentzat ere, eta horrela, gizonei zuzendutako masturbatzaileak gehien saltzen diren horrelako produktuen artean aurkitzen dira. Izan ere, gizonezkoen masturbagailuen agerpenak eta gorakadak sexualitateaz gozatzeko aukera ugari eman dizkie.

Nahiz eta masturbagailu maskulinoen merkatua ez izan emakumezkoen sexu-jostailuena bezain zabala, aukera ugari daude. Eta batzuetan zaila da aukera egokia zein den erabakitzea. 

Jarraian, gizonentzako masturbagailu mota nagusiak zeintzuk diren irakur dezakezue.

Lehenik eta behin masturbagailu xurgatzaileak daude. Zakilaren itxura duen gailua da eta barne-barrunbe bat du. Bertan zakila sartu eta martxan jarri bezain pronto xurgatze-sentsazio atsegina sentituko da. Modeloaren arabera, litekeena da barrualdean testura ezberdina izatea eta horrek gozamena handitzen laguntzen du. Gizonen artean gehien erabiltzen diren masturbagailuak horrelakoak dira.

Bigarren kategoria bat bibragailuena litzateke. Emakumeok bibragailu bat badugu, zergatik ez dute gizonek bibragailu bat izango? Masturbagailu kategoria horrek baginako eta ahoko sexuaren sentsazio nahiko errealista eskaintzen du. Kasu honetan ere gailu ugari aurkituko dituzu.

Nahiko arrakastatsua den beste kategoria bat arrautza masturbatzaileena da. Izenak berak dioen moduan, arrautza forma dute eta, kasu honetan ere, barne-barrunbe bat dute. Jostailu erotiko xumea dirudien arren, testura ezberdineko gama zabal bat dago, eta gogobetetasun handiena ematen dizuna aurkitu arte probatu ahal duzu.

Zergatik erabili horrelako gailu bat?

Gizonezkoen masturbagailuak aukera bikaina dira masturbazioari bizitasun pixka bat gehitzeko. Bikotekidearekin ere erabil daitezke, sexuaren errutinatik ateratzeko. Gainera, zure bizitza sexuala irauli dezaketen sentsazio atsegingarri berriak esperimentatzen lagun diezazukete. Gailu horiei esker, masturbazioan ez duzu zertan lan guztia egin beharko eta horietako baten bat probatuz gero, sentsazioen mundu berri bat ezagutu ahal izango duzu.

Lerro hauen bidez, gizonezkoen masturbagailu motetan barrena ibilbide labur bat eskaini dizuegu. Orain, aukera guztiak ebaluatu eta nahi duzunera hobekien egokitzen dena aukera dezakezu. Ez izan beldurrik esperimentatzeko eta pixka bat harago joateko. Pentsaezinak diren asebetetze-mailak lortuko dituzula bermatzen dizugu.

FUENTE: gazteberri.eus

Los niños y adolescentes son especialmente vulnerables a los efectos nocivos de la cafeína en el sistema cardiovascular y sistema neurológico: baja autoestima, depresión, nerviosismo, ansiedad, problemas de concentración, insomnio y empeoramiento del rendimiento escolar.

¿Qué pensaríamos si viéramos a nuestro hijo de 13 años tomarse un par de cafés solos con el bocata de media mañana o para amenizar la charla con los colegas al caer la tarde? Seguramente, alucinaríamos y, tras explicarle que ese chute de cafeína no es precisamente lo que mejor le viene a su ya de por sí efervescente organismo adolescente, le conminaríamos a que optara por otras alternativas más adecuadas para su edad (y sus hormonas).

Pues, debido a no se sabe muy bien qué extraño mecanismo mental, lo de los cafés solos lo vemos mal pero, de unos años para acá, hemos normalizado con una tranquilidad pasmosa que los chavales se ‘calcen’ un par de latas de bebidas energéticas como ‘forma de socialización’ con sus amigos púberes.

Según advirtió la OCU a principios del pasado mes de junio, los adolescentes y preadolescentes son consumidores entusiastas de estos ‘brebajes’ y no es raro que se tomen -uno o varios- para ‘concentrarse’ antes de un examen, para no dormirse, para rendir más en el gimnasio y, los fines de semana, para mezclarlas con alcohol.

De lo que muy probablemente no somos conscientes (padres e hijos) es que su consumo acumulado puede traducirse en una ingesta superior a esos 285 mg de cafeína recomendados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como ingesta diaria máxima para una persona de 50 kg de peso.

¿De qué están ‘hechas’ las erróneamente denominadas bebidas energéticas? «Son bebidas sin alcohol, con sustancias estimulantes tales como la cafeína, taurina, vitaminas, minerales, aditivos, saborizantes y gran cantidad de azúcar«, explica Lina Robles, nutricionista del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.

Esta especialista señala que «suelen tener altas cantidades de cafeína que, dependiendo de las marcas, pueden ir desde 70 a 145 mg de por lata«. De hecho, prosigue, «si ésta es muy elevada, deben incluir el texto de aviso: «contenido elevado de cafeína».

¿Qué efectos produce toda esa retahíla de ‘inas’ que llevan? «En grandes cantidades pueden causar ansiedad, nerviosismo, insomnio, angustia, trastornos gastrointestinales, taquicardias, temblores, etc», detalla Robles.

Unos ‘efectos secundarios’ no deseados que resultan especialmente dañinos en los más jóvenes: «Los niños son especialmente vulnerables al nocivo impacto de la cafeína en el sistema cardiovascular y sistema neurológico, produciendo baja autoestima, depresión, nerviosismo, ansiedad, problemas de concentración, insomnio, empeoramiento del rendimiento escolar, aumento de la tensión, etc».

Además, al tener una alta concentración de azúcar, «puede dar lugar a la aparición de caries, diabetes, sobrepeso y obesidad infantil«.

¿En qué circunstancias no deberían de tomarse nunca? «Si se padece alguna enfermedad que pueda verse afectada por el consumo de la cafeína, por ejemplo, hipertensión o nerviosismo«.

Aunque es una ‘costumbre’ bastante generalizada, mezclarlas con alcohol es una pésima idea: «El alcohol es un depresor del sistema nervioso, mientras que la cafeína es un estimulante que les hace sentir bien. Se puede perder la noción de lo bebido, con el riesgo de acabar con intoxicación etílica».

Con toda esta información en mente, ¿por qué hay quién sigue pensando que se trata de bebidas para deportistas? «Porque se llaman energéticas en lugar de bebidas excitantes que es lo que son en realidad». Es más, esta especialista aboga por «una mejor información» sobre su consumo, que debería estar desaconsejado para los más jóvenes.

FUENTE: elmundo.es

Este recipiente se inserta en la vagina durante la menstruación para depositar el flujo menstrual y a diferencia de los tampones, no absorbe la sangre.

Cada vez escuchamos a más mujeres que recomiendan el uso de la copa menstrual y que nos cuentan sus experiencias personales con estas, y es un producto que está revolucionando el mercado de la higiene íntima, incluso para gente adolescente, debido a sus numerosas ventajas al compararse con el uso de tampones o de compresas.

Pero antes de nada y para todas aquellas que nunca hayan oído hablar de ella, la copa menstrual es justamente lo que su nombre indica, una pequeña copa de silicona o de látex que se introduce dentro de la vagina y sirve para recoger la menstruación. A diferencia del resto de productos para la menstruación, es la única que no la absorbe sino que la recoge. Las hay de distintos tamaños dependiendo de la edad, adaptándose tanto a la adolescencia como a las mujeres que hayan dado a luz; son flexibles y fáciles de poner (aunque las primeras veces cuesta pillarle el punto) y también se pueden encontrar algo más rígidas para el caso de las deportistas.

VENTAJAS DE UTILIZAR LA COPA MENSTRUAL

La copa menstrual puede tener muchas ventajas que las personas no terminan de conocer por la poca visibilidad que tiene. Aquí tienes alguna de esas ventajas.

– Una de las ventajas más importantes es su baja contaminación y que es ecológica. Debido al uso que se le da y a la desinfección, puede llegar a durar hasta diez años, por lo que es una opción mucho más rentable que el consumo mensual de una o dos cajas de tampones.

– El hecho de que sea reutilizable y dure tanto tiempo constituye otra ventaja: sale más barata a la larga.

– Dura hasta doce horas sin necesidad de cambiarla, ya que su capacidad es de 30 ml.

Reduce las infecciones vaginales y no produce el Síndrome de Shock Tóxico, ¡es totalmente innocuo para el organismo!

No araña ni reseca las paredes y tiene varias tallas para adaptarse a cada mujer.

Pero como dentro de todo, encontramos a firmes defensoras de la copa y a gente que remarca sus desventajas al posicionarse en contra, y preferimos mostrar las dos caras de la moneda. Es cierto que, de primeras, su precio es considerablemente más alto que el de los tampones, e incluso si a la larga sale rentable es una pequeña inversión que cada una debe decidir si hacer o no.

Las primeras veces que la uses puede que sea un poco incómoda de sacar, pero es algo que se va aprendiendo con la experiencia; ¿a quién no le costó horrores ponerse su primer tampón?, ¡y aún más sacarlo! Puedes mancharte las manos al sacarla y ponerla, y es especialmente incómodo vaciarla en un baño público. Normalmente para esto recomiendan llevar una bolsa de toallitas húmedas a mano para limpiarla y lavarte las manos.

¿SE RECOMIENDA EL USO DE LA COPA MENSTRUAL EN LA ADOLESCENCIA?

¡Por supuesto! Está recomendada para mujeres de todas las edades y se puede usar desde el primer ciclo. Es más, es preferible su uso. La edad en la que una mujer es más propensa a sufrir el Síndrome de Shock Tóxico es cuando es adolescente, normalmente entre los 14 y los 19 años, ya que el uso de tampones puede tener consecuencias nocivas para el cuerpo femenino.

Por regla general lo que más asusta respecto a la adolescencia y la copa menstrual es el tema de la virginidad y el himen, pero no todas las mujeres que no hayan tenido relaciones sexuales tienen himen. Es una membrana que cubre parte de la vulva (no la entrada de la vagina, ya que el flujo menstrual debe poder salir) y que puede romperse de muchas formas, ya sea montando en bicicleta, en caballo o incluso bailando, y muchas mujeres llegan a la adolescencia sin himen sin ni siquiera ser conscientes.

En cambio, si el temor es respecto a la estrechez de la vagina de una adolescente, tampoco hay de qué preocuparse. Desde la primera menstruación la vagina está preparada para alumbrar un bebé, por lo que la copa menstrual se adaptará sin problemas al tamaño de esta si se elige bien la talla.

Si bien hay más opciones aparte de la copa menstrual, esta es la más recomendada actualmente, y aunque su uso no esté tan generalizado como debería siempre viene bien enseñar sobre educación sexual y que incluso una adolescente se conozca a sí misma y a su cuerpo, así como lo que mejor se adapta a su menstruación.

Hay mujeres que prefieren evitarla ya que la consideran como algo sucio al tener que introducirse y extraerse con las manos. Al contrario de lo que parece, es bastante higiénico, ya que la sangre que recoge no tiene olor al no haber sido absorbida, y la silicona quirúrgica tampoco tiene ningún olor. Justo al revés que con los tampones, la copa menstrual no deja fibras en el interior de la vagina ni tiene blanqueantes de ningún tipo que puedan afectar a la flora vaginal.

Es por estos motivos por los que hay personas que se sitúan preferiblemente a favor del uso de tampones mientras que otras ya utilizan esta copa menstrual habiendo dejado en desuso los anteriores.

FUENTE: bekiapareja.com

En España, el consumo, la posesión y la compraventa de drogas está prohibido y está castigado por la ley.

Canadá fue el segundo país del mundo en legalizar la marihuana después de Uruguay y el primero en hacerlo entre los grandes países industrializados. La entonces décima economía del mundo impulsó en octubre de 2018 una ley para legalizar el uso recreativo del cannabis, casi un siglo después de que se impusiera su prohibición en 1923.

Más reciente ha sido el caso de México, que este lunes ha despenalizado el autoconsumo lúdico de marihuana, aunque no avala su comercialización.

En España, el consumo, la posesión y la compraventa de drogas está prohibido y está castigado por la ley, pero existe un vacío legal que hace que esté ‘permitido’ por las autoridades en algunos casos. Así, con la ley vigente en la mano -la famosa “ley mordaza’”, del 30 de marzo de 2015-, se puede concluir que el consumo es legal en espacios privados o clubs cannábicos, pero no en la vía pública, donde estará multado con hasta 601 euros si es la primera sanción.

Y eso solo si es autoconsumo, pues si existe cualquier sospecha de que se comercia con ella, la policía puede requerir una resolución judicial para registrar el domicilio.

Posesión solo en espacios privados

La posesión de marihuana también es legal si la sustancia está en espacios privados, es decir, dentro de una propiedad privada –una casa o un club cannábico-, pero siempre que no exceda un peso delimitado. Es decir, siempre que sea para consumo propio y no para su tráfico (el cual está penado con hasta cuatro años de cárcel, dependiendo de cuánto se posea).

La posesión en la calle puede tener una multa de entre 601 y 10.400 euros si no se tienen antecedentes penales y no se considera una “circunstancia grave”.

Compra en clubs cannábicos

La compra de marihuana también es ilegal con ciertas salvedades: si una persona es miembro de una asociación cannábica y paga la cuota, puede disponer de marihuana para consumo propio. La FAC (Federación de Asociaciones de Cannabis) considera un consumo de 60 gramos mensuales por socio.

Pero, ¿qué sucede con el cultivo de marihuana? Teniendo en cuenta que el consumo, la posesión y la compraventa de drogas es ilegal, cultivar cannabis también está prohibido.

Pero también existen algunos vacíos legales que permiten sortear esta prohibición y cultivar este tipo de plantas. El artículo 18 de la Constitución dice que “se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”. Y el apartado 2 del mismo artículo, que “el domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito”. Este artículo garantiza que tenemos el derecho a hacer en nuestro domicilio o en cualquier espacio privado lo que queramos, dentro de los límites lógicos, sin tener que dar explicaciones a las autoridades.

Lo que dice la ley

También el artículo 36.16 de la ‘ley mordaza’ califica de infracción grave “el consumo o la tenencia ilícitos de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, aunque no estuvieran destinadas al tráfico, en lugares, vías, establecimientos públicos o transportes colectivos, así como el abandono de los instrumentos u otros efectos empleados para ello en los citados lugares”. De lo que se podría deducir que, si no es visible en la vía pública, no hay razón para que las autoridades entren en una casa particular y requisen plantas de ningún tipo. Ni siquiera de marihuana.

Pero en su apartado 18, el artículo 36 de la ‘ley mordaza’ también considera infracción grave “la ejecución de actos de plantación y cultivo ilícitos de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas en lugares visibles al público, cuando no sean constitutivos de infracción penal”.

Infracción penal

El problema aquí es saber cuándo se considera infracción penal, y aquí vuelve a haber disparidad de sentencias judiciales: se han dictado sentencias condenatorias con 500 gramos y, en circunstancias similares, otras absolutorias de hasta 14 kilogramos.

Lo habitual es considerar que no es delito tener plantas de marihuana para consumo propio. Es decir, cultivar solo el cannabis que se vaya a autoconsumir. Y, tal y como ya se ha dicho anteriormente, la FAC (Federación de Asociaciones de Cannabis) considera un consumo de 60 gramos mensuales por socio. Es decir, 720 gramos al año.

FUENTE: elperiodico.com

Juzgar demasiado severamente indicia que no nos encontramos en paz, además de no saber ponernos en el lugar del otro y de, probablemente, equivocarnos.

Todos hemos caído alguna vez en la trampa de crear juicios sobre los demás, ya sea un familiar, un amigo, nuestra pareja o un compañero de trabajo. Incluso, a veces, realizamos juicios sobre personas que ni siquiera conocemos. Somos bastante rápidos en juzgar, en tratar de adivinar las intenciones de los demás y el porqué de sus actos -o al menos eso pensamos-.

Solo hacen falta un par de segundos para que, casi de forma automática, interpretemos por qué esa persona ha dicho tal cosa, ha actuado de esa manera y no de otra o cuáles son los motivos que la han llevado a gesticular de ese modo. Incluso, también nos juzgamos a nosotros mismos y no solemos salir bien parados. Todo lo contrario. Nos exigimos tanto que, al final, cualquier cosa que hagamos carece de valor o es insuficiente.

Ahora bien, ¿hasta qué punto estas historias que nos contamos coinciden con la realidad? Todo parece indicar que hay más ficción que verdad en cada una de ellas.

El mal hábito de suponer

Cuando emitimos un juicio sobre otra persona, lo que estamos haciendo es interpretar la realidad de un modo determinado. Dirigimos nuestra atención hacia los detalles y aspectos que consideramos más importantes y el resto quedan relegados. Es decir, no tenemos en cuenta toda la información, sino una ínfima parte. Por lo tanto, lo que hacemos es generar hipótesis sobre una situación o persona, que no son más que un conjunto de suposiciones y nos olvidamos de que existen otras posibilidades.

Así, creamos historias que apenas se sostienen, aunque nosotros las cataloguemos como verdad. Sin embargo, el problema no es solo que nos contemos cuentos, sino que además, en muchas ocasiones, dejamos que esas historias nos influyan hasta llegar al punto de reaccionar ante ellas o tomar decisiones. Y así es como la mayoría de las veces ocurren los conflictos y malentendidos: a partir de ficciones.

Nuestra mente, en un intento por tranquilizarnos, rellena los huecos vacíos con informaciones poco o nada contrastadas.

Por ejemplo, podemos dejar de hablar a una persona porque interpretamos que su gesto o su comentario iban contra nosotros o nos enfadamos con nuestra pareja porque creemos que no nos ha llamado porque no ha querido. Eludimos que había más gente en la sala y que nosotros somos más susceptibles a comentarios relacionados con nuestra profesión porque en el pasado nos dijeron que esa carrera no serviría para nada y que nunca conseguiríamos dedicarnos a ello o que nuestro pareja tuvo una reunión y hasta que no salió no nos pudo avisar.

Tenemos la mala costumbre de jugar a los adivinos y lo peor de todo es que ni nos damos cuenta de ello. Soportamos tan poco la incertidumbre, ese no controlar la situación o no saber qué pasará, que nuestra mente, en un intento por tranquilizarnos, rellena los huecos vacíos con informaciones poco o nada contrastadas, expectativas y suposiciones. Visto así, juzgar es un mecanismo de supervivencia.

A esto hay que sumarle el miedo, las heridas que arrastramos del pasado y el orgullo que, a veces, nos gobierna y que nos impide dirigirnos al otro para preguntarle, darle la oportunidad de explicarse o simplemente para ponernos en su lugar y tener en cuenta que es posible mirar al mundo desde otra perspectiva. De ahí que a veces nos quedemos con nuestras conjeturas.

Hay una historia detrás de cada persona

Uno de nuestros mayores errores cuando nos relacionamos con los demás es olvidar su historia personal. Es decir, tener en cuenta que no han vivido lo mismo que nosotros, no han experimentado las mismas experiencias y tampoco se ha encontrado con las mismas personas, por lo tanto es bastante complicado que coincidamos 100 % con ellos.

No obstante, eso no quita que nos pasemos casi la mitad de nuestra vida tratando de averiguar qué impulsa a los demás a actuar y la otra mitad a juzgar sus comportamientos.

Si ya es difícil conocerse a uno mismo, ¿cómo es posible que adivinemos las intenciones de los demás?

Lo cierto es que todo lo que ocurre a nuestro alrededor nos matiza desde nuestros primeros años de vida, tanto a nivel de pensamiento como de emociones y conductas. A veces, nos percatamos de ello y otras no tanto, pero eso no implica que no nos influya y que configure nuestra forma de mirar al mundo.

Por lo tanto, si ya es complicado adentrarnos en nuestras profundidades, conocernos y contactar con nosotros mismos, ¿cómo es posible que sepamos cuáles son las intenciones de los demás? De hecho, ¿cuántas veces no nos ha pasado que ante una misma situación nuestra pareja percibe lo ocurrido de una forma muy distinta a la nuestra?

Opinar de forma distinta, observar el mundo desde otras perspectivas es normal. No tenemos el mismo bagaje que los demás: nuestros valores, experiencias, pensamientos, sentimientos, etc. son diferentes. Entonces, ¿por qué tanto juzgar?

El arte de comprender: la empatía

Se trata de comprender más y juzgar menos, de ponerse en el lugar de los demás y evitar los juicios como soluciones rápidas a nuestras dudas e incertidumbres. La mayoría de nosotros no actúa con mala intención ni para hacer daño, sino de la mejor manera que puede.

Tan solo hay que salirse de la zona de confort, de la comodidad de querer llevar la razón, de ver el mundo desde nuestra mirada y ponerse en el lugar de los demás, pero desde su perspectiva, no de la nuestra.

La mayoría de nosotros no actúa con mala intención ni para hacer daño, sino de la mejor manera que puede

El hecho de juzgar tanto también indica algo y es que no nos encontramos en paz ni en armonía con nosotros mismos. De hecho, si analizamos nuestros juicios, quejas y críticas sobre los demás es muy probable que identifiquemos aspectos nuestros en ellos. Pues quien juzga a los demás duramente también lo hace consigo mismo.

Por tanto, se trata de comprender las circunstancias de los demás, teniendo en cuenta su historia de vida. De decidir no hacer juicios rápidos, sino intentar conocer su perspectiva. Porque si una persona ha vivido profundamente una experiencia de abandono es normal que se ponga a la defensiva cuando crea que no cuenten con ella, si no ha sanado sus heridas o si por ejemplo alguien fue muy criticado y exigido en su infancia es probable que esté alerta cuando hablen sobre él.

Hay que ser más humildes, compasivos y reflexionar más para intentar ponerse en el lugar de los demás y detener esos hábitos automáticos que nos llevan a suponer y crear ficciones sobre ellos. Hay que cultivar la aceptación y la flexibilidad y no olvidar que hay una historia detrás de cada persona.

FUENTE: objetivobienestar.com

El colectivo LGTBIQ+ incluye diferentes tipos de sexualidad y cada una de ellas cuenta con su propia bandera más allá de la tradicional arcoíris.

Cuando se celebran las fiestas del Orgullo LGTBIQ+ o cualquier otro tipo de evento con esta temática lo común es utilizar la bandera del arcoíris para representar todas aquellas sexualidades diferentes de la heterosexual. Esto ocurre porque la bandera multicolor fue la primera que se creó para representar al colectivo allá por 1978 durante la primera manifestación del Orgullo para luchar contra la opresión y discriminación que sufrían homosexuales, lesbianas, transexuales, etc. por parte de la sociedad prominentemente heteronormativa que aún perdura hasta nuestros días.

Aunque esta fue aceptada como manera de representación durante muchos años y símbolo identitario del colectivo LGTBIQ+, con el paso de los años diferentes orientaciones sexuales fueron conociéndose, tomando nombre y espacio en la sociedad. Consecuentemente, también buscando representaciones universales como es el caso de las banderas, uno de los tradicionales lenguajes universales que permite entendernos sin necesidad de hablar el mismo idioma.

Por ello es de vital importancia conocer todas y cada uno de ellas para, del mismo modo, tener constancia de su existencia. De esta forma se le da visibilidad a colectivos minoritarios y oprimidos en la sociedad y que reivindican día a día por sus derechos.

HOMOSEXUALES

La tradicional bandera del arcoíris que representó desde los comienzos la condición homosexuales (tanto en hombres como en mujeres) que se corresponde con la atracción por personas del mismo género. Se representa con el espectro de colores del propio arcoíris (en orden descendente): rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta. Esta fue diseñada por Gilbert Baker para la mencionada manifestación de San Francisco en 1978 y que en 2018 fue premiado de forma póstuma con el premio ‘MADO’18’ en las fiestas del Orgullo LGTBIQ+ de la ciudad de Madrid.

HETEROSEXUALES

Esta condición sexual se corresponde con aquellas personas que sienten atracción por otras personas del sexo opuesto, es decir, un hombre por una mujer y viceversa. La bandera se compone de tres franjas horizontales con los colores (en orden descendiente) azul, blanco y rosa.

BISEXUALES

Esta condición sexual corresponde a las personas que se sienten atraído tanto por personas del sexo opuesto como del mismo sexo, es decir, tanto seas un hombre como una mujer te van a gustar hombres y mujeres. Esta se compone por tres franjas horizontales pero no del mismo grosor: son más anchas la rosa y la azul y en medio la morada.

POLISEXUALES

La definición oficial de esta orientación sexual es la siguiente: «Atracción sexual, emocional, o estética hacia personas de más de dos géneros y/o sexo pero no necesariamente todos los sexos y/o géneros, no necesariamente al mismo tiempo, de la misma manera, al mismo nivel y con la misma intensidad». Es decir, los polisexuales son personas que sienten atracción por un grupo de personas con identidades de género concretas lo que no necesariamente tiene que coincidir siempre con un sexo biológico en concreto. Su bandera se representa con tres franjas horizontales de igual grosor con los colores (en orden descendiente) rosa, verde y azul.

MOVIMIENTO LÉSBICO

Esta bandera representa a las mujeres que sienten atracción y/o romántica hacia otras mujeres. Estas podrían estar también representadas por la tradicional bandera arcoíris. La bandera es de color morado, con un triángulo negro y dos símbolos de la mujer enlazados.

PANSEXUALES

Los pansexuales son personas que sienten atracción tanto romántica como sexual por otras personas independientemente de cuál sea su género y/o su sexo. Es decir, personas que se enamoran de la otra persona por sus cualidades personales y no por su sexo o género. Su bandera son tres franjas horizontales de igual grosor con los colores rosa, amarillo y azul.

ASEXUALES

Son personas que no tienen atracción sexual por ninguna persona independientemente de que sean hombres o mujeres. Esto no quita que no puedan llegar a sentirse atraído sentimentalmente por alguien. La bandera de este colectivo se compone de cuatro franjas horizontales con los colores negro, gris, blanco y violeta.

DEMISEXUALES

Este término hace referencia a personas que llegan a sentir atracción sexual y sentimental exclusivamente con personas con las que previamente han tenido lazos emocionales estables, fuertes y de cierta duración. Es decir, tiene que conocer bien a esa persona y compartir algo con ellos para llegar a sentir algún tipo de atracción sexual por ellos. Su bandera se representa con un triángulo en lateral izquierdo y con tres franjas horizontales, dos más anchas con los colores blanco (arriba) y gris (abajo) y una más estrecha violeta en medio.

SKOLIOSEXUALES

Los skoliosexuales son personas que sienten atracción por otras personas que no se sienten identificados con el sexo biológico con el que nacieron y por lo tanto tampoco con el género que se les asignó, hombre o mujer. Es decir, sienten atracción por aquellas personas que no son ‘cisgénero’, es decir, ‘transexuales’. Su bandera se representa con cuatro bandas horizontales de igual grosor con los colores amarillo, verde, blanco y negro.

AROMANTICISMO

Son personas que tienen falta de atracción sentimental hacia personas por las que sí sienten atracción física o sexual pero sin necesariamente haber llegado a realizar el acto sexual con ellos. Su bandera se representa con cuatro franjas de igual grosor con los colores verde oscuro, verde más claro, blanco, gris y negro.

CUPIOSEXUALES

La cupiosexualidad es una sexualidad dentro de los asexuales que consiste en no sentir propiamente ningún tipo de atracción sexual pero sin desearla. Tienen el deseo pero no sienten la necesidad. Su bandera se representa con cuatro franjas horizontales con los colores negro, violeta, blanco y rosa pero sin llegar a estar en su máximo contraste sino un poco diluídos.

LITHSEXUALES

Es una atracción tanto sentimental como sexual hacia otra persona pero sin querer que sea recíproca. De hecho, en el momento de que los sentimientos sean los mismos por parte de la otra persona, el lithsexual pierde la atracción. Es como lo que se conoce como ‘amor platónico’ pero sin la necesidad de llegar a consumarlo. Su bandera se representa con cinco bandas horizontales de igual grosor con los colores rojo, naranja, amarillo, blanco y negro.

RECIPROSEXUALES

La reciprosexualidad es cuando la atracción tanto sentimental como sexual se origina cuando conocen que otra persona siente lo mismo por ellos. Su bandera se representa con cinco bandas horizontales de igual grosor con los colores rosa intenso, rosa palo, malva, blanco y negro.

ABROSEXUALES

Se corresponde con la sexualidad fluida, es decir, son personas cuya orientación sexual es fluída y está cambiando constantemente entre personas de su mismo sexo y del sexo opuesto. Su bandera se representa con cinco franjas horizontales del mismo grosor con los colores verde claro, verde pastel, blanco, rosa palo y rosa intenso.

HETEROFLEXIBLE

Son personas que sienten una atracción sexual y/o sentimental fundamentalmente hacia otras personas del sexo opuesto pero también en ocasiones más puntuales del mismo sexo. Su bandera se compone de seis franjas horizontales en degradado de negro a blanco con otra granja vertical en medio con los colores de la bandera arcoíris LGTBIQ+.

TRANSEXUALES

Son aquellas personas cuya identidad de género es opuesta al sexo con el que nacieron. Es decir, una persona que nació con genitales masculinos pero se considera una mujer. Su bandera se compone de cinco franjas: azul, rosa, blanco, rosa, azul.

HOMOFLEXIBLE

Sería igual que el anterior caso explicado pero en homosexuales. Son personas que fundamentalmente tienen atracción por personas del mismo sexo pero que puntualmente pueden sentirla también por los del sexo opuesto. Es este caso la bandera también sería a la inversa: la bandera del arcoíris LGTBIQ+ con una franja vertical con el espectro degradado de negro a blanco en medio.

GINESEXUALES

Son personas que sienten atracción sentimentalmente y/o sexualmente hacia los comportamientos entendidos socialmente como femeninos. Es decir, puede ser tanto una mujer como un hombre femenino (hablando en términos heteronormativos). Su bandera se representa con cuatro franjas horizontales: negra, gris, blanca y rosa.

ANDROSEXUALES

Lo contrario al anterior. Son personas que se sienten atraídas sentimental y/o sexualmente por los comportamientos entendidos socialmente como masculinos siendo tanto en hombres como mujeres masculinas. La bandera de la androsexualidad se corresponde con cuatro bandas horizontales con los colores negro, gris, blanco y verde.

FREYSEXUALES

Son personas cuya atracción sexual o sentimental va decreciendo a medida que la persona por la que la sienten se vuelve más cercana/apegada a ellos. La bandera de los freysexuales son cuatro bandas horizontales de igual grosor con los colores azul oscuro, azul turquesa, blanco y gris.

APHOTISEXUALES

Se corresponde con el sentimiento de rechazo hacia el acto sexual debido a que se cree que es algo inmoral. Esta es la razón mayoritaria pero también pueden darse otras razones. Su bandera se compone de cinco franjas horizontales como los siguientes colores en forma descendente: violeta, blanco, negro, blanco y marrón; además tiene también una X en color negro en el centro.

GRIS-ASEXUALES

Son personas que se encuentran entre la sexualidad y la asexualidad, es decir, una persona que puede sentir atracción sexual en ocasiones puntuales pero no de forma tan común como una persona sexualmente plena. Por lo tanto, tampoco llegan a no experimental ningún tipo de atracción sexual como les ocurre a los asexuales. El término ‘gris’ es un término considerado ‘vago’ porque simplemente los sitúa en este color por estar entre el blanco (sexualidad plena) y el negro (la nula sexualidad). Su bandera se compone de cinco franjas: violeta, gris, blanca, gris y violeta de nuevo.

POLIAMOROSOS

Son personas que tienen una relación sentimental y sexual con varias personas a la vez en la que todas ellas son plenamente conscientes de ello y están de acuerdo en llevarlo a cabo. Por lo tanto no puede considerarse una relación de infidelidad. Su bandera se representa con tres franjas horizontales (azul, rojo y negro) con el símbolo de pi (?) en color amarillo en el centro.

ANDROGINOSEXUALES

Es la atracción sexual hacia personas andróginas, es decir, personas de cualquier sexo siempre y cuando tenga características tanto masculinas como femeninas. Su bandera, en este caso concreto, es de formato cuadrado, con el fondo gris oscuro y con dos franjas verticales con degradado (la de la izquierda del rosa al madora; y la de la derecha del azul oscuro al azul claro).

AUTOSEXUALES

Personas que sienten atracción tanto sexual como sentimental por ellos mismos. Su bandera se compone de dos franjas: azul celeste y gris.

LEATHER

Hace referencia a las prácticas sexuales y/o eróticas con determinados instrumentos de cuero de color negro. Es un elemento también común en sus vestimentas diarias. La bandera se compone de nueve franjas horizontales (negro, azul, negro, azul, blanco, azul, negro, azul, negro) y con un corazón rojo en la parte superior izquierda.

GENDERQUEER

(género no-binario)

Son las personas que no se identifican con los conocidos como géneros binarios (masculino y femenino). Su bandera se compone de tres franjas horizontales: lavanda, blanco y verde.

INTERSEXUALES

Las personas intersexuales son aquellas que tienen discrepancia entre sus genitales y su sexo. Esto quiere decir que en estas personas no cuentan con características genéticas de hombre y mujer. Su bandera es amarilla con un círculo morado intenso en medio.

ORGULLO OSO

Son aquellos hombres homosexuales que se caracterizan por tener un cuerpo robusto y gran cantidad de vello corporal. Los conocidos como ‘osos’. Su bandera se compone de siete franjas con los colores marrón, naranja, amarillo, beige, blanco, gris y negro.

FUENTE: bekiapareja.com

¿Decir sí cuando queremos decir no? Aunque suene contradictorio, muchos lo hacemos. Pero, ¿por qué?

A muchos nos ha ocurrido: decir sí, cuando en realidad queríamos decir no. Pero, ¿por qué hacemos esto? ¿Qué nos pasa? ¿Es que somos incapaces de expresar nuestros verdaderos deseos? En este artículo intentaremos responder a la cuestión de: por qué decir sí cuando queremos decir no. Detrás de esta paradoja encontramos diferentes causas que tienen que ver con la asertividad.

Andre Salter (1940) definió el concepto de asertividad como un rasgo de personalidad. Concretamente, la definió como ‘la expresión de los derechos y sentimientos personales’. En otras palabras, la asertividad incluye la capacidad de decir «no» cuando realmente queremos decir que no.

De las investigaciones de Salter se podía extraer la siguiente conclusión: las circunstancias influyen en la probabilidad de que nos mostremos asertivos. Lo que no impide que haya personas con una mayor tendencia a la asertividad o que esta habilidad no se pueda aprender.

Así, la asertividad incluye defender nuestros derechos y nuestras necesidades y tener la capacidad de expresar nuestros deseos con sinceridad, sin dañar ni herir a nadie, de forma educada, pero contundente. En palabras del lenguaje cotidiano, implica no dejar «pisotearnos» sin perder la razón empleando formas poco adecuadas.

¿Por qué somos asertivos solo en ciertas ocasiones o ante determinadas personas? ¿Qué es lo que hace que no seamos asertivos, es decir, que tendamos a decir sí cuando queremos decir no? Intentemos arrojar un poco de luz a estas cuestiones a través del siguiente artículo.

Decir sí cuando queremos decir no: ¿por qué ocurre?

Como hemos visto, la resolución de esta pregunta tiene mucho que ver con la asertividad. Pero, ¿qué es lo que hace que no expresemos lo que realmente queremos ante determinadas situaciones? Veamos los factores que pueden explicarlo:

Falta de asertividad

Hay personas que tienen facilidad para expresar sus opiniones y deseos de forma libre, clara y sincera, y que cuando se ven presionadas para algo que no desean hacer, sencillamente dicen «no». Sin embargo, las personas que no tienen esta habilidad de forma natural, o que no lo han trabajado tanto, tienden a decir sí cuando quieren decir no.

Se podría decir que esta es la gran causa que englobaría las siguientes explicaciones, ya que somos poco asertivos por alguna razón, como veremos a continuación. Detrás de esto se esconden: miedos, inseguridades, falta de autoestima… ¡Vamos a verlo!

Miedo al qué dirán o pensarán

Cuando nos importa excesivamente la opinión de los demás, tendemos a aceptar cosas que en realidad no deseamos. En cierta manera, tememos que nos juzgarán si no opinamos igual que los demás, o que quedaremos mal, o que nos criticarán, etc.

Esto se puede cambiar, trabajando sobre todo en nuestra autoestima y potenciando nuestra capacidad para ser quien realmente queremos ser. La realidad es que, sin una buena autoestima, da igual lo que piensen o digan de nosotros los demás, porque siempre necesitaremos más; ¡no olvides que el amor propio es el único que nos acompañará siempre!

Búsqueda de aceptación

¿A quién no le ha pasado? Ha acabado aceptando situaciones (desde simples hasta complejas) que no le encajaban o no le apetecían para obtener a cambio la aprobación de los demás.

Hasta cierto punto, el querer gustar a los demás es un acto natural; buscamos sentirnos aceptados y queridos, porque somos seres sociales. Es decir, que no solo buscamos el agrado de los demás cuando decimos que sí a algo que no queremos, sino que también buscamos su aceptación.

El psicólogo Abraham Maslow (1908-1970) ya hablaba de esto cuando intentó definir las necesidades humanas a través de su pirámide jerárquica. Maslow nos habla de dos eslabones que tienen que ver con lo comentadola necesidad de afiliación y de reconocimiento. El sentimiento de afiliación lo conseguimos a través de la amistad y el afecto, entre otros, y el de reconocimiento, a través de la confianza, el autorreconocimiento, etc.

Volviendo al punto anterior, si lo pensamos racionalmente, las personas que nos quieran realmente serán aquellas que nos acepten tal y como somos, no las que intuyen que estamos haciendo un «papelón». Además que, de sobra sabemos que es literalmente imposible gustarle a todo el mundo (¡y tampoco lo necesitamos para estar bien!). Si ya nos gustamos nosotros, ¿Para qué necesitamos más?

Miedo a no saber justificar el «no»

Muchas veces, creemos erróneamente que el hecho de no saber justificar un «no» significa que debamos decir un «». Y esto no es así; habrá veces que no sabremos exactamente por qué algo en concreto no nos apetece, y eso no significa que debamos aceptarlo.

Debemos escucharnos y, sencillamente, si no queremos algo en un determinado momento, optar por declinar la propuesta.

Inseguridades y miedo a defraudar

Otra de las posibles causas por las que tendemos a decir sí cuando queremos decir no, y relacionada con las anteriores, es la existencia de inseguridades en uno mismo. Cuando no tenemos claro lo que queremos, o no nos aceptamos del todo, es más probable que dudemos de las cosas… En relación con esto, hay una frase: «Quien no sabe lo que quiere, no entiende lo que encuentra».

Por otro lado, cuando no estamos seguros de nosotros mismos, tienden a aparecer los sentimientos de culpa tras un «no». ¿Se habrá ofendido la persona? ¿Se sentirá mal si le digo que no? Y por ello, cometemos el error de aceptar cosas que no queremos realmente, por el miedo a defraudar.

Decir sí cuando queremos decir no: breve reflexión

Como hemos visto, detrás de esta acción se esconden varias razones. Lo que está claro es que es más probable que caigamos en el acto de complacer a los demás diciendo sí a propuestas que en realidad no queremos, cuando nuestra autoestima está tocada o no nos sentimos suficientemente fuertes.

En este sentido, la clave está en conocernos y en encontrar nuestro propio caminoya que de esta forma nos veremos más capaces de ser asertivos y de expresar libremente nuestras opiniones.

¡El autoconocimiento deja poco espacio para las dudas! Y este proceso, por suerte o por desgracia, dura toda la vida. Traza tu propio camino, abre los ojos al aprendizaje y verás como poco a poco los sí solo son sí cuando son de verdad.

FUENTE: lamenteesmaravillosa.com

Un vaso de sangría tiene tantas calorías como tres churros, aunque los kilos de más son la consecuencia menos grave de la ingesta alcohólica

En las dietas, uno de los ‘fijos’ que se caen del menú suele ser el pan, otro es el alcohol. Tenemos, sin embargo, la sensación de que la copa de vino no engorda igual que el bocadillo. Y es cierto, engorda más: 140 calorías frente a las 125 de media barra de pan (sin embutido, claro), tantas como un cruasán grande. El alcohol aporta siete calorías por gramo, así que una cerveza con limón tiene tantas como una pata de cordero; si es sin limón, la equivalencia son dos cucharadas de aceite, y tres churros si nos tomamos un vaso de sangría. Pero ¿no era saludable tomar una caña al día? «Es cierto que la cerveza aporta nutrientes, pero la cantidad es tan pequeña que necesitaríamos beber grandes cantidades para que su aporte jugara algún papel en nuestra alimentación. Para obtener la cantidad diaria recomendada de ácido fólico, necesitaríamos tomar más de tres litros de cerveza al día, y casi cinco litros y medio si nos referimos al potasio. Y, obviamente, jamás recomendaría el consumo de alcohol», explica gráficamente Luis A. Zamora, dietista y miembro fundador de la Sociedad Española de Dietética y Nutrición.

Alcohol y sobrepeso van de la mano, claro que el aporte calórico es el menor de los males derivados de la ingesta abusiva. «Es un tóxico para el cerebro, el corazón y el hígado, tiene una relación muy directa con el cáncer y provoca una adicción muy fuerte, tanto como la heroína», advierte José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón. La Organización Mundial de la Salud advierte de que «es un factor causal en más de doscientas enfermedades y trastornos», al margen de consecuencias económicas y sociales.

«Cuando se deja de beber la mente está más despejada, se saborean mejor los alimentos, tal vez se engorde un poco pero mejora la capacidad de hacer ejercicio físico. Desaparece ese cansancio, las palpitaciones en el pecho, la hinchazón de los tobillos…» Juan Luis Palma (Fundación Española del Corazón)

Así que puede parecer casi una frivolidad enfocarlo desde el punto de vista de los kilos de más. ¿O no tanto? Una de las causas implicadas en el sobrepeso, que afecta al 39% de las personas adultas, según los últimos datos recogidos por la OMS, es precisamente la ingesta de alcohol. Así que, si sirve «como reclamo» para moderar su consumo –mejor eliminar, coinciden todos los especialistas consultados–, bienvenido. Pero ¿cómo es posible que engorde tanto el alcohol?

«Las antocianinas del vino también están en fresas, uvas, ajo…»

Una copa de vino al día es saludable. Se escucha cada vez menos. Menos aún en las consultas. «Eso se ha sustentado en que el vino contiene antocianinas, que realmente son interesantes para el sistema cardiovascular, pero también las encontramos en fresas, frambuesas, moras, granadas, rábanos, zanahorias, remolacha, ajo, uvas, ciruelas, manzanas, berenjenas, cerezas, grosellas…», enumera el dietista Álvaro Vargas. Y pone en números el argumento: «Para que te hagas una idea, la cantidad de polifenoles, entre ellos antocianinas, que contiene una copa de 165 mililitros de vino la encontramos en 24 gramos de nueces o en 25 gramos de chocolate negro o en 80 gramos de arándanos o en una manzana. Así pues, ¿por qué recomendar alcohol? Es como si, para obtener calcio, se aconsejara comer un bollo. ¿Tiene calcio? Sí, porque lleva leche. ¿Es saludable? No, puesto que lleva una cantidad exagerada de azúcares».

Lo explica Judit Soto, médica residente en el Hospital Parc Tauli de Sabadell y divulgadora médico-científica. «Solo aporta etanol, lo que nos da esa ‘energía’, pero no aporta nutrientes. Una fruta tiene azúcar, sí, pero también agua, vitaminas, minerales… En el caso del alcohol son calorías vacías que no sacian».

– De ahí que podamos beber grandes cantidades sin ‘llenarnos’, ¿no?

– Pese a aportar muchísimas calorías, el alcohol ocupa poco volumen. Es como si esas calorías estuviesen ‘apiñadas’ y llegar a 250, por ejemplo, es fácil. Sin embargo, para llegar a esas mismas 250 calorías comiendo solo sandía, por ejemplo, tendríamos que comer media sandía o más. Nos resultaría difícil, ya que, al tratarse de un alimento que aporta fibra, agua…, nos sentiríamos llenos.

Con el alcohol no, porque «tal cual entra, sale». «Un alimento puede estar veinticuatro horas o más en el cuerpo, pero el alcohol pasa muy rápidamente. Inhibe la hormona antidiurética encargada de retener líquido en nuestro cuerpo para no deshidratarnos. Por eso vamos tantas veces al baño cuando bebemos. Y por eso nos duele la cabeza al día siguiente, porque nos deshidrata», ahonda la doctora Soto.

– Si el alcohol se expulsa con la orina tan rápidamente, ¿por qué engorda tanto?

– Porque meas el líquido, pero el cuerpo retiene las calorías. Pasa igual que con el azúcar de un refresco, por ejemplo. Ese azúcar se absorbe tan rápidamente que el páncreas no tiene tiempo de responder bien. Cuando tomamos alcohol, le entra tanta energía a las células de golpe que no les da tiempo a gastarla y la almacenan en forma de grasa. Volviendo al ejemplo de la fruta: aunque tenga azúcar, al aportar también agua y fibra se absorbe más lentamente y las células van quemando poco a poco esa glucosa.

Lo que explica que sea más fácil tomarse cinco vinos seguidos que comer cinco manzanas. De igual manera que podemos comer dos bollos de chocolate uno tras otro pero no dos platos de arroz integral: «Con el arroz o las lentejas lo que haces es darle al cuerpo suficiente combustible para que lo vaya gastando sin acumular y, a la vez, te sientes saciado. El estómago está más rato trabajando y es como si dijera: ‘No metas más comida, que aún tengo tarea’. Mientras que, en el caso de los bollos, se mastican mucho más fácilmente que el arroz y, aunque te llenes momentáneamente, enseguida lo tienes en los pies y te entra el hambre», explica gráficamente la especialista.

‘Holiday heart’ o ese cansancio que uno trae de las vacaciones

Hay personas que vuelven de las vacaciones «cansadas, con síntomas de insuficiencia cardiaca, dificultades respiratorias, tobillos hinchados…». Demasiado para ser una ‘depre’ postvacacional. «Se le conoce como el síndrome del ‘holiday heart’ (corazón festivo) y se refiere a la alta ingesta de alcohol durante el periodo vacacional, que se traduce en esa sintomatología posterior», alerta José Luis Palma (Sociedad Española del Corazón). Algo parecido a lo que le sucede al bebedor de fin de semana, que pasa de la abstinencia entre semana a tomarse diez o doce cervezas en una sola tarde. «Lo mejor es no consumir nada de alcohol. Pero, si se va a hacer, hágase a poquitos, porque el cuerpo no está preparado para metabolizar una botella de vino o diez cervezas de golpe».

FUENTE: elcorreo.com

No hay dos personas iguales ni, aunque lo pueda parecer, tampoco dos penes idénticos. A pesar de que la sociedad ha establecido que únicamente hay un tipo de pene perfecto, lo cierto es que cada uno es un mundo y, para algunos hombres que el suyo no entre dentro de los cánones normativos les genera incluso problemas psicológicos.

La psicóloga y sexóloga Ruth González recalca que las medias de longitud y grosor no son representativas. “Son precisamente eso, medias. Por lo que habrá quienes lo tengan más grande o más pequeño. También están los penes más pequeños en reposo pero que crecen más en erección (pene de sangre) y los que son más grandes en reposo y crecen menos en erección (pene de carne). Pero no hay un modelo estándar universal”, explica.

Tal y como señala la revista especializada Medical News, hay varios criterios para clasificar los distintos tipos de pene: la longitud, el grosor, curvatura (tanto hacia los lados como hacia arriba y hacia abajo). Para González hay otro factor importante: la forma. “Dependiendo de esta, favorecerá más o menos un tipo de posturas. Cada pareja es diferente y por tanto lo mejor es ir probando qué posturas son las más adecuadas y satisfactorias para ambos”, recalca.

Además, la sexóloga Nayara Malnero, del blog Sexperimentando, recuerda que “todos los penes sin importar tamaño o forma son aptos para dar y recibir placer”.

Las sexólogas clasifican en cinco tipos distintos: pene lápiz, pene plátano, pene seta o champiñón, pene cono y pene curvo. Las especialistas recalcan que, a pesar de que hay distintas formas, ninguna de ellas tiene una menor satisfacción sexual que otra.

Pene lápiz

Tal y como señala la sexóloga, este tipo de pene es de los más comunes. “Es uniforme (igual grosor del glande a la base) y fino, por lo que estimula toda la vagina de forma homogénea”, explica González. Para esta experta, este tipo de pene es el propio para el sexo anal, aunque admite cualquier postura.

“Hay que tener cuidado si el pene es muy largo, ya que algunas posturas más profundas pueden resultar molestas o dolorosas durante la penetración vaginal o el sexo oral”, apunta la sexóloga.

Pene plátano

Como su nombre indica, este tipo de falo es similar a una banana, es decir, ancho por su base y estrecho en el glande.

Para Malnero estos penes son perfectos para la masturbación ya que “al ser más gruesos por la parte media del tronco son ideales para agarrarse”.

En cuanto al coito, González señala que, como sucede con otros tipos de pene, “al ser la punta estrecha tiene la ventaja de favorecer la penetración ya que facilita la dilatación tanto vaginal como anal”. “Todas las posturas son buenas, al ser el tronco más grueso favorece la estimulación de los dos primeros tercios de la vagina (que es la zona más sensible) y permite penetraciones profundas al ensancharse en la base”, apunta, aunque señala si es demasiado ancho, en algunos casos, hay que ayudarse con lubricante.

Pene seta o champiñón

Al revés que ocurre con el plátano, la característica de este pene es que tiene el glande de mayor tamaño que el tronco y la base. “Es el pene ideal para el sexo oral si se estimula de forma adecuada el glande”, explica González.

Esto se debe a que, tal y como apunta Malnero, “el glande está dispuesto a recibir placer al sobresalir más fácilmente”.

“La desventaja que puede tener esta forma de pene es que la penetración puede costar más debido a que el glande es más ancho, especialmente en el coito anal que puede resultar más incómodo o doloroso”, detalla González.

Las posturas ideales para este tipo de pene, según González, serían aquellas en las que no se profundice mucho. “Pueden ser ‘el misionero’ o ‘la cuchara’. Además con estas posturas se consigue mayor fricción en caso de que el cuerpo del pene sea muy estrecho”, apunta.

Pene cono

Como su nombre indica, este falo tiene un glande estrecho y un tronco que se va ensanchando hasta la base, como un cono. “Este tipo de penes son ideales para la penetración vaginal porque esta permite ir adaptándose progresivamente de una punta fina a una base más ancha”, explica Malnero.

“Para este tipo de pene las posturas más profundas como son ‘el perrito’, ‘la profunda’, ‘la cowgirl’ o ’el sometido”, detalla González.

La desventaja que puede presentar es que, según González, “si el pene es muy grueso y tiene la base muy ancha hay que tener cuidado con el sexo oral y anal, además de que la penetración se deberá hacer llevando un ritmo más calmado”.

Pene curvo

Dentro de esta clasificación, están todos aquellos penes curvados, bien sea hacia arriba, abajo o los lados. Para Malnero, este tipo de penes han tenido “muy mala fama”, pero pueden ser perfectos para estimular el punto G. “En el caso de los penes garra, con una curvatura más acusada, puede dificultar la penetración, pero todo depende de la postura y la curvatura del pene”, señala Malnero.

“Si la curva es hacia arriba prueba posturas como la de ‘el misionero’ o ‘la profunda’, si está curvado hacia abajo la mejor es ‘el perrito’ y si la curva es hacia un lado otra opción puede ser ’la cuchara”, detalla González.

En el caso del sexo oral, González recuerda que hay que buscar un buen ángulo para que se pueda lograr profundidad. Del mismo modo, para el sexo anal recomienda usar lubricante en caso de que la curva sea muy marcada.

Generalmente, esta curvatura suele ser meramente estética, pero González recuerda que si hay dolor y la curvatura es muy significativa “hay que acudir al urólogo porque podría tratarse de la enfermedad de Peyronie, en la cual se forma tejido cicatrizal en el pene que causa estos síntomas”.

Qué hacer si es “demasiado grande”

Más allá del complejo del “pene pequeño” con el que se ha asociado erróneamente la masculinidad o la falta de ella, también hay hombres que tienen problemas para mantener relaciones con penetración debido a que su falo es “demasiado grande”. Aquí, aunque haya posturas específicas, el lubricante puede ser el mejor aliado.

“Si la pareja es mujer, esta debe estar relajada y excitada para que la vagina lubrique y dilate por lo que es importante alargar las prácticas anteriores a la penetración”, explica González. En el caso de que el problema no sea el grosor si no la longitud, la sexóloga señala que también puede haber molestias.

“Si el pene es muy largo puede llegar al fondo de la vagina tocando el cuello del útero y esto causarnos molestias. Se pueden hacer posturas en las que la penetración no sea muy profunda y la mujer tenga el control: ‘el misionero con los muslos apretados’, ‘la cuchara’, ‘la cuchara invertida’, ‘la vaquera’, ’el sometido”, detalla.

Para casos más extremos, la experta explica que hay cojines con forma de rosquilla —como el que utilizaba Fernando VII— “que se utilizan para hacer de tope durante la penetración” o, en su defecto, utilizar una toalla pequeña o trapo enrollado alrededor del pene. “Si hay dolor o dificultad de erección hay que acudir a un especialista”, detalla.

La aceptación y el adiós al falocentrismo

Al igual que las vulvas, los penes son distintos y ni su tamaño ni su forma se tienen que adaptar a ningún canon. Además, tal y como apuntan las especialistas, también se debe romper el tabú que asocia al falo con la satisfacción sexual o con que la penetración sea el centro de las relaciones sexuales.

“Hay que aprender que los genitales (y sobre todo el pene) no son el centro de la relación sexual, que no vas a ser más o menos hombre por cómo sea tu pene y que el coito es una práctica más pero no tiene por qué ser la principal”, explica González.

“Se pueden realizar prácticas sexuales en las que el coito no sea el centro de atención, en las que el hombre vea que es capaz de darle placer a su pareja sin necesidad de utilizar el pene y por tanto no es el órgano principal para la satisfacción sexual ni el responsable de la calidad de la relación sexual. Masturbación mutua, sexo oral, caricias compartidas, besos, lametones, etc”, detalla la sexóloga. “Además, en el caso de las mujeres disfrutamos mucho esos modelos en los que no se da tanta importancia al coito ya que el clítoris se encuentra fuera de la vagina”, explica.

La especialista también recuerda que la comunicación en la pareja es fundamental y que se deben evitar cualquier tipo de comentario que pueda herir a la pareja.

Si aun así los problemas persisten, las expertas recalcan la importancia de ir a terapia, algo poco frecuente en las personas con pene por este motivo. “Suelen acudir más por dificultades de erección y control de la eyaculación. Cada vez son más los hombres que se animan a venir a consulta, sin embargo en muchas ocasiones esperan mucho tiempo en pedir ayuda.”, señala.

La conclusión es clara: todos los cuerpos sirven para dar y recibir placer. Ya sea cono, curvo, tipo plátano o tipo lápiz, es igualmente válido. Basta hablar y buscar la postura adecuada.

FUENTE: huffingtonpost.es

El consumo elevado de alcohol puede afectar al sistema inmunitario.

Corría diciembre de 2020, cuando arrancaban las campañas de vacunación en todo el mundo, y saltaba una inesperada alarma: Rusia obligaba a los vacunados a no mezclar alcohol y Sputnik: «»Ni antes, ni después, ni durante. Simplemente, nunca y en ningún caso», decía taxativamente Anna Popova, jefa sanitaria rusa. La ola de indignación llegaba hasta Europa y saltaba entonces la gran pregunta: ¿se puede beber alcohol después de vacunarse?

Advierte la Sociedad Española de Inmunología de que «el consumo de alcoholes destilados y drogas tiene efecto inmunosupresor, con unos mecanismos muy parecidos a los que se producen en situación de depresión o estrés». «Hasta hace poco se indicaba que la ingesta moderada de vino o cerveza podría ser inmunosaludable», continúa el documento, «debemos aquí negarlo y distinguir que un placer durante una comida no lo debemos identificar como saludable: que no afecte negativamente al sistema inmunitario no es sinónimo de salud (hay muchos efectos secundarios muy dañinos)».

En este sentido se pronunciaba igualmente el pasado enero la doctora británica Ronx Ikharia en un documental de la BBC en el que tomaban muestras de sangre antes y después de beber tres vasos de prosecco. Tras la ingesta de alcohol, los niveles de linfocitos descendían a la mitad, afectando así al sistema inmunitario.

En el mismo documental, la profesora Sheena Cruickshank, de la Universidad de Manchester, advertía: «Es necesario que su sistema inmunológico funcione al máximo para tener una buena respuesta a la vacuna, por lo que si bebe la noche anterior o después de vacunarse, eso no ayudará».

A finales de abril, la directora del Centro de Investigación de Virus de la Universidad de CaliforniaIlhem Messaoudi hablaba en el mismo sentido en el New York Times: «Si realmente eres un bebedor moderado, no hay riesgo de tomar una copa en el momento de la vacuna», decía, «pero hay que ser muy consciente de lo que significa realmente beber con moderación. Es peligroso beber grandes cantidades de alcohol porque los efectos en todos los sistemas biológicos, incluido el sistema inmunitario, son bastante graves y se producen con bastante rapidez una vez que se sale de esa zona moderada».

En los ensayos clínicos de las vacunas que se administran ahora mismo en Europa no se especifica nada en relación con el consumo de alcohol, así que la norma parece ser: sí, se puede beber tras la vacuna, pero siempre con moderación.

FUENTE: elmundo.es